En esta década perdida se han celebrado 13 cumbres para tratar el Cambio Climático. A pesar de este importante número de convocatorias, donde el Cambio Climático fue una “verdad incomoda”, el club de los países contaminantes, “eficientemente” si logró ponerse de acuerdo, pero solo entre ellos, para bloquear todas las iniciativas mundiales y no permitir avanzar ninguna resolución obligante y coordinada contra el calentamiento global.
Esta agresión es difícil de frenar mientras se piense en el momento, en nuestro ciclo de vida, tenemos que pensar en las futuras generaciones. Mientras se continúa en una constante acumulación de capital como persona y como Estado. Nadie detendrá la agresión al planeta. En tanto que los intereses de las naciones predominen sobre el interés del conjunto de la humanidad y del medio ambiente mundial, al crecimiento económico y demográfico mundial se desarrollara de manera incontrolada.
Como consecuencia de nuestra agresión diaria y nuestra cultura de dominación de la naturaleza, nuestra madre tierra, nuestra casa grande, está enferma, el planeta se está recalentando y el clima está cambiando. El aumento exponencial del calentamiento global está provocando cambios extraordinarios en el clima. Los trastornos del Fenómeno del Niño y de La Niña, sequías, inundaciones, olas de calor, tsunamis, terremotos, huracanes y tornados son cada vez más fuertes y más frecuentes. Se presentan condiciones climáticas extremas que no hemos visto nunca antes, aumentando las lluvias en algunas regiones del continente y ocasionando severas sequías en otras, teniendo efectos negativos en la agricultura, la silvicultura y la pesca en todas las regiones.
Los desastres naturales directamente relacionados con el clima afectan cada año a unos 250 millones de personas, pero sin una adecuada gestión internacional, estos cambios medioambientales causarán 375 millones de víctimas en 2015. Así lo advierte el informe "El derecho a sobrevivir. El reto humanitario del siglo XXI", un trabajo de Intermón Oxfam presentado por la responsable de campañas, Marta Arias, y por el portavoz de cambio climático de la organización, José Antonio Hernández.
El informe advierte de que en los próximos cuatro años, el número de damnificados por desastres relacionados con el clima podría crecer un cincuenta por ciento hasta los 375 millones de víctimas.
El informe pronostica que los cambios medioambientales no sólo causarán daños por sí solos, sino que además provocarán desplazamientos, migraciones y conflictos violentos entre países y plantearán un reto humanitario "sin precedentes" para el que la acción humanitaria internacional no está preparada.
"A medida que el cambio climático y la mala gestión del medio ambiente provoquen una proliferación de sequías, desprendimientos de tierra, inundaciones y demás desastres localizados", habrá "más personas vulnerables, debido a su pobreza y ubicación".
Los desastres naturales en el planeta continuaran; El cambio climático incrementará los desastres naturales. Ascenderá el nivel de los mares y aumentará la temperatura
El efecto devastador del cambio climático en las poblaciones costeras fue predicho por científicos de más de cien países reunidos en el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC), que estimaron que ascenderá dramáticamente el nivel de los mares.
De acuerdo con estas previsiones, miles de ciudades e islas correrán grandes riesgos. Los desastres naturales incluyen sucesos tales como sismos, erupciones volcánicas y sequías, así como otras catástrofes que pueden ocasionar presiones sobre las poblaciones, que deben refugiarse en otra parte del mundo.
En algunas circunstancias el comportamiento de la troposfera (capa de la atmosfera que está en contacto con la tierra), alcanza condiciones extremas. Esto genera verdaderas catástrofes, ya que el exceso de precipitaciones, en un corto lapso origina inundaciones. La falta de lluvias de manera irregular da lugar a sequías, que muchas veces coinciden con olas de calor. Las olas de frío causan las nevadas extraordinarias, las heladas tardías y también producen pérdidas económicas, especialmente en la agricultura. Otro desastre por causas meteorológicas lo constituyen las granizadas.
Estamos viviendo un cambio climático sin precedentes causado directa y únicamente por el ser humano. Hay pruebas abrumadoras que la actividad humana sea la principal responsable del calentamiento observado desde 1950, particularmente por los patrones de consumo de la “civilización” occidental desde la época industrial. En el año 1751, se estimó que las emisiones de dióxido de carbono provenientes de la quema de combustibles fósiles eran de 3 millones de toneladas. En el año 2006, se emitieron a la atmósfera 8.379 millones de toneladas.
