A primera vista el título de este artículo pareciera un trabalenguas y para algunos tal vez un sin sentido. Pero creo que apunta al centro del problema y de las posibles soluciones. Como profesor de matemáticas sostengo que la mitad de un problema está resuelto cuando el problema se plantea correctamente. Muchas veces no podemos resolver un problema dado simplemente porque lo planteamos de manera incorrecta. Hasta ahora se nos ha hecho ver que el problema de la vivienda en Venezuela es el llamado déficit de viviendas, en otras palabras, la falta de viviendas. Pareciera que se asume un concepto de la vivienda en el sentido clásico, tal como lo propone la concepción capitalista de la vivienda. Esto es, la vivienda unifamiliar, la vivienda para la familia tal cual como la entiende la sociedad burguesa. Sobre este punto volveré más adelante. Busco con este artículo llamar la atención sobre la manera en que se ha formulado el problema y las soluciones que de ella se desprenden, y como si reformulamos el problema surgirán otras soluciones.
En la economía capitalista, la mayor inversión que hace un buen número de personas es la adquisición de un hipoteca para comprar una vivienda. En efecto, la economía capitalista sufre serias consecuencias cuando la adquisición de hipotecas disminuye notablemente. La reciente crisis económica que sufrió principalmente los Estados Unidos, se llamó la “burbuja inmobiliaria”. Porque estuvo estrechamente relacionada con una manera muy particular en que se negociaron y renegociaron hipotecas en el mercado nacional e internacional. Tenemos así pues que la construcción de viviendas unifamiliares para ser vendidas a crédito a familias constituidas bajo el esquema burgués sea una de las principales actividades económicas en la economía capitalista. Adquirir una vivienda, separada de las demás por un buen lote de terreno, que sea una especie de isla urbana, donde se pueda estar sin salir de ella y sin estar en contacto con los vecinos, es parte del sueño estadounidense (“American dream”). Además, esas viviendas se encuentran en las afueras de la ciudad, generalmente en zonas donde no hay servicio de transporte masivo, de manera tal que tener uno o más carros es una necesidad. Ese tipo de viviendas con todas las comodidades y alejadas de otras viviendas y de la ciudad son una especie de cárcel, con ellas se instituye una especie de encarcelamiento auto-infligido. En fin, la vivienda en el capitalismo está concebida como la vivienda para la familia que el capitalismo promueve en el contexto de la economía capitalista. Vista la vivienda de esta forma, el llamado “problema de la vivienda” se reduce al problema de la construcción de viviendas para un mercado dado que puedan ser consumidas por un mayor número de personas, y de manera tal que su organización y distribución contribuya a reforzar los valores del capitalismo y su perpetuación.
Ha dicho Marx que las ideas dominantes en una sociedad son las ideas de la clase dominante. Entonces no nos debe extrañar que esa concepción de la vivienda como la concibe la clase dominante, sea la concepción dominante en nuestra sociedad. De allí que estemos planteando el problema actual de la vivienda en Venezuela a partir de una concepción capitalista de la vivienda. La vivienda como el lugar de confinamiento de una familia funcional (padre, madre y uno o dos hijos o hijas), un lugar donde pueden pasar todo o parte del día sin necesidad de interactuar con los y las vecinas. La vivienda como objetivo de vida, como parte de un sueño que una vez logrado se ha alcanzado todo en la vida y que después sólo queda echarse en un sillón a ver televisión. Los hijos e hijas cada uno en su cuarto conectado a la red y desconectado de sus vecinos, un televisor en cada habitación para que cada quien tenga la libertad de consumir el programa de su preferencia, claro está sujeto a la basura que ofrecen por más de cien canales de televisión. De esta manera el problema de la vivienda se entiende como la falta de una vivienda para cada familia, una vivienda entendida en el sentido capitalista antes descrito. Una vivienda al servicio de la reproducción de las formas de vida y las condiciones objetivas que soportan la reproducción del capitalismo.
Tomando en cuenta lo anterior, propongo que el problema de la vivienda se reconsidere a partir de una concepción diferente de la vivienda. Lo cual pasa, claro está, por una reconsideración de la idea de familia. Abandonar la idea dominante de una vivienda para la familia aislada. De esta manera no se trataría de pensar el problema sólo en términos de construcción de viviendas. Se requiere pensar en muchas otras cosas, como por ejemplo: espacios para el encuentro, espacios para el entretenimiento, espacios para la organización colectiva, espacios para la manifestación cultural, espacios para la satisfacción colectiva de necesidades, así como vínculos virtuales y reales entre esos espacios y de ellos con el resto de la ciudad.
Desde esta perspectiva no es suficiente localizar lotes de terrenos donde se puedan construir viviendas en el sentido capitalista, como mercancías para ser negociadas en el mercado. Más bien se trata de buscar espacios que sean humanizables donde se pueda vivir, tener un hogar, compartir con otros y con acceso a la ciudad. No se trata de construir espacios para aislar a grupo de personas entre si y de otros grupos de personas. Se trata de construir espacios donde se promueva la vida en común.
Se requiere entonces planificar la construcción de lavanderías de uso público, espacios para el intercambio de productos elaborados por los miembros de la comunidad o de otras comunidades (tales como alimentos, adornos, utensilios, etc.), espacios para el trabajo artesanal, plazas para el intercambio y la vida en común, lugares para compartir manifestaciones culturales (donde se pueda cantar, bailar, actuar, exponer, etc.), espacios para la educación formal, nodos de conexión con el resto de la ciudad que favorezcan el uso del transporte masivo o colectivo. Esos lugares debe garantizar el fácil acceso de los proveedores de servicios, tales como policías, bomberos y aseo urbano, y estar abiertos a todos. En fin, se trata de una nueva forma objetiva de vida que promueva un cambio de mentalidad y no al revés.
Reitero para concluir, el problema de la vivienda tal como está planteado no tiene solución en el marco del capitalismo. Repensar el concepto de vivienda, nos lleva a plantear el problema de la vivienda de otra forma. Una primera aproximación a la solución del problema permitiría crear condiciones objetivas que promoverían un cambio de mentalidad.
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