Si insistimos en clasificarnos según nuestra descendencia genética, hallaremos que todos los humanos tenemos como ancestro al “Homo sapiens” africano. Luego, todos seríamos afrodescendientes, para usar la palabreja compuesta traducida del inglés, que tanto gusta a nuestros revolucionarios y científicos. De esta manera, negros, amarillos, blancos, aceitunos, morenos oscuros y claros, para sólo hablar del color de la piel y no del grosor de los labios, el tipo de onda y color del cabello, la forma y el color de los ojos, el tipo de la pelvis, la altura, la contextura y todas las combinaciones posibles de los fenotipos anteriores, serían descendientes de África, único continente con habitantes humanos originarios.
Los seres humanos son individuos del género “Homo” y su línea evolutiva se separó de la de los chimpancés hace 5 a 7 millones de años. Con ellos compartimos un mismo ancestro, por lo que el 99,7% de nuestros genes son iguales. De aquí, la evolución nos hizo pasar por los homínidos bípedos: pre-australopitecinos y australopitecinos, para finalmente llegar al género “Homo”, capaz de elaborar herramientas de piedra, originado de unos australopitecus que evolutivamente se hicieron más carnívoros. Surgen así el “H. rudolfensis” y el “H. habilis” (2,5 millones de años) y su sucesor el “H. ergaster” o “erectus” hace 1,8 millones, que se supone fue el primero en dejar África e invadir otros continentes.
Por lo menos dos especies del “Homo erectus”, que coexistieron y rivalizaron, finalizan nuestra evolución: El hombre de Neandertal y el “H. sapiens”, cuyo fósil más antiguo es etíope y de hace 200 mil años. El Neandertal se extingue hace 30 mil años, al no poder competir con nuestro antepasado. Estudios del ADN mitocondrial, transmitido sólo por la madre, nos hace herederos de una antecesora común, que vivió en Tanzania entre 150 y 230 mil años. Rastreos del cromosoma “Y” concluyen nuestra línea paterna en un ancestro subsahariano, entre 60 y 90 mil años atrás. La erupción del volcán Toba hace 74 mil años hizo casi desaparecer a la humanidad, que se redujo a unos 15 mil miembros, lo que significó que la variación genética humana se restringió, potenciando la unidad genética de la especie, con lo que se demuestra el monogenismo humano (iguales genéticamente) y se destruyen los argumentos racistas de la existencia de seres diferentemente evolucionados (poligenismo).
Ahora, socialmente hablando: ¿Cuál es la importancia de este tipo de descendencia para los venezolanos actuales? Somos humanos iguales genéticamente, por lo que lo importante es cuál ha sido el aporte cultural de los descendientes de aborígenes, blancos y negros y de sus innumerables mezclas en la formación de la nación venezolana, que es al mismo tiempo su propia formación como venezolanos, que es lo que los identifica y no ninguna “bobaliconadescendencia” rebuscada.
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