La concentración en la atmósfera de gases que provocan el efecto invernadero ha aumentado sustancialmente desde el comienzo de la revolución industrial (un 37 % en los últimos 200 años). La concentración preindustrial era de 280 ppm (partes por millón) mientras en 2008 fue de 390 ppm, y si no dejamos de emitir estos gases, va camino a las 600 durante este siglo XXI, mientras en el último millón de años - hasta 1960, la concentración de CO2 en la atmósfera nunca superó las 310 ppm. Las 600 ppm no se han alcanzado en el planeta desde hace 18 millones de años, mientras la variación de CO2 no ha superado aproximadamente 10% en el planeta durante los últimos 10.000 años.
Si pasamos de un incremento de 20C sobre la temperatura media preindustrial, los daños van a ser muy severos. En el 2004 ya habíamos incrementado la temperatura 0,80C. La temperatura depende de la concentración de CO2. Si superamos los 400 ppm (en 2016 al ritmo actual), alcanzaremos inevitablemente los 20C antes de 2050.
Pero, la precaria situación del planeta en la actualidad no es culpa del 80% de la población mundial, que vivimos en condiciones de pobreza, sino está causado directa y principalmente por los modelos de desarrollo y consumo irresponsable desde la época industrial de la llamada civilización occidental. La sed de ganancia sin límites, la búsqueda de lujo, ostentación y derroche 20% más enriquecida de la población mientras millones mueren de hambre en el mundo, nos ha hecho a todos depender totalmente del consumo excesivo de los recursos del planeta, convirtiendo a todo en mercancía y expuesto a la sobreexplotación tanto de los bosques, la flora y la fauna, el agua, la tierra, el genoma humano y la vida misma como los minerales y los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), que son los mayores causantes de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Desde 1860, Europa y Norteamérica han contribuido con el 70 % de emisiones de CO2. Los países empobrecidos con un 25 %.
Las emisiones de anhídrido carbónico per cápita en los Estados Unidos son 300 veces superiores a las de Mozambique.
Por último, el informe avisa de que la presión urbanística en los terrenos agrarios, el aumento de la población mundial, de la demanda de productos alimenticios y energéticos por parte de las economías emergentes, y el crecimiento de la presión migratoria y del paro como consecuencia de la crisis mundial agravarán esta situación.
Desastres naturales
La naturaleza nos devolvió con creces tanto castigo recibido y en esta década por lo menos cada año 250 millones de personas se vieron afectadas. Sufrimos acontecimientos únicos en su magnitud, como el tsunami de Indonesia en el 2004, de 8,9 grados Richter con epicentro frente a la isla indonesia de Sumatra: el mayor tsunami de la Historia causando 226.408 muertos en doce países ribereños del océano Indico; el 2006 el tsunami de la isla indonesia de Java, dejando cerca de mil muertos y 110.000 desplazados, de 7,7 grados de magnitud; el 2007 el tsunami en las Islas Salomón, provocado por dos terremotos, uno de 8,1 grados Richter seguido de otro de 7,6 grados, con más de un centenar de muertos y más de 5.409 desplazados.
Vivimos escalofriantes inundaciones como la del 2000 en Mozambique, las cuales dejaron como resultado cinco millones de personas afectadas. Entre el 2001 y el 2006, el mundo fue testigo de las inundaciones masivas en Vietnam, Laos, Camboya, Malasia y Tailandia, igual en el 2007 en los estados de Tabasco y Veracruz en México, con más de 25 mil evacuados. Paquistan, India, Rusia y Centroamerica, sufrieron en el 2008 fuertes inundaciones con pérdidas de cientos de vidas y millares de desplazados. Uruguay y Brasil también presentaron importantes movimientos de desplazados por inundaciones en el 2009 y al cierre del 2010 al Norte de Colombia y Venezuela las inundaciones desplazaron a más de medio millón de personas.
Huracanes como el Julitt en el 2001, Isidoro y Kenna en el 2002, Charley, Frances, Ivan y Jeanne en el 2004, Wilman, Katrina, Junior, Emili y Stan en el 2005, sembraron el terror en el Caribe y sismos como el de Aceh Indonesia en el 2004 de 9,5 grados con 230 mil muertos, Pakistán Cachemira en el 2005 con 73.275 muertos de 7.6 grados, Láquila Italia en el 2007 de 6,3 grados, China Sicuani en el 2008 con 87.587 muertos de 7.9 grados; en Piscu Perú en el 2009 de 7,9 grados; el de Haití con 250 mil muertos de 7 grados y el Chile de 8 grados en la escala de Richter en el 2010, entre otros.
