Hay situaciones que a diario, cada instante ocurren que ya las hemos dado por normales, como si en efecto ello fuera así y varios son los casos que deben ser resueltos y ordenados, porque Tal como lo registra la columna “Un grano de maíz” la revolución requiere de un pueblo altamente organizado para que la pueda defender.
Y para organizar de una vez al pueblo venezolano, que ya anda caminando en ese sentido, hoy por hoy es imprescindible que los venezolanos internalicemos o tengamos conciencia sobre dos herramientas que harán más fuerte a esta sociedad, como son el respeto y la disciplina.
Este es un pelón revolucionario que debe ser resuelto y no dejarlo, exclusivamente, en manos del líder de la revolución, que anda como maestro itinerante enseñando, en todas partes donde se encuentra con los pobladores, las normas más básicas de autoestima, convivencia y respeto, no solo con los miembros de las familias sino con su relación a los vecinos y el resto de la población.
Pero como dicen popularmente “los deseos no empreñan” y con la palabra del líder y el tiempo que emplea no son suficientes para que la gente asuma esas principalísimas herramientas sociales de transformación.
Necesitamos un pueblo disciplinado y debemos concretarlo lo más pronto posible, pero antes, se requiere que el Estado sea exigente en ese sentido, sin dejar de ser humanista, característica noble ésta de una revolución, que en ocasiones es objeto de burla.
Seamos sensatos y apliquemos fuertes sanciones a los abusadores, que existen a granel en nuestra sociedad y que, basados en que los escuálidos abusan, torpedean, conspiran y hasta siembran muerte, hacen de sus vidas (esos abusadores) una suerte de circo callejero y se comportan como les da la gana en la calle.
La referencia es una sola: Eso lo hacen los abusadores en la avenida Sucre y en el resto de las avenidas y calles de la capital y ciudades de provincia; nos referimos a los conductores del transporte público y privado, los taxistas y los motorizados, para quienes la autoridad no existe.
Pregunta: ¿Con qué disciplina y respeto por ellos mismos estas personas que reciben ese calificativo de ciudadanos se van a enfrentar, valga el ejemplo, a una fuerza invasora que ansía devorar nuestros recursos humanos como sucede actualmente en Libia y ocurrió antes –y sigue ocurriendo- en Irak, Afganistán?
¿Alguien puede responder esa interrogante sencilla? ¡Apuesto a que nadie!
Un asunto es ser revolucionario de la boca para afuera y otro sentirlo con verdadera convicción y asumir que la vida se le irá en esa lucha. ¿Pueden hacerlo esos individuos que viven en una rumba constante, con sus vehículos para arriba y para abajo, sin importarles si la gente merece o no descanso?
Porque esa es la otra parte del asunto: Como estamos en revolución, me importa un pito si te molesta lo que hago, “soy libre, estamos en una verdadera democracia, esta es una revolución” y así estamos transitando. ¿Estas personas entenderán o habrán sentido lo que es el impacto de miles de misiles, como los lanzan los imperios para apoderarse de los recursos de las naciones más débiles?
¿Sabrán lo que es eso?
Lee el siguiente blog: wwwpertinentes.blogspot.com (Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión)