El 10 de enero de 1860, sucedió uno de los asesinatos políticos más relevantes de la historia de Venezuela. El General Ezequiel Zamora, quien desde la mitad del siglo XIX venía articulándose a todo un movimiento que exigió el cumplimiento de reivindicaciones que siendo planteadas en el proceso de independencia, había sido progresivamente abandonado en nombre de un proyecto de país que excluyó a las mayorías.
Los ideales en torno a la incorporación de los sujetos históricamente invisibilizados en la colonia – pardos, zambos, afrodescendientes, indígenas- fueron un motivo para la agregación de esos sectores en las Guerras de Independencia, pero después de 1830, los acuerdos entre las elites habían colocado la situación social en un clima cercano a la explosión. La fragmentación de la élite militar surgida con el apoyo de José Antonio Páez, conjuntamente con la repartición de tierras sobre la base de la legitimidad surgida con el fuero militar, permitió la exclusión de los sectores populares.
Este es un tema histórico: la no resolución por parte de los procesos de independencia de los requerimientos de las grandes mayorías. Constituye un factor vigente, a 200 años del inicio de la confrontación. A partir de 1840, con la creación del partido Liberal con el lema Malo periculosam libertatem quam quietum servitium (Más quiero una libertad peligrosa que una esclavitud tranquila) se discute sobre las relaciones sociales basadas en situaciones de vasallaje y esclavitud sobre diversos grupos sociales, que no habían sido beneficiados en la distribución de riqueza surgidas. Esta situación, sigue hoy en los espacios que como el Sur del Lago mantienen la exclusión, la apropiación no sólo del trabajo del hombre sino también de su voluntad de ser libres.
Ayer y hoy, la sujeción del individuo a presiones económicas y sociales, derivadas del control sobre la propiedad, sumieron a los hombres que asumieron la ciudadanía reconocida en la Constitución – tanto la de 1830 como la de 1999- en una situación de indefensión y precariedad, ante la cual la necesidad de aplicar justicia y equidad se convierte en un requerimiento histórico. Ayer, el partido Liberal, enarboló las banderas de la defensa de la ciudadanía como concepto. Como se recordara es este un tema clave en el desarrollo del pensamiento liberal clásico y estaba asociado a los denominados derechos políticos.
Desde la aprobación de la Constitución de 1811 hasta la de 1830, el ejercicio de la ciudadanía tenía limitaciones. Limitaciones asociadas a la posesión o no de riqueza – tierras- y el acceso que esa posesión daba a privilegios de ejercicio político, tales como elegir y ser elegidos. Era por lo tanto, una lucha heredada de los principios mismos que impulsaron la gesta de independencia: libertad, tierras, ciudadanía¡¡.
En este contexto de insatisfacción con lo prometido en el período 1810-1840 es que Ezequiel Zamora vive su niñez y adultez. Se debe recordar que su nacimiento ocurre en 1817, en pleno proceso de maduración de la Guerra de Independencia y ello significa que para 1840, cuando surge el partido Liberal, Zamora tiene 23 años. Sin duda, el debate que plantean Tomas Lander y Antonio Leocadio Guzmán, como voceros liberales, incidió en algunos de los planteamientos que hará cuando se incorpora a la lucha política. Zamora es parte de los sectores sociales que surgen sobre la base de las relaciones de producción entre propietarios, campesinos y comerciantes. Dirige una pulpería en Villa de Cura, actual estado Guárico, y sobre esa relación comercial le toca lidiar con los campesinos, con los propietarios y con aquellos como él, se benefician de la actividad comercial y de usura que prevalece en Venezuela.
Zamora divulga los planteamientos que lee en El Venezolano (el diario del partido Liberal) que hablan en contra de la usura, la explotación, la concentración de tierras, las condiciones miserables del pueblo venezolano. Poco a poco, se va convirtiendo en una referencia en todos los alrededores de Villa de Cura y su compromiso, pero sobre todo la capacidad de acercarse a los sectores más excluidos lo hacen surgir en el debate político.