Los países contaminantes, no conformes con todas las emanaciones de CO2 que su parque automotor y fábricas movidas por combustibles fósiles envían a la atmósfera, se dedicaron a ensayar nuevas tecnologías nucleares en los océanos, produciendo alteraciones sísmicas. Así, como también lo han hecho los múltiples experimentos secretos realizados en la troposfera, que también, ha traído como consecuencia, trastornos en la dinámica climática del planeta.
Cambio climático
y crisis alimentaria
En algunas regiones, algunos gobiernos, algunos modelos de desarrollo económico, promueven los agrocombustibles y reservan masivamente tierras esenciales para la vida del planeta a automóviles de lujo y no al ser humano, usan tierras para chatarras y no para la vida humana. Ello niega el alimento a los pueblos y está causando problemas en la economía de las distintas regiones del mundo, afectando las economías familiares.
Al tratar de asegurar la oferta de energía, Unión Europea, Estados Unidos, Brasil, China y varios países más, están cambiando de combustibles fósiles hacia agrocombustibles. Ello significa que el precio de la materia prima para agrocombustibles, y de la misma manera de los alimentos, va a subir en el mismo grado que el precio del petróleo.
Por tanto, uno de los principales motivos del aumento de los precios de los alimentos en los mercados mundiales ha sido el aumento de la demanda de algunos productos agrícolas, como el azúcar, el maíz, la yuca, las semillas oleaginosas y el aceite de palma, que se han empleado principalmente como alimento y/o forraje, y ahora se están cultivando como materia prima para la producción de agrocombustibles.
El consumo de alimentos ha dejado de tener un valor fundamental para pasar a ser un bien mercantil y esto está causando graves consecuencias. Los resultados las podemos observar en las dramáticas cifras que nos muestra la crisis alimentaria actual: más de mil millones de personas, uno de cada seis habitantes del planeta, pasan hambre. Cuando, paradójicamente, nunca en la historia se había producido tanta comida como ahora. La producción de alimentos desde los años 60 hasta hoy se ha multiplicado por tres, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado. Pero, ¿qué sucede? Si no tienes recursos para pagar el precio de los alimentos, no comes. Esto es lo que pasó con el estallido de la crisis alimentario en los años 2007 y 2008 cuando se produjo un aumento muy importante del precio de los alimentos debido a una serie de causas coyunturales (inversión en agrocombustibles, especulación con materias primas, etc) y estructurales (las políticas neoliberales que se han venido desarrollando estos últimos años). Esto multiplicó el precio de los cereales básicos convirtiéndolos en inaccesibles para amplias capas de la población, especialmente en los países del Sur.
En plena crisis
alimentaria, las mayores empresas del sector anunciaban cifras récord
de ganancia.
Esta crisis se agudiza cuando vemos que se está produciendo alimentos para generar combustibles. Ello niega el alimento a los pueblos y está causando problemas en la economía de las distintas regiones del mundo, afectando las economías familiares.
Al tratar de asegurar la oferta de energía, Unión Europea, Estados Unidos, Brasil, China y varios países más, están cambiando de combustibles fósiles hacia agrocombustibles. Ello significa que el precio de la materia prima para agrocombustibles, y de la misma manera de los alimentos, va a subir en el mismo grado que el precio del petróleo.
Por tanto,
uno de los principales motivos del aumento de los precios de los alimentos
en los mercados mundiales ha sido el aumento de la demanda de algunos
productos agrícolas, como el azúcar, el maíz, la yuca, las semillas
oleaginosas y el aceite de palma, que se han empleado principalmente
como alimento y/o forraje, y ahora se están cultivando como materia
prima para la producción de agrocombustibles.
Los precios de la carne, azúcar, cereales, lácteos y otros productos básicos llegaron a su nivel máximo en diciembre de 2010, sobrepasando las cotas récord de 2008. A dos semanas de iniciado el 2011, una insurrección de gente hambrienta tumbó al presidente de Túnez y dio inicio a una nueva crisis alimentaria mundial similar a la de hace tres años.
La escalada inflacionaria comenzó en agosto del 2010 y rompió récords en diciembre como consecuencia de de los desastres climáticos y también de la febril especulación financiera. Impulsaron semejante alza el déficit resultante de la merma de las zafras en Brasil, Australia, Rusia, India, China y otros productores agrícolas afectados por inundaciones, sequías e incendios extremos; la debilidad del dólar, y la alta cotización del petróleo.
Desde junio de 2010 los precios del trigo aumentaron casi 50 por ciento, la mayor alza en tres décadas, informó The Financial Times el 2 de agosto; a fin de año los contratos de futuros de azúcar crudo se incrementaron cerca de 18 por ciento en la bolsa de Nueva York; y el azúcar blanco en el mercado de Londres terminó a 777,50 dólares la tonelada métrica el 31 de diciembre, un repunte interanual del 9%.
