Creemos que en los últimos tiempos, con los vicios heredados y los errores nuestros, se ha formado una gran cadena de situaciones malsanas cuyos eslabones no hemos podido romper todavía, mientras las ciudadanas y ciudadanos viven halándose los cabellos.
¡No hay dudas!
El diario transitar de las personas hacia sus actividades, entre la plaza Venezuela, Sabana Grande, avenidas Casanova, Libertador, Solano, lo que queda de la Gran Avenida (las estaciones del Metro) y los alrededores de La Previsora, en la avenida Las Acacias, no ha dejado de ser –al menos hasta ahora- una real tortura que deja vesánicas a las personas que por esos lugares lentamente se desplazan.
El jueves 12 en la soleada mañana –aunque estemos en invierno- prácticamente formábamos parte de una descomposición de esa parte que citamos antes de la ciudad.
Quizá para un artista plástico la situación se veía ideal.
Media hora después, ya casi todos los conductores estábamos de consulta psiquiátrica: Un incesante corneteo, vehículos que se salían de su canal, se quedaban a medio camino del otro; los motorizados serpenteando entre los autos; el semáforo como siempre en esas circunstancias, quedaba como el hombre invisible para los choferes pues ninguno de ellos les prestaba atención.
Mientras el agente del tránsito hacía lo mismo, es decir, se hacía invisible como para decir a los que estaban amotinados en las colas:
¡No estoy aquí ¡ ¡Este no es mi problema!
La cultura de la gestión del tránsito es vieja, todos lo sabemos, pero en la revolución no hemos podido transformarla.
¿Y por qué esa tranca del jueves?
Pregunta tonta que nos hacemos como si las cosas fuesen diferentes los demás días. Pero la cuestión – aquí viene ese problema de la incomunicación que tenemos en la revolución – es que, de acuerdo a varias personas, por estar haciendo reparaciones y asfaltado por los lados de la Casanova y sin ninguna conexión con las autoridades de tránsito y de la policía las vías estaban congestionadas.
Congestiones que permanecen en el tiempo sin variación.
Es un gran pelón de la revolución que aún no resuelve, pero que puede hacerlo si todos los trabajos que contrata los acuerda para que se hagan en las noches, en comunicación con las autoridades respectivas, solo que esto tiene una dificultad para algunos, generalmente para los que tienen esos contratos de reparación, como es que deben pagar salario nocturno y a lo mejor, no quieren hacerlo para ganar más.
Pero las locuras del tráfico en las mañanas, también tiene sus diarias consecuencias tanto en las empresas públicas como las privadas y es que impacta en el rendimiento, en la producción, pero este es un asunto que pasa inadvertidamente para los gerentes de las ciudades, porque no es solo en Caracas que ocurre.
¿ Lo entenderán?
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