El llamado de alerta lanzado por nuestro Camarada Presidente Hugo Chávez ha venido quedando en letra muerta, se ha venido imponiendo la política de terrorismo laboral implantada por la burguesía colombiana en territorio patrio. Hoy, vemos con preocupación que la política de terror se ha concentrado en aquellos/aquellas camaradas que han liderado conflictos laborales, saliendo a relucir los nombres de Richard Gallardo, José Requena y Luis Hernández, asesinados en el Estado Aragua, Argenis Vásquez, Secretario de Reclamos del Sindicato de Toyota en Cumaná, Estado Sucre, Tomas Rangel, en Barinas, además de los asesinados en el marco de la huelga de Mitsubishi, entre otros, como expresión de un estilo patronal de discutir las relaciones laborales, ajeno a nuestra idiosincrasia y tradición. A la par que la patronal acude al terrorismo laboral, por la vía del exterminio físico de su contrario de clase, la burguesía se ha valido de sus relaciones en el ámbito judicial para hacer uso del terrorismo judicial, amedrentando a los líderes sindicales mediante citaciones y aperturas de juicios, como los casos de Juan Valor, de Sidor, Fructuoso Garay en la empresa Inica, Estado Aragua, Lili Rincón, de la empresa SM Pharma, Estado Zulia, Stalin Pérez, Estado Carabobo, y más directamente, contra la dirigente de la Únete, la camarada Marcela Máspero, Coordinadora Nacional de Únete en la Inspectoría del Trabajo del Estado Barinas, el pasado 25 de Enero, por parte del Abogado Armando Díaz, representante legal de la Empresa Hipermercados El Garzón. Como se puede apreciar, esto es parte de una campaña emprendida por la burguesía con el único objetivo de amedrentar y atemorizar a la dirigencia sindical que lucha por los derechos de la clase trabajadora a luchar por mejores condiciones de subsistencia, a una vida digna, tal cual lo establece nuestra Constitución Bolivariana, en su Art. 91: “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales…”
A la par de esa práctica antisindical, violatoria del derecho a la vida, nuestra Revolución ha vomitado de su seno lo peor de la práctica sindical, la extorsión. Esa actividad contranatura, proveniente de algunos miembros del alto gobierno, es expresión del deterioro burocrático que comienza a carcomer nuestra Revolución. Cuando un miembro del alto gobierno, llama al camarada presidente del sindicato Heinz, que, en la actualidad, se encuentra inserto en una lucha reclamándole a dicha transnacional mejores condiciones laborales, y le insta a no acometer acciones propias de la lucha sindical para reivindicar la existencia de nuestra especie como clase, sin duda, ese funcionario se coloca del otro lado de la barricada, del lado de quienes adversan nuestra Revolución Bolivariana y harán hasta lo imposible para derrocarla, valga decir, ese funcionario es un enemigo potencial de la Revolución que públicamente dice defender. Es un traidor, que corroe internamente nuestra Revolución y debe ser extirpado sin contemplaciones del organismo revolucionario.
En la misma forma de actuación, funcionarios y diputados se han dado a la tarea de comunicarse con camaradas trabajadores dirigentes de los sindicatos en lucha por las reivindicaciones de la clase trabajadora exhortándolos a abandonar la Únete e incorporarse a los sindicatos burocratizados, parasitarios del aparato del Estado. Esa grosera forma de actuar, debe ser repudiada por quienes nos manifestamos a favor de la Revolución Bolivariana y somos contrarios a esa práctica aberrante, que nos recuerda los tiempos de conformación del poderoso Buró Sindical de AD. Eran los tiempos en que los sindicatos independientes del partido de gobierno de aquel entonces, se les arremetían con los famosos cabilleros si osaban no plegarse a las políticas adecas. Pareciera entonces, que camaradas desviados de su compromiso revolucionario, están intentando reeditar a lo interno del Psuv, un cuerpo sindical similar al que existió en los años de plenitud política de lo que se llamó el “partido del pueblo”.
La independencia de los sindicatos del aparato del Estado es un requisito fundamental para garantizar la autonomía del movimiento de los trabajadores/trabajadoras, en palabras del camarada Michael Lebowitz: “Observa lo que los trabajadores están haciendo, decía Marx. A través de sus propias luchas para dar respuesta a sus necesidades ellos revelan que la batalla por una nueva sociedad se conduce luchando dentro del capitalismo, en vez de buscar la solución fuera de él. En esas luchas, los trabajadores reconocen sus intereses comunes, llegan a comprender la necesidad de unirse contra el capital. No es, sin embargo, simplemente la formación de un bloque opuesto al capital lo que emerge de esas luchas. Marx insistentemente señalaba que el proceso mismo de lucha producía gente transformada: luchando por sus necesidades [las personas] “adquieren una nueva necesidad —la necesidad de la sociedad— y lo que aparecía como un medio se transforma en un fin”. Se transforman a sí mismas en sujetos capaces de cambiar su mundo. Esto es lo que Marx identificó como una práctica revolucionaria: “la coincidencia del cambio, las circunstancias y la transformación de la actividad humana o autotransformación”. El mensaje de Marx a los trabajadores en un determinado momento fue que deberían pasar años de lucha “no sólo para lograr un cambio en la sociedad, sino también para su autotransformación. Por esta razón, Marx sostenía que el socialismo nunca podía ser entregado a la gente desde arriba, debía ser el fruto del propio trabajo de la clase trabajadora…” (El socialismo no cae del cielo).henryesc@yahoo.es