El azúcar muestra una tendencia alcista en los últimos tres años, y sus precios se duplicaron en la primera década del siglo. En enero de 2011, el azúcar crudo promedia a 31,15 centavos de dólar la libra en Nueva York, tres centavos más que el año anterior; mientras que los precios del maíz y de la soya alcanzaron niveles no vistos desde julio de 2008 en el mercado de Chicago.
La escalada inflacionaria mundial en 2010 fue impulsada fundamentalmente por el aumento del costo de la energía y de los productos frescos. En noviembre, el IPC en China registró un inflación interanual de 5,1 por ciento, la mayor en 28 meses, sobre todo por el alza de precios de los alimentos en 11,7%
La FAO alertó que los precios mundiales del arroz, el trigo, el azúcar, la cebada y la carne seguirán altos o registrarán significativos aumentos en 2011, quizás replicando las marcas de 2007 y 2008. La organización dice que es muy posible que los precios suban mucho más si el clima seco en Argentina se convierte en sequía, y si comienzan los problemas con la cosecha de trigo por las heladas en el hemisferio norte.
Los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) de Argentina pronostican dificultades en el suministro de alimentos para el próximo invierno debido a la sequía, con un consecuente aumento de precios. La falta de lluvia daña cerca de 50 por ciento de las tierras con mayor productividad, y se dice que los cultivos de soja y maíz están en “situación límite”. La ministra de Coordinación Económica de Indonesia Hatta Rajasa consideró que el cambio climático es un peligro real para la producción de alimentos de su país, que es el tercer productor de arroz después de China y la India, pero sus cosechas fueron afectadas por el fenómeno de El Niño y los incendios.
Un reciente informe de la FAO advierte que la nueva escalada de precios tendrá consecuencias muy peligrosas para 80 países, entre ellos Honduras, Nicaragua y Haití. “Vivimos actualmente el inicio de una crisis alimentaria similar a la de 2008”, aseveró el relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación Olivier de Schutter, y dijo que las naciones más frágiles son las importadoras de alimentos con escasas reservas de divisas, como Mozambique, Afganistán, Mongolia y Corea del Norte.
Varios países en desarrollo y casi todos los países de África subsahariana dependen demasiado de un puñado de materias primas como el algodón, el café, el tabaco o el azúcar, y tienden a invertir mucho en esos cultivos de exportación y menos en los destinados al consumo local. Esto los hace muy vulnerables a los cambios de los precios, explicó de Schutter, e instó a esas naciones a invertir en la agricultura interna con miras al autoabastecimiento y a diversificar sus economías para disminuir su grado de dependencia.
Según la FAO, existe un equilibrio entre el suministro mundial de alimentos y la demanda, y suficientes existencias de cereales para garantizar una situación menos grave que la de 2008. Sin embargo, la volatilidad de los precios del trigo y del petróleo es una de las principales preocupaciones.
Muchos bancos centrales del mundo endurecen sus políticas monetarias y algunos gobiernos se ven obligados a aumentar los precios del petróleo y sus derivados, y de las tarifas de servicios básicos. El encarecimiento de los combustibles repercutirá directamente en el precio de los alimentos, socavará los avances logrados en la última década en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria, y agravará los conflictos sociales en 2011, advirtió el director general de la FAO Jacques Diouf.
La producción
agrícola mundial debe ser reformulada, mientras los agricultores pobres
de África y otras regiones necesitan ayuda para lidiar con los crecientes
costos de los fertilizantes, que les han impedido sembrar más cultivos,
señaló Annan.
En tanto, en
Londres, la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA)
de la ONU, Josette Sheeran, comparó la crisis provocada por el incremento
global de los precios de alimentos con un “tsunami silencioso” que
podría sumir a más de 100 millones de personas en la pobreza y el
hambre.
Al referirse
a la escalada de precios de los alimentos, en un comunicado difundido
antes de la reunión, Sheeran afirmó que “este es el nuevo rostro
del hambre: millones de seres humanos que no estaban en la categoría
de personas con necesidades urgentes hace seis meses, ahora lo están”.
Una severa
sequía en Australia, uno de los principales productores agropecuarios
del mundo, contribuyó a que los precios de los alimentos se dispararan
y puso en riesgo la capacidad mundial para alimentar a millones de personas,
aseveró Annan.
“Podríamos
ya estar viendo el comienzo de grandes desastres por hambre”, añadió
en un resumen informativo en Ginebra, citando los disturbios en Haití,
Filipinas y Egipto, debido a la escasez de alimentos.
