Doce años de una política comunicacional gubernamental coja, a veces espléndida y otras veces mediocre, se ha visto engrandecida por estas más de 14 horas de información detallada en logros, avances, retrocesos, dificultades y complejidades que ha debido enfrentar la Revolución Bolivariana.
Entre muchísimas cosas, el pueblo ha podido apreciar los esfuerzos en materia de seguridad que ha hecho el Gobierno, como son, por ejemplo, las inversiones y proyectos de la nueva Policía Bolivariana, que definitivamente llenan de esperanza a una ciudadanía agobiada por la inseguridad.
Igualmente, hemos podido constatar la extraordinaria política petrolera del Gobierno Bolivariano, que lejos de regalar petróleo, como repiten de manera autónoma los oposicionistas derechistas, ha traído dividendos extraordinarios al país: un total de exportaciones por el orden de los 500 mil millones de dólares, de los cuales 330 mil millones han sido destinados a la inversión social, y la recuperación de 96 mil millones de dólares que también fueron invertidos en las Misiones Sociales, además de hacerse del 49% de una refinería plenamente productiva en República Dominicana, país que acumuló su deuda con Venezuela y debió cancelar en activos. Todo ello sin mencionar el valor geoestratégico que encierra dicha política.
Pero por otra parte, el pueblo venezolano también ha podido ser testigo de la inmensa mediocridad de los diputados derechistas venezolanos, que se acostumbraron a las preguntas prefabricadas y virtuales que le hacían sus anclas mediáticas y su perenne cantaleta anacrónica contra el “castrocomunismo” y la supuesta ausencia de libertad de expresión, y que después de doce años hablándole al espejo, no saben cómo enfrentar la realidad política de la Venezuela socialista del Siglo XXI.
Entonces pregunto, ¿habría sido esto posible sin la presencia de la oposición en la Asamblea Nacional?
Ciertamente, la ausencia de la oposición en la Asamblea Nacional amenazaba a que la dirigencia de la Revolución Bolivariana también le hablara a su ombligo. Hoy, ésta dirigencia revolucionaria está obligada a hacer su tarea y rendirle cuenta al país, y así lo ha hecho con creces: la pata que le faltaba a la política comunicacional del Estado.
De seguir el debate político nacional por el camino que va, y no existen dudas de que así será, la Revolución Bolivariana se catapultará hacia el futuro, incluso entre quienes hoy la adversan.
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