La tragedia provocada por las lluvias nos brinda la oportunidad de recuperar los suelos de nuestro territorio, de repensar su ordenación y de regular el aprovechamiento de sus recursos, en función del “vivir bien” de todos los venezolanos.
El gobierno ha venido haciendo un esfuerzo de hecho y de derecho para rescatar tierras de uso rural con base en su utilidad pública, sin embargo hasta ahora no ha podido hacer lo mismo para recuperar y regularizar el uso de las tierras urbanas.
Este es el momento perfecto para liberarnos de algo tan absurdo y tan ajeno a las poblaciones originarias de Nuestra América como lo es la propiedad privada de la tierra, impuesta e institucionalizada por el poder colonial con miras a posibilitar y a acelerar la expansión y dominación capitalista. Propiedad defendida a capa y espada por pseudo capitalistas parásitos que, utilizando recursos del Estado, se han beneficiado de su explotación rural y urbana, y pretenden seguirlo haciendo.
La Asamblea Nacional tiene el deber patriótico de aprovechar este mes para aprobar un instrumento jurídico único que declare la tierra, así como el aire y el agua, propiedad comunitaria e inalienable de todos los venezolanos y establezca lineamientos claros para su uso y usufructo.
Los que estamos luchando por la agilización y profundización del proceso de transición al socialismo estamos obligados a impedir que unos pocos se sigan considerando dueños de nuestra tierra y pretendan ser recompensado por ceder su posesión. En este tema, al igual que en otros de vital importancia para el proceso revolucionario, tenemos que evitar enredarnos en consideraciones y reglamentaciones que dejen resquicios para que todo permanezca igual.
Todos los hijos de Abia Yala debemos luchar por la desprivatización de los elementos de la naturaleza.
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