Zamora, comienza a ver en la Venezuela profunda, esa que surge más allá de Caracas y se convierte en impulsor de la Sociedad Liberal de Villa de Cura a partir de abril 1846, que propone: 1) Comunidad de tierras, 2) Hombres libres, 3) Elección popular y principio alternativo y 4) Horror a la oligarquía. El impacto de estas propuestas hace que el movimiento liberal se extienda por Maracay, Choroní y Ocumare de la Costa, en La Victoria, San Mateo, Chuao, entre otras zonas, convirtiéndolo en una referencia junto a los más conocidos Lander y Leocadio Guzmán.
En las elecciones de 1846, ante el impulso del discurso ideológico de Zamora, la estructura de poder le impide participar en la contienda electoral, quitándole la condición de ciudadano, tal como lo establecía la Constitución de 1830, en su Art.46, solo por el hecho de hacer propaganda llamando a votar por él. Esta 1era prisión, le dará recursos para plantearse que ante las estrategias del poder oligárquico conservador, la participación bajo canales institucionales no es una posibilidad.
La represión policíaca, el fraude electoral y la violación del orden jurídico, característica del período 1840-1846 conduce a Zamora al planteamiento de la lucha armada, organizada desde las estructuras sociales populares, compuestas por campesinos, mulatos, zambos, los pequeños propietarios arruinados, en fin, los excluidos. Esa injusticia existente, es lo que lleva a Zamora a enarbolar las banderas de la resistencia armada, comenzando así su liderazgo militar y popular, a través de la organización miliciana. Zamora da inicio a un liberalismo de izquierda, más radical del comedido y entreguista liderado por Leocadio Guzmán, pero sobre todo con más sustento en la realidad social injusta del venezolano.
Hay que tomar en consideración, que en el período de 1830-1846 ocurrieron más de ciento treinta conspiraciones, rebeliones y alzamientos, casi todos de sectores excluidos (esclavos, mulatos, mestizos). De forma tal que el alzamiento de Zamora, en 1846, es una respuesta a este clima de injusticias existentes, pero los lineamientos de la Sociedad Liberal de Villa de Cura, le otorgan un peso de apoyo popular que será clave en la historia del siglo XIX venezolano y sigue teniendo vigencia hoy en día. El tema de la comunidad de tierras, sobre bases asociativas y de corresponsabilidad en el desarrollo productivo tiene sentido, cuando asumimos que la seguridad alimentaria, eso es la capacidad de hacer que nuestros predios generen riqueza en forma de alimentos, se encuentra asociada a la satisfacción de las necesidades básicas de nosotros como seres humanos. Al mismo tiempo, se conecta con el tema de justicia social en cuanto a la justa distribución de la propiedad de la tierra. Un Gobierno que respete la propiedad, basado en la apropiación indebida y la concentración en pocas manos de la riqueza es un gobierno construido sobre la inequidad. Por eso es que 151 Años luego de su asesinato, las ideas de justicia, equidad y acceso a la propiedad siguen teniendo vigencia.
Ayer como hoy, el acceso a la propiedad de la tierra es un derecho que protege el Estado y toda su estructura política-jurídica, pero siempre y cuando esa propiedad no esté basada en la usurpación, la explotación o el abuso, surgido bajo la lógica liberal-capitalista. Zamora ayer lo entendió, hoy la Revolución Bolivariana se ve comprometida en la continuidad de esa lucha.
Zamora plantea las bases de un imperativo histórico: la lucha de pobres contra ricos es justificada, cuando esas diferencias se estructuran sobre la explotación inclemente del otro, cuando la propiedad de la tierra no se hace por medios legítimos sino que obedece a la intimidación, a la amenaza, al despojo, a la aplicación inadecuada de la ley con el objeto de proteger al poseedor, al privilegiado.
Zamora, le da sentido a un planteamiento que encuentra eco en el debate que se suscita en el mundo en la etapa 1840-1860: la confrontación entre liberalismos y socialismo. Hoy, 151 años después de su muerte el planteamiento es el mismo: la lucha entre ricos y pobres. La lucha entre el paradigma socialista, de igualdad y solidaridad versus el paradigma liberal, de egoísmo y explotación. El contexto histórico es distinto, pero los mecanismos de explotación que perviven son idénticos e idéntico es el compromiso y la convicción que caracterizo a los hombres y mujeres (campesinos, parceros, mulatos, negros) ayer, y los que hoy siguen luchando, sobre la base de las organizaciones populares y campesinas, cuyo enemigo histórico sigue vivo: las oligarquías predadoras y explotadoras¡¡.
