Aquí quiero referirme a la sustancia que nos permiten, que nos ofrecen, los hechos, el liberalismo económico entra en crisis, una crisis estructural que pone al descubierto la fragilidad del sistema, el castillo de naipes se derrumba y como en un juego de domino se propagan sus efectos a todas las economías del mundo interconectadas e interdependientes, que vamos a estar claro son hoy por hoy capitalistas, salvo excepciones. Es allí donde se le cae la máscara al Estado Burgués, por más Estado de Bienestar, socialdemocrata o republicano, o estado Social que se haya denominado, ha sido llamado por sus amos -los dueños del gran capital, tal vez esos del club Bilderberg, o quizás otros aún menores en proporción y visibilidad, pero con mayor acumulación y en un nivel jerárquico superior-, a actuar, a tomar medidas, a corregir las fallas del mercado, a proteger sus intereses, a colocar a salvo al CAPITAL a costa del TRABAJO, ¿cómo?: aumentando el control y el sometimiento de éste, pero sin asfixiarlo pues depende de él para la obtención de la riqueza y/o dando un poco de oxigeno inyectando más CAPITAL desde el Estado para los bancos privados o las empresas privadas en función de su importancia y tamaño. Ya en la crisis del 2008 en los Estados Unidos de Norteamérica fuimos testigos del drama del sistema financiero y el de las familias que perdieron sus viviendas por la burbuja hipotecaria, igualmente conocimos a donde fue a parar el auxilio del Estado, todavía a gente durmiendo en sus carros.
En los países Europeos, donde tuvo más fuerza el Estado de Bienestar y donde la izquierda se sumo a la tendencia reformista, logrando reivindicaciones en la prestación de los servicios públicos, en el campo laboral y de seguridad social, hoy está en una crisis de magnitudes inocultables, donde los TRABAJADORES y el PUEBLO SOBERANO son el eslabón más delgado de la cadena, como decimos popularmente en Venezuela “los paga peo”. ¿Cómo resolver el déficit?: recortando en las políticas sociales, en fin nuevamente se optó por darle más oxígeno al monstruo que todo lo devora. ¿Qué se podría esperar? que las tensiones continúen y que de ellas surja un vencedor y un vencido, que marcará el camino en el futuro para los demás gobiernos y pueblos que llamaremos ahora “los primeros en el mundo ... y los últimos en ...”.
Estamos en Venezuela luchando por abrir un camino, el Socialismo
del Siglo XXI, hecho a nuestra manera, en nuestro Aquí y ahora, quizás no me
atreva a decir a nuestra medida, por cuanto todos convenimos en que debe ser
internacional, más ahora que la tecnología y la liberalización ha aumentado la
globalización en tantos ámbitos; siendo así habrá muchos elementos comunes a
varios lugares con los mismos problemas, con lo cual sólo cambiarán en la
forma; en Nuestra América, en nuestra Patria Grande, algunos procesos o caminos
conducen al mismo destino, se dan simultáneamente los denominamos Revolución
Ciudadana, Revolución Boliviana, Revolución Sandinista, Revolución Cubana,
Revolución Bolivariana.
Sin pretender agotar el tema dejo para la reflexión, relacionado con sólo uno de lo síntomas del antagonismo o contradicción que hoy acontece entre el CAPITAL y el TRABAJO, de este perverso sistema que ya preveía en 1516, el Inglés Tomas Moro en su Utopía:
“No se puede comparar la situación de otros países, ni siquiera de lejos, con la igualdad de esta República. ¿Cómo puede justificarse que un pobre, o un plebeyo que sea usurero, u otro cualquiera que no se ocupa en trabajo alguno o que toda su acción es poco necesaria a la República, pueda adquirir a base de tal ociosidad el vivir con esplendor y regalo, y que un trabajador, o un hombre del campo, tenga que trabajar día y noche con tanta fatiga que no la toleraría un animal, para granjearse escasamente su alimento, con menos comodidad que los brutos, que ni se cansan tan intensamente ni padecen por el temor de que les falten las cosas necesarias para la vida? ¡A éstos el trabajo de escaso provecho y poco fruto siempre les está aguijoneando, atormentándoles el pensar en la vejez mísera que les espera a todos aquellos cuyo jornal de un día es tan escaso que no les basta para el sustento de él, de manera que mal podrán poner de lado algo sobrante para los días malos de la senectud!
¿No es ingrata e injusta aquella República que desperdicia grandes caudales en los que llama nobles, en los artífices de cosas vanas, en los bufones, en los inventores de deleites superfluos, y en muchos otros por el estilo, no teniendo el menor interés por el bienestar de los agricultores y toda clase de trabajadores, sin los cuales la República no podría subsistir? Se usa mal de aquellos cuyo trabajo es de gran provecho, desentendiéndose de sus desvelos; y cuando después de haber pasado muchos años se hallan necesitados de todas las cosas y con graves enfermedades, se les deja morir en extrema miseria, olvidando los grandes servicios que prestaron.
¿Qué diremos de los ricos que se quedan con el salario de los trabajadores, no solamente con violencia y engaño, sino con el pretexto de las leyes? Así, lo que antes se tenía por injusto, como era el no recompensar con agradecimiento a los que habían hecho algún bien y servicio a la República, ahora esta ingratitud y perversión la ensalzan y califican con el nombre de justicia, estableciendo leyes nuevas sobra esta base.
Estas invenciones de los poderosos, adornadas con los colores de la nación, se convierten en leyes; y los hombres perversos con codicia insaciable se reparten entre ellos los bienes que debían destinarse a la necesidad de todos. ¡Qué lejos está esto del bienestar de la República de Utopía! ” (subrayado y resaltado nuestro)(1)
Sólo quisiera agregar una reflexión o preguntas más, aprovechando esta contradicción tan elocuente entre CAPITAL-TRABAJO, el objetivo del socialismo Bolivariano que construimos es: “¿Distribuir y repartir la riqueza a todos por igual?”, ó “¿Garantizar el trabajo a todos según su capacidad, un trabajo que produzca las riquezas, para todos por igual y satisfacer con ellas las necesidades de todos por igual?”. De las respuestas a estas preguntas, entre otras, dependerá el camino que tome nuestra proceso revolución o reforma.
El socialismo es el camino, sólo que hay que construirlo.
alvin.lezama@gmail.com
(1)Tomas Moro, Utopía, Traducción ROVIROSA 1964, http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2007/04/descarga-de-libros-completos.html