Explícales, además, que si el problema
de las estafas tiene ya una esperanza de solución, es porque hicieron
la denuncia por ante los organismos competentes del estado. Porque de
lo contrario, de no haber hecho esa denuncia, todavía estuvieran deambulando
como almas en pena buscando quien los escuchara y tomara en cuenta su
terrible calvario. Porque en esta sociedad de cómplices, no es a la
víctima sino al ladrón a quien le prodigan todas las consideraciones
y homenajes.
Ponles como ejemplo a los estafados
de La Avileña, que hoy, gracias a la intervención del gobierno, no
solo tienen las llaves de sus inmuebles, sino también los documentos
de propiedad debidamente protocolizados”.
Este mensaje se lo enviamos a Mario Silva por lo siguiente: En la hojilla se transmitió un programa de opinión realizado en Televén donde un vejete, perteneciente a una organización que se encarga de no recuerdo qué, salió de una manera desvergonzada y cínica en defensa de los estafadores inmobiliarios. Entre las cosas que dijo este desvergonzado, cargado de años y seguramente de malas costumbres, fue que debido a las expropiaciones que había hecho el gobierno de los inmuebles abandonados, de ahora en adelante nadie se iba atrever a construir conjuntos residenciales por temor a ser expropiados.
Mario Silva se dejó
pasar este strike, y no dijo nada al respecto. Cuando lo que debió
haber dicho fue que si eso llegara a ocurrir, no sería a causa de las
expropiaciones, sino al temor de la gente de ser nuevamente estafadas
por el gan de la construcción.
alfredoschmilinsky@hotmail,com
Nota: En vista de que el ALCA no es
posible implementarlo tal como fue concebido inicialmente, entonces
los cuatreros del norte han ideado aplicarlo con otro nombre, es decir,
como Tratado de Libre Comercio, cuyos efectos son tan desastrosos y
nocivos para estos países como el ALCA mismo.
Ahora bien, como los Estados
Unidos no han renunciado a la aplicación de estos tratados en nuestros
países, y como un hipotético gobierno de la oposición no dudaría
un momento en aplicarlo, no está demás alertar a la población de
los peligros que corremos con un eventual triunfo de los vasallos del
norte, o sea, de la oposición.
Con esa finalidad hemos
rectado el siguiente texto:
Para definir en pocas palabras
que es el ALCA nada más apropiado que hacerlo con base a sus resultados.
En este sentido, la aplicación de este tratado de “libre” comercio
en nuestro país, como lo pretende el gobierno de los Estados Unidos
y sus lacayos internos, significaría literalmente, y sin eufemismos,
el desmadre de nuestra economía. En efecto, tan pernicioso y devastador
sería la implementación de ese convenio comercial, que hasta el mismo
Papa, Juan Pablo Segundo, lo caracterizó como una versión moderna
del “colonialismo”. Un colonialismo que además de acrecentar la
miseria y la marginalidad; que además de acentuar el atraso y el sub-desarrollo,
con todas las lacras que les son propias, como el hambre, la criminalidad,
el analfabetismo, las enfermedades y el desempleo, además de todo esto,
repito, nos despojaría de nuestra condición humana para convertirnos
en simples piezas de una implacable maquinaria comercial. Esto es, que
dejaríamos de ser personas, seres humanos, para transformarnos en simples
productores de ganancias para el capital monopolista norteamericano.
En resumen, el ALCA o sus sucedáneos, los tratados de libre comercio,
significaría la africanización de nuestros países. Y ello en el marco
de una feroz tiranía.
Eso se explica por lo siguiente:
para empezar, todos los acuerdos y resoluciones que se llegaran a adoptar
en virtud del mencionado tratado, se convertirían automáticamente
en leyes de la República, es decir, que la legislación que regula
el ingreso de mercancías a nuestro país, incluyendo las disposiciones
que sobre la materia económica recoge la Constitución, quedarían
automáticamente derogadas. Las consecuencias que tal hecho tendría
para los productores del campo, que se verían abatidos por un competencia
implacablemente ruinosa, no es difícil adivinar: avasallados por una
avalancha de productos generosamente subsidiados provenientes del norte,
no tendrían otro destino que el de la quiebra y el abandono de sus
actividades productivas.
Pero los trabajadores,
o más exactamente, todo aquel que devengue un sueldo o salario no saldría
con el ALCA o sus equivalentes mejor librados que los agricultores.
Muy por el contrario, pues al quedar prácticamente derogadas
la Constitución y la Ley del trabajo, los derechos que en materia laboral
estos instrumentos jurídicos consagran en beneficio de los asalariados,
también quedarían eliminados. Y así, conquistas tales como la contratación
colectiva, prestaciones sociales, aumentos de sueldos, contratación
colectiva, vacaciones, derecho a huelga, derecho a la educación, derecho
a la salud, etc., se perderían irremediablemente. Y no sólo eso, sino
que, además, si por causa de cualquier disposición legal que beneficie
a los trabajadores las empresas gringas dejaran de percibir las ganancias
que ellos desearan obtener, quedarían en libertad de demandar al estado
venezolano. Esto lo harían a través de un tribunal especial que se
constituiría para tales efectos, es decir, un tribunal ad hoc, pero
secreto. En resumen, nos veríamos reducidos a la humillante y bochornosa
condición de colonos o esclavos, si se prefiere. ASO