La insurrección campesina que ayer lideró Zamora, suscitada a partir de septiembre de 1846 y que terminaría años más tarde en la concreción de la Guerra Federal, sólo puede ser entendida como una consecuencia de la inacción e ineficacia del Estado en restituir el orden jurídico, en aplicar justicia y contribuir a la equidad y el equilibrio. Ese Estado Conservador, encabezado por Páez, que protegió al rico en detrimento del pobre; que coloco las leyes en favor de quien todo lo posee, no es el mismo Estado del siglo XXI. Acá insistimos en la restitución de los derechos de propiedad legítimos.
Estos territorios del Sur del Lago, en los que el Gobierno Bolivariano adelanta un proceso de revisión de la propiedad de la tierra, eran territorios de resguardo indígena, que fueron afectados a lo largo del siglo XIX y luego, decretados ejidos para pasar posteriormente a manos de privados. No negamos el aporte al desarrollo económico de estos espacios, pero el desarrollo y la prosperidad productiva se adelantó sobre la explotación, el sometimiento y el abuso de los grandes terrófagos, quienes con la connivencia de las leyes y los actores políticos, usurpó, maltrato, persiguió y asesino a campesinos, luchadores sociales, pequeños productores, en fin todo aquel que fuera un obstáculo a sus ambiciones.
Así como Zamora decidió actuar, a través de la fuerza de la organización popular armada, en el siglo XIX, para intentar restituir la paz y la justicia, hoy el Estado, a través del Ministerio de Agricultura y Tierras, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las organizaciones campesinas, los movimientos populares, las fuerzas sociales activadas en defensa de los derechos humanos; procura restituir la justicia y el clima de paz en la Subregión Sur del Lago, todo ello bajo el peso de lo establecido en la Constitución y la Ley de Tierras
. La impunidad, el asesinato a través del sicariato, el amedrentamiento de las voces que se elevan a denunciar la injusticia, no pueden seguir siendo lo que prevalezca en esta región. Zamora ayer y nosotros hoy, creemos en el derecho a producir, en la propiedad de la tierra, derechos estos basados, eso sí, en la legitimidad y no en la violencia. Por eso, el Estado venezolano actúa hoy para evitar un brote de violencia mayor en una zona que presenta más de 200 asesinatos de líderes campesinos, funcionarios, líderes comunales, sin que hasta el día de hoy, se castigue a los culpables.
Zamora ayer tuvo la tarea de darle coherencia militar a la organización de la federación en el período 1858-1860, ante la amenaza que implicaba el gobierno de la oligarquía y su insistencia en imponer orden basado en la violencia de las armas. Nosotros hoy aplicamos la norma zamorana del peso político de las organizaciones populares, y su capacidad de lucha y resistencia ante la injusticia. Creemos en los poderes creadores del pueblo y por eso hoy, emulando a Zamora le damos al pueblo todo el apoyo en sus formas de organización y respuesta, ante la injusticia y la explotación.
El Gobierno Bolivariano lucha contra la impunidad. El Gobierno Bolivariano apoya los productores pero bajo condiciones de justicia y equidad. Creemos en las bondades económicas de la zona del Sur del Lago, pero también creemos que la producción, la prosperidad económica, la capacidad generadora de alimentos de la zona no puede seguir estar construida en la violación de los derechos humanos, en la injusticia y el desequilibrio. Nosotros retomamos 165 años después, los principios de la Sociedad Liberal fundada por Zamora: COMUNIDAD DE TIERRAS, HOMBRES LIBRES, PARTICIPACIÓN Y LUCHA CONTRA LA OLIGARQUÍA EXPLOTADORA.
Cuando conmemoramos hoy un año más del asesinato de Zamora, reproducimos la frase del cantor Alí Primera: los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Rescatamos su Manifiesto y gritamos a los vientos nuestra disposición y todo nuestro esfuerzo para aplicar justicia en estas zonas tan olvidadas históricamente y que hoy, el Gobierno Bolivariano, ha tomado como ejemplo del desarrollo del pensamiento socialista del siglo XXI. Finalizó alzando hoy la voz, con el grito de Zamora: TIERRA Y HOMBRES LIBRES¡
Santa Bárbara 10 de enero de 2011.
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