Ya no sé cómo reaccionar ante lo aspaventero de la contrarrevolución. A veces me rio con el irrebatible talento de mal histrión que exhibe. Pero la verdad es que todo el tiempo me produce una ingrata decepción al darme cuenta que existan en pleno siglo XXI venezolanos que se muestren tan excesivamente simplistas. Que por no tener razones para pensar en algo eminente, o estándar al menos, y no poder ofrecerlo al pueblo, al país, se centren entonces sólo en la vil actitud de desprestigiarlo y, para colmo, convertirse en bienhechores de lo más funesto que su placenta haya podido alimentar: corruptos convictos, asesinos a mansalva, delincuentes de cuello blanco, comerciantes inescrupulosos, hambreadores de la gente buena y trabajadora, y pare de contar. Y no resulta cualquier cosa esto, ¿no? Pero la última alharaca, luego de la que aún forman defendiendo a capa y espada a los impúdicos comerciantes inmobiliarios, es la referida a unas declaraciones del jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Bolivariana, general Henry Rangel Silva.
Y resulta que el general Rangel Silva no ha dicho nada, y además, calmosamente, que un militar de honor identificado con su pueblo no tuviera que decir, también por elemental vergüenza de buen venezolano. Simplemente me remito a ellas para que sean examinadas con cuidado y peso, y sin que se pretenda elucubrar con el sentido histriónico y chancero tan privativo siempre de la contrarrevolución venezolana y mundial.
Porque hoy la denominada MUD cree, con fe malsana, sin duda, que los avances que el pueblo ha logrado con la Revolución pueden ser revertidos a los estadios cuando la cuarta república metía todos los jonrones debido a que ese mismo pueblo, con su aparente indiferencia producto de la humillación y represión, se las ponía bombita…
Ahora no, ahora el pueblo es poder pletórico de conciencia y, la Fuerza Armada que hoy también ha tomado conciencia de ser pueblo y no casta, jamás se prestará de nuevo para convertirse en perro de presa de los intereses cuestionables de una oligarquía, burguesía, plutocracia, o como se llame que, para sus vulgares existencias, reniegan, marginan, atenazan y desprecian al pueblo llano que realmente es el verdadero instrumento para que Venezuela se realice a la larga como la pensó y concibió Bolívar.
Así de simple.
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