Todas las elecciones pasadas han tenido cada una su particular importancia.
Hemos transitado a lo largo de estos últimos doce años a través de un camino sinuoso (entre muchos traidores), complejo (todo tenemos que crearlo prácticamente de la nada: el Socialismo del siglo XXI), plagado de minas y entre abismos tenebrosos.
Las embestidas del enemigo, dirigida desde Washington, han sido sin pausa y sin contemplaciones. Una guerra de terror que, hay que reconocer, ya no tiene la fuerza de aquellos años del 2001, 2002, 2003, pero persiste implacable y violenta.
El porcentaje de personas horriblemente disociadas desde 2004 se mantiene más o menos intacto y en algunos lugares ha crecido.
En la elección presidencial del 2012 deberíamos dar la mayor de las repuestas a esa reacción criminal de la oposición. Deberíamos recuperar algunas gobernaciones y alcaldías perdidas; deberíamos aumentar la votación de todas las anteriores jornadas electorales a favor de nuestro comandante. ¿Estaremos haciendo lo correcto para que esto se dé?
Veamos estos datos:
En el referéndum revocatorio del 2004, ganamos con el 59% de los votos.
En las elecciones presidenciales del 2006, ganamos con el 62,84% de los votos.
Al año siguiente, producto de la feroz campaña de la derecha, sobre todo a través del pánico creado por los medios poderosos sobre la “destrucción” que haría el gobierno de la propiedad privada, perdimos con un 48,94% frente a un 51,05%.
La enseñanza debe ser, que frente a los medios hay que tener mucho cuidado, y hay que reconocer que hemos venido sufriendo un cierto desgaste producto de errores políticos, de fallas en algunos planes sociales, de fatiga en medio de los grandes combates y porque la verdad: aún no contamos con dirigentes muy bien fogueados y conscientes de sus roles revolucionarios en muchas regiones del país.
Si los planes en el tema de la vivienda consiguen concretarse tal cual como los ha presentado nuestro Comandante, si nos mantenemos firmes frente a los chantajes de huelguistas necrofílicos; si definimos una estrategia contundente frente a los desbocados proyectos desestabilizadores de la derecha tratando de paralizar hospitales, liceos, universidades, infiltrando algunos centros neurálgicos como el metro de Caracas, Corpoelec, al tiempo que se procura insuflar la inflación y la escasez de productos básicos de la cesta alimenticia, entonces podremos mantenernos en la cresta de la preferencia del electorado.
Pero hay que tener en cuenta que existe un amplio sector de la población que mantiene una posición ambigua, los llamados Ni-Ni, hacia los cuales debemos dirigir, con sumo cuidado, nuestra atención.
Debemos presentar la lucha de una manera clara y tajante entre los que quieren volver al pasado y nosotros que buscamos la justicia social, la digna atención de los más necesitados, el camino de la igualdad, de la paz y de la defensa de los recursos de nuestra nación. Pero es muy importante hacer ver a los jóvenes entre 20 y 30 años, en qué consistía ese tenebroso pasado de la IV república. En eso debemos insistir mucho. Hacia esa población joven, tan maleable, tan confundida por los bombardeos diarios de la televisión, por una educación que apunta esencialmente a sostener sobre todo los valores capitalistas, debemos dirigir también nuestra atención.
Toda esta gran labor debería estar muy adelantada a estas alturas del proceso. Es muy arduo lo que tenemos al frente, y no se puede perder un solo segundo. A trabajar, a trabajar sin descanso por la patria.
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