Trincheras de Ideas

La Ley Habilitante, instrumento para la transformación

Esa parte del país que está de espaldas a la realidad histórica, a las profundas transformaciones que se vienen produciendo en Venezuela, que se pone gríngolas para no querer ver los cambios producidos y menos admitirlos, que mete, como el avestruz, la cabeza debajo de la tierra pretendiendo con ello que esas transformaciones y cambios no existen o no se han producido. Ese sector del país, una parte de la clase media e incluso de sectores populares, que sostienen una actitud opositora, sea por manipulación ideológica (la que ejerce Globovisión o Televén), sea porque su nivel de conciencia política no es muy elevado o no la tienen o la conciencia nacional es muy frágil o tampoco la tienen, no entienden el vital, necesario e imperioso paso de la Ley Habilitante que solicitó el Presidente para acometer no sólo la gravedad de la contingencia y la catástrofe creada por las torrenciales lluvias sino, aprovechando la coyuntura, acometer un conjunto de cambios necesarios para el país.

Por supuesto, la ultra derecha política, neo fascista (que es una parte ínfima del minoritario sector opositor), no entiende –por carecer de sensibilidad y haber perdido en lo esencial su condición humana, por ser una clase (la burguesía) en proceso de descomposición– no las bondades de una Ley Habilitante, sino que ve en ésta un enorme peligro político para los planes que esa extrema derecha y el imperialismo yanqui tiene planteados para el derrocamiento del gobierno revolucionario.

Como la oligarquía criolla, en los gobiernos adeco/copeyanos de la Cuarta República, nunca le prestaron la debida atención al pueblo en los momentos de catástrofes que afectaron a nuestro pueblo, por despreciarlo e importarle poco su sufrimiento, si no, recordemos una catástrofe relativamente reciente, el terremoto de Cariaco, en el estado Sucre. Mayor insensibilidad y dejadez del gobierno del Dr. Rafael Caldera, no fue posible, el abandono del pueblo de Cariaco fue tal que años después del terremoto, las ruinas de las casas y escuelas caídas se mantenían igual que el primer día de la hecatombe.

Por eso a la burguesía, a la reacción, a esa partidocracia nauseabunda no le importa para nada una ley habilitante y un conjunto de medidas o decretos leyes que apoyen y dignifiquen a esas docientasmil personas afectadas por los estragos de las torrenciales lluvias. Su naturaleza antipatriótica y antipopular, su carencia de condición humana, su rapacidad, la maldad intrínseca y el odio que los caracteriza, la sumisión al imperio, su antipatriotismo hace que le importe un bledo el sufrimiento de la gente del pueblo, si se mueren o se salvan en una tragedia. De allí que su actitud de despreciar la Ley Habilitante, combatirla, es una estrategia política porque saben que están perdiendo la iniciativa política, se le restringe su capacidad de maniobra.

Pero en el análisis que se haga de la situación de grave crisis que generó el vendaval de lluvias que concluye con el otorgamiento de la Ley Habilitante que el Parlamento le concedió al Presidente por un período de 18 meses, se debe tomar en cuenta que precisamente la tragedia puso al desnudo las grotescas políticas del capitalismo en ciudades como Caracas donde, además de arruinar y destruir el campo y la producción agrícola para imponer las masivas políticas de importaciones de alimentos, el éxodo campesino a las ciudades y, a partir de las políticas populistas propias de AD y Copei, dejar de lado la planificación del crecimiento de Caracas, Maracay, Maracaibo, Barquisimeto… y, buscando el voto para el candidato del partido, en una burda política de demagogia permitir la construcción de villas miserias a ese pueblo que venía emigrando del campo en busca de oportunidades económicas y sociales que ya no existían en el campo. Por supuesto, la burguesía, ni tonta ni perezosa, los llamados “amos del valle”, siempre dejaron para sí los mejores espacios, las mejores tierras, dejando que “los sucios campesinos” remontaran los frágiles cerros caraqueños, construyeran allí, anárquicamente, sus villas miserias. Y durante la Cuarta República, es decir, durante 40 largos años se permitió la construcción de esa bomba de tiempo que son los barrios humildes de Caracas y de otras ciudades, comunidades donde campea la miseria, la pobreza extrema.

Campeó la política del marginamiento, de la exclusión, de la explotación de la masa campesina convertida, ahora, en clase obrera, y en un numeroso sector de marginados desempleados, caldo de cultivo de la delincuencia. Hasta que comenzó a reventar la bomba de tiempo que son la mayoría de los barrios populares por la acción de las lluvias que puso al desnudo las miserias del capitalismo salvaje y neoliberal, los graves riesgos de la mayoría de esas construcciones.

Allí, precisamente, es donde está la justificación de la Ley Habilitante, el hecho político que es el fin de toda la estrategia de salvamento del pueblo hostigado por las lluvias que impulsó el Presidente Chávez y el gobierno revolucionario. No es sólo albergar a las familias rescatadas de la muerte y darles un tratamiento digno, transmitirles tranquilidad y la seguridad de que van a tener una vivienda digna y decorosa. Pero, además, –y eso es lo que preocupó y asustó a la burguesía– no era salvar y ayudar al pueblo pobre, aplicar un humanismo totalmente desconocido en Venezuela en toda la Cuarta República, era aprovechar la coyuntura de la crisis natural para comenzar a desmontar la monstruosa injusticia, la desigualdad, la sistemática violación a los derechos humanos de miles de venezolanos pobres que permitió y construyó el capitalismo.

Toda la contingencia que generaron las lluvias, la destrucción de barrios enteros, el derrumbe de casas, hizo algo que la derecha no esperaba, el líder de la revolución se puso al frente de las labores de salvación y rescate y allí, en situ, palpó lo que ya sabía, la terrible situación de miseria y pobreza que padece nuestro pueblo, pero, arriesgándose y exponiéndose, asumió su papel de jefe y conductor de una revolución –papel mucho más importante que cualquier otro título o cargo siempre transitorio o finito– para salvar a su pueblo, primero, de una segura muerte; segunda, darle un vuelco a toda aquella situación de injusticias que no fue nunca enfrentada por la clases dominantes, y, dentro de la concepción socialista, dignificar a esa masa sufrida, estimularla a organizarse y prepararse para grandes luchas pero en mejores condiciones, con una casa que el Estado, por boca del Presidente, les garantizaba en el mediano y largo plazo.

¿Cómo enfrentar tan compleja situación con las herramientas normales propias de un proceso de paz, con una burocracia quintacolumnista y con recursos limitados? No es posible, pasarían 50 años y sólo se darían algunos pasos, había que legislar de manera extraordinaria y el parlamento revolucionario culmina en enero, viene una nueva composición donde la presencia de 65 parlamentarios de extrema derecha, que si bien no son mayoría, entorpecerían y alargarían la aprobación de leyes vitales para salir de la crisis. Se alargaría mucho más el sufrimiento de nuestro pueblo, de allí otra justificación para aprobar la Ley Habilitante. A la derecha parlamentaria “ni tantito así” de concesión, ése es el enemigo y hay que neutralizarlo con políticas de largo alcance como la aprobación de la Habilitante y de las restantes leyes aprobadas.


(humbertocaracola@gmail.com)




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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

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