El monopolio de alimentos más importante del país, las llamadas Empresas Polar, está celebrando 70 años de fundada y en su sibilina estrategia publicitaria por la TV hacen ver que dicha empresa, explotadora y hambreadora, es patrimonio del país; para ello se valieron de un conjunto de personas humildes, trabajadoras, a las que seguramente les pagaron y que no tienen la más mínima conciencia de clase y se prestan para esa asquerosa marramucia de los Mendoza.
Frágiles de memoria esos compatriotas pronto olvidaron que no hace mucho tiempo, apenas unos 8 años atrás, 2002/2003, esas empresas se metieron a fondo en una acción subversiva contra el gobierno revolucionario y junto a los restantes miembros de la oligarquía, además del descabellado y monstruoso paro petrolero, le tocó a la Polar poner su cuota en la acción contrarrevolucionaria, ¿cómo lo haría? en lo que era su fuerte, los alimentos. Así quitaron de los anaqueles la harina de maíz, el arroz, los refrescos y absolutamente todos los producto alimenticios que producen y distribuyen. Era diciembre y aquellas navidades fueron las más amargas que nuestro pueblo vivió en toda su historia y las Empresas Polar fueron unas de las principales responsables de aquel dolor, de aquellas carencias, de aquel sufrimiento colectivo que no se justificaba, ¿y todo por qué? Por el afán de derrocar un gobierno que tiene el apoyo de esa mayoría popular.
¿Con ese reciente antecedente puede alguien afirmar, honestamente, patrióticamente, que esas empresas son patrimonio de una nación? No puede ser más descarado, desproporcionado y absurda semejante pretensión.
Pero hay más elementos que demuestran que la Polar no sólo no es ningún patrimonio, sino que es una empresa enemiga del país y, sobre todo, de su pueblo. ¿Qué cuota de responsabilidad tienen esas empresas en los delitos, crímenes y hechos de sangre que semanalmente se cometen en los barrios humildes del país en un alto grado producto de la ingesta de la llamada “catira”, la cerveza que por millones de botellas son distribuidas a diestra y siniestra, el alcohol, explosivo componente de la cerveza.
¿Puede una empresa, cuyo fuerte productivo y económico, es la producción de cerveza, de la distribución de un licor que beben incluso niños y adolescentes, y tiene un alto componente en el delito, llamarse o ser patrimonio de un país?
Otro componente es el referente a la harina de maíz nombrada Harina Pan. La masiva publicidad televisiva y de prensa escrita pone a esa empresa como la creadora de la harina de maíz, vieja táctica capitalista para generar un sentimiento de agradecimiento en la población consumidora del importante producto porque hacen ver que ellos crearon el producto cuando no es así. Es bueno conocer un poco el origen de la harina de maíz.
Será el 4 de junio de 1954, bajo el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, que un gran creador, inventor y olvidado venezolano, el ingeniero Luis Caballero Mejías, que sale la patente de uno de los más trascendentales inventos que revolucionará la gastronomía venezolana, se patenta la harina de maíz precocida, base de la tradicional y popular arepa, herencia cultural gastronómica de nuestros ancestros indios.
El ingeniero Luis Caballero Mejías, amigo de los hermanos Álvarez y cliente del negocio, les llevó su invento, es decir, un paquete con harina de maíz “para que lo probaran”. Así comenzó a popularizarse aquel enorme invento que pronto comenzó a industrializarse en pequeña y mediana escala y le abrió dimensiones insospechadas al maíz y las famosas tostadas fue un verdadero boom gastronómico.
El capitalismo, ávido de ganancia, vio en aquel invento uno de los grandes negocios, así comenzó, en los años 60, a producirse en gran escala, la harina de maíz bajo el llamativo nombre de Harna Pan, producida por el monopolio Polar, empresa conspiradora, acaparadora de alimentos, para subvertir el actual proceso revolucionario y que pretende, en su campaña, presentarse ante el país como los creadores e inventores de la harina de maíz.
No deja de ser una canallada de los dueños de esa empresa el acudir a la mentira para tratar de sensibilizar a la población venezolana que ha consumido por años la Harina Pan porque no había ninguna otra marca en el mercado. La especialidad de las Empresas Polar ha sido la distribución de alimentos, mejor dicho, todo un imperio monopólico de la distribución de alimentos, que, con la complicidad de gobiernos dóciles, con la corrupción de funcionarios consolidaron una estructura que determinaba lo que se consumía, en qué cantidades y quién lo producía. Si hay duda de la efectividad de ese siniestro y criminal mecanismo monopólico, remitámonos al paro empresarial petrolero donde las Empresas Polar jugaron un papel estelar en lo atinente al acaparamiento de alimentos, entre esos alimentos sobresalió la famosa Harina Pan, que por dos meses faltó en la mesa de los venezolanos, allí no valía la pena hablar de patriotismo porque ellos, las Empresas Polar, querían precisamente destruir la Patria.
¿Cuántas marcas de harina precocida había en el mercado y cuál era la de mayor presencia, la que dominaba el mercado? Dos, Harina Juana y Harina Pan. Si había otras marcas era de existencia marginal, de un mercado irrelevante. El dominio de Harina Pan del mercado es del 95% aproximadamente.
Por supuesto, la oligarquía criolla y sus amos imperialistas yanquis subestimaron –una vez más– al presidente Chávez y al gobierno revolucionario, quienes plantearon la política de la seguridad agro alimentaria de nuestro pueblo y comenzaron a producir –primero en pequeña y mediana escala– harina de maíz propia para, precisamente, romper la dependencia del monopolio alimentario y distribuidor que constituyen las Empresas Polar.
La campaña televisiva de las Empresas Polar asumiendo la paternidad de la harina de maíz, presentándose como los constructores de la cultura gastronómica venezolana; en ninguna parte de las cuñas televisivas mencionan al creador de la harina de maíz, el ingeniero Luis Caballero Mejías, ya ese hecho denota una evidente deshonestidad de parte de los dueños de los fabricantes de alimentos. Una pregunta se hace evidente: ¿adquirió la Polar la patente de invención de la harina de maíz, cuándo, ha pagado derechos de regalías a los herederos del ingeniero Caballero Mejías o, simplemente, se la apropiaron porque nadie explotaba el producto?
¿De qué patriotismo hablan los dueños de las Empresas Polar cuando ni siquiera son capaces de reconocer que hubo un inventor de la harina de maíz y se presenta el monopolio como el genuino inventor del estratégico producto?
¿Puede creerse o decirse, entonces, que una institución que ha hecho más mal que bien, se califique de patrimonio de Venezuela. No puede haber mayor desmesura y descaro y hay que desenmascarar esa patraña de una empresa que está hedionda a nacionalización desde hace rato.
(humbertocaracola@gmail.com)