Permitir un “estado” dentro del Estado es aberración y anarquía

Ahora son pranes y “luceros”

Señoras, damas, venezolanas, respetables madres de los presos ¿con cuál derecho ustedes exigen que eso suceda? La mayoría de los venezolanos eligió a un gobierno para que gobernara y no a un blandengue para que se sumiera. Lo que ustedes piden es indudablemente una muestra de amor por sus hijos, pero, señoras, cuando las leyes no se cumplen el Estado queda al desnudo y desasistido. Las sombras no han de cegarnos, ellos cometieron delitos en tal o cual forma, ¿se preguntarán ustedes que piensan las personas víctimas de esos presos cuando andaban libres? Sí ustedes piden que a ellos ,Dios quiera, no les pase nada, ¿por qué no hemos de pensar en los que fueron asesinados, robados, violados, raptados antes de que sus familiares fueran a parar a esas cárceles? No se trata de aplicar la Ley del Talión, lo que sucede, respetables venezolanas, es que una sociedad ingobernable es anárquica, Aquí podríamos aplicar la bíblica palabra: “no hagáis lo que no quieres que te hagan” Más bien pídanles que piensen y regresen al maravillosos mundo de la lucha por la supervivencia bajo los mismos cánones del trabajo y el espacio para crear y vivir honestamente, que es viable y no difícil, porque el ser humano es el máximo hijo de la tierra 

Leer que hay un pran que apenas tiene veinte años de edad es francamente doloroso. Y es que para llegar a ese statu  es bastante fuerte dentro de la vida carcelaria. Es el jefe de todo, el que mueve el dinero y la droga, la bebida y los cigarrillos, es quien decide quien debe morir y quien vivir Por ejemplo que a un pobre joven que va preso por equis circunstancias, el pran y su banda, según hemos leído, le cobre 50 bolívares semanales es doloroso, porque normalmente quienes llegan a esos lugares son jóvenes de escasísimos recursos y que se introducen en el  mundo del delito, porque se han visto relegados por la fortuna del saber el aprendizaje y el amor filial. ¿Quiénes son los que hacen vida, si es que puede llamárseles así,  en esas terribles cárceles?  

Son jóvenes aldeanos que se vienen de la provincia a probar suerte en la cosmopolita ciudad y luego cuando se dan cuenta que los sueños sueños son se dedican a delinquir para obtener  lo que les indica el statu publicitario de las transnacionales. Teléfono de última generación, zapatos como los que usa Shackille Oneal, o Lebrown, James, Kobe Brayant , ropa al propio estilo de la que viste ese multimillonario tercera base de los Yanquis Alex Rodríguez, o la pinta que suele usar Daddy Yanqui  o el reguetonero equis. Los jóvenes que sin ninguna formación social, porque no se las dictaron en la escuela primaria ni en el hogar, se convierten en esclavos de los vicios ajenos, adictos a las costumbres foráneas y que suelen  creer que  “la ropa es una nota, mi pana, el carro, la geva, la tarjeta de crédito, la rumba…” 

Los jóvenes que ingresan a las cárceles y por los cuales las madres, las novias, las concubinas,  y las amantes suelen trancar las calles, las autopistas, protestando para que se les de un buen trato en esas macabras viviendas carcelarias, son las que nunca les preguntaron  de donde sacó la pistola, el revolver, la droga, la arrechera, la falta de moral, son las que nunca les reprocharon el machismo en el barrio, en el bloque, en el cerro, resolviéndolo todo con violencia, con furia, con sangre. Algunas de ella los auparon en el delito. Algunas de ellas se sintieron orgullosas cuando ellos se caían a tiros en uno de esos viernes de cerveza, droga, vallenato y salsa, contra la banda de fulano o zutano. Muchas de ellas llevan con orgullo el reloj, la pulsera, el anillo, que ellos compraron con el dinero del delito. Hoy ellos están presos y da rabia saber, que ser pobre y habitar en el barrio no puede ser sinónimo de delincuente y que es hora de que  esas madres, hijas, novias, esposas, concubinas o lo que sea, hagan algo por ellos, porque detrás de un buen hombre siempre va una buena mujer. 

Esos jóvenes que hoy sufren en las cárceles vieron llegar a sus padres borrachos, viciados, los observaron pegarles a esas madres que hoy sufren, los escucharon maldecir, hablar con rabia, maltratar, consumir drogas, blasfemar, protagonizar hechos bochornosos, machismo, promiscuidad, gastar el dinero de la comida en vicios. Esas madres que en verdad sufren, esas novias que alguna vez fueron parrillera de la moto que nunca se supo de donde salió, o del moderno auto que la llevó dentro de su carrocería en nocturnales juergas, tienen un cita con el análisis social, porque el hecho de que se nazca, se crezca, se conviva en un barrio, no quiere decir que eso es para tener automáticamente, patente de maleante. En este instante la educación anda en busca de jóvenes que anhelen estudiar, progresas, sentir orgullo de la vida, es el momento más propicio para darle oportunidad a la creatividad, y en eso la patria debe estar primero. La revolución está trabajando para que sus jóvenes no se conviertan en pranes ni en “luceros”: está obligado el pueblo a darle una lección a quienes durante siglos han creído que LA CLASE POPULAR NO PUEDE PROGRESAR.

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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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