No obstante, paralelo a esta materialidad revolucionaria, también, se hacen presentes males, desviaciones, y perversiones que como la burocracia y la corrupción atentan contra este propósito transformador, poniéndolo en peligro y hasta amenazándolo en su intensidad y vocación revolucionaria. Es el síndrome reformista y regresionista que siempre se asoma en las gestas revolucionarias, siendo la realidad, que en muchos casos, las han conducido al más rotundo fracaso.
En el caso venezolano, creemos que estos flagelos no sólo se han hecho presentes con todo y sus cargas negativas sino que, a nuestro entender, ya han logrado emerger como enemigos antagónicos de la novedosa revolución bolivariana. Los impulsores y practicantes del burocratismo y la corrupción, que actúan en los más disímiles espacios del gobierno y del partido (PSUV) vienen desarrollando una práctica antisocialista y antibolivariana, que de no ser contenidos y derrotados se engullirán al proceso bolivariano con todo y la expectativa y esperanza de cambio que ha despertado en las grandes masas populares. Al cabo de un docenio de gobierno bolivariano, y con la alta sensibilidad social que lo caracteriza, es como para que la aceptación y el respaldo popular al presidente Chávez y al proyecto político que encarna tuviese un mayor y nítido apoyo del pueblo, pero, sin embargo, el fardo de las prácticas corruptas y burocráticas que desarrollan muchos de los funcionarios gubernamentales y partidistas hacen ya tanto peso que impiden su mayor expansión y definitiva consolidación.
El análisis de este cuadro negativo ya comienza a ser ponderado en su significativa dimensión por el propio comandante Chávez; expresión de ello son las Líneas Estratégicas de Acción Política, de su propia hechura y concepción y su denso y dramático discurso ante la dirigencia del PSUV, en el Hotel Alba Caracas, antes de partir de viaje hacia varios países de América del Sur.
En esta reflexión, luce pertinente una pregunta, quién se supone le hace más daño a la revolución bolivariana, el imperialismo y la oposición lacaya con sus acciones obstruccionistas y desestabilizadoras pero, en todo caso, lógicas y hasta naturales pues son en defensa de sus particulares intereses, o la práctica corrupta o burocrática de funcionarios desaprensivos con su estela creciente de siembra de desencanto y frustración; el pueblo trabajador, patriótico y socialista ha de tener la respuesta.