He afirmado que
tiene que ser factible unir a la inmensa mayoría de los venezolanos en
la edificación de un país que alcance, sustentablemente, prosperidad,
justicia, seguridad, libertad y el mejor gobierno posible.
Quedarían
fuera de esta unión quienes para vivir requieren que otros no vivan, una
proporción si acaso del 3% de la población: 900 mil habitantes, a
quienes no podríamos considerar verdaderos venezolanos. Para llegar a
esta situación habría que convencer a muchos nacionales, quienes viven
engañados tristemente por ese 3%, que dispone de medios para hacerlo.
Si hipotéticamente en Venezuela esto es posible, en
la UCV también debería serlo, por lo menos en ciertos programas ligados a
la institución.
Me referiré a SAMHOI, el seguro médico de los
profesores, programa auto administrado con más de 25 años de vida
exitosa, a pesar de las dificultades universitarias ocurridas en ese
mismo período. No debería existir ningún profesor a tiempo completo o
dedicación exclusiva, que conspire contra un programa del cual depende
su atención médica hospitalaria y la de sus familiares cercanos. Tendría
que ser un loco, un engañado o alguien que vive del sufrimiento del
resto de su comunidad, como ese 3% del país señalado con anterioridad.
Hasta ahora, todas las administraciones del Instituto de Previsión de
los Profesores-UCV, desde que existe el programa, lo han administrado
con la mejor intención posible. Podemos no coincidir con todo lo hecho, y
debemos señalarlo, pero no podemos tomar a SAMHOI como arma política de
lucha.
Entiendo que haya gente que quiera asumir la
administración del IPP-UCV, por razones loables o deleznables, pero
atacar a SAMHOI con calumnias claras y jugar a su desaparición, no sólo
es inentendible sino perverso y debe ser enfrentado por la mayoría
profesoral consciente, juiciosa y previsiva, que conoce lo que significa
en Venezuela perder un seguro HCM como SAMHOI. Así como no podemos
estar de acuerdo con quienes para derrocar al Gobierno no les importa
terminar de hundir a la patria, tampoco podemos aceptar a quienes
quieren destruir al IPP-UCV y al organismo gremial, simplemente porque
quienes los dirigen no son de su agrado, porque quieren dirigirlo o
porque quieren utilizar sus recursos, que son de los profesores, en
negociados de distinto tipo.
Las autoridades ucevistas deberían proteger a SAMHOI,
pues ellas son y serán siempre profesores; no pueden escudar
incumplimientos creando dudas sobre las rendiciones de cuentas, que sé
se entregan oportunamente. Recuerden cuando el Gobierno les pide sus
rendiciones y contestan que siempre las envían. Los ministros del
sector, generalmente profesores universitarios, deberían privilegiar a
los IPP y organismos similares, no sólo por sus importantes funciones
sino por ser casi las únicas empresas universitarias con más de medio
siglo de vida exitosa.