Si algo une a los venezolanos y venezolanas sin excepción, es el rechazo a la violencia que desangra a las familias en todos los estratos sociales, con mayor intensidad en las barriadas más pobres. El desarrollo social y humano, además de requerir garantías legales que regulen la convivencia civilizada, requiere condiciones objetivas que lo hagan posible. Al ampliarse la brecha entre el hecho y el derecho, van perdiendo legitimidad las instituciones y cualquier proyecto político transformador. Se ha creado una peligrosa percepción colectiva de inseguridad y vulnerabilidad ante las acciones cotidianas del hampa y el crimen organizado, generando escepticismo y desesperanza, a pesar de los grandes esfuerzos realizados por el gobierno nacional en materia de seguridad.
La inseguridad es un monstruo de mil cabezas, para cuya destrucción se requieren voluntad política, constancia, recursos y la aplicación de una estrategia que ataque sus causas estructurales. Es esencial la coordinación de todos los componentes del Estado y la participación de la sociedad en su conjunto, sin distinciones de carácter político. Es por ello que el tema de la violencia debe asumirse como un asunto de estado, colocándolo al margen de la diatriba política. El reciente Consejo Federal de Gobierno convocado por el Presidente Chávez para tratar el asunto, es un paso importante en esa dirección.
Este es un problema que no pueda “esperar” hasta que se logren las condiciones sociales óptimas que lo minimicen. Aunque, por su naturaleza debe abordarse progresivamente, en su dimensión preventiva y correctiva, en el corto y largo plazo, atacando sus causas estructurales, a la vez que enfrentando sin tregua los focos y células reproductoras del cáncer del delito.
La consolidación de la revolución pasa por la reducción sustancial de la violencia social. Un triunfo temprano en la confrontación contra el crimen, ampliaría considerablemente su base política y social, a través de la aplicación de una política integral de seguridad eficaz, basada en el Poder Popular y en un amplio movimiento social que nos agrupe a todos sin excepción en la lucha por la vida.
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