La crisis es
un desafío real para la gente que vive con un dólar al día y para
sus gobiernos: “Los pobres están siendo afectados, y son los que
menos aportan al cambio climático. Los contaminadores deben pagar”,
señaló Annan. “El cambio climático es una amenaza para todos, una
amenaza a nuestra salud, nuestra seguridad, nuestra estabilidad política
y nuestra cohesión social”, agregó.
Las proyecciones
del panel de la ONU sobre el clima indican que para evitar los peores
efectos que puedan generar olas de calor, inundaciones, sequías y los
crecientes niveles del mar, hacia 2020 las emisiones de los países
ricos deberán disminuir de 25 a 40 por ciento por debajo de los niveles
de 1990.
La vertiginosa alza de los precios de los alimentos es el tema principal de una reunión de expertos convocados en Londres por el primer ministro británico Gordon Brown, con la meta de diseñar un plan para frenar esta escalada, que ha provocado motines en varios países del mundo.
La comunidad internacional del sector financiero debe responder como lo hizo durante la crisis financiera mundial que estalló en el 2008, rápidamente hubo auxilio para salvar a los bancos privados de la bancarrota, la ayuda llegó por la acción concertada de 6 bancos centrales (Japón, USA, UE, Suiza, Canadá, Inglaterra), inyectaron 180 mil millones de dólares. El senado de USA aprobó 700 mil millones de dólares y dos semanas después aprobó 850 mil millones de dólares más y en septiembre del 2009 se estima que el paquete de rescate alcanzó los 17 trillones de dólares, es decir 17 millones de millones de dólares. Dice Max-Jeff: “A una situación como esta nos enfrentamos, a dos alternativas, ser demagógico o ser realista. Si sostenemos invocando la ley de la oferta y la demanda, que en el mundo hay más demanda por pan que de operaciones estética y más demanda para aliviar la malaria que por vestidos de alta costura, y si sugiero un referéndum que pregunte a los ciudadanos si prefieren destinar las reservas monetarias para salvar vida o para salvar bancos. Si planteó todo esto se me acusara de demagogia. Si por el contrario acepto que es más urgente necesario, conveniente y provechoso impedir la quiebra de una aseguradora o una institución bancaria que dar de comer a millones de niños, socorrer las víctimas de un huracán o curar el dengue, en ese caso se dirá que soy realista”.
Ese es el mundo en que estamos, un mundo acostumbrado a que nunca hay suficiente para los que no tienen nada y siempre hay suficiente para los que lo tienen todo. No hay suficientes recursos, se nos ha dicho, para superar la pobreza, pero sobran los recursos para satisfacer necesidades superficiales. Qué pasa si dividimos los 17 trillones de dólares por los 30 mil millones de dólares anuales que estima la FAO para superar el hambre en el mundo. Si hacemos esa simple división los resultados que se obtendrían será de 600 años de un mundo sin hambre. ¿Dónde estaba esa plata? ¿Quién la tenía? Se no había dicho que no había el dinero para resolver la pobreza. Si siempre nos dijeron que no alcanzaba para resolver la pobreza y de repente, de la noche a la mañana hay más de medio milenio de un mundo sin hambre y sin pobreza.
La conferencia dictada en diciembre del 2009 en la Universidad Internacional de Andalucía titulada “El Mundo en rumbo de Colisión” por Manfred Max-Neff, economista y ambientalista chileno, ganador del Premio Nobel Alternativo de Economía (Right Livelihood Award).Esta conferencia está enfocada sobre el cinismo del capitalismo y los líderes mundiales sobre el tema de la pobreza y el hambre en el mundo. Expone con cifras de organismos internacionales la terrible realidad que vivimos. En 2009, la FAO estima que 1 020 millones de personas están subnutridas en todo el mundo y el dinero necesario según este organismo de las Naciones Unidas es de 30 mil millones de dólares anuales para salvar estas vidas. Combatir el hambre es un compromiso asumido por los países del mundo, y seguir los progresos hacia la consecución de los objetivos relativos a la reducción del hambre establecidos en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 y la Cumbre del Milenio de 2000. Se ha venido planteando que no hay dinero para resolver el problema de la miseria en el mundo.
Creo que difícilmente se puede concebir una realidad más obscena y más repugnante. Nunca se puede imaginar que se usen magnitudes tan descomunales para rescatar bancos y no para combatir el hambre. Es decepcionante la conducta de los dirigentes de los países más desarrollados del mundo que solo piensan en defender el capitalismo salvaje que se apropia de las riquezas naturales de los países en desarrollo.
jlrlinares@gmail.com