Hace muchos años, concretamente, en el año de la celebración del Bicentenario del Natalicio de El Libertador, Simón Bolívar, alguien nos comentó que en Barinas estaba renaciendo la Patria, la nación y el país, la dignidad de cada “ser social”, por segunda vez; buscaba el renacer de la esperanza de un pueblo con sentido y obligación de Historia nacional y continental. Nos sorprendieron aquellas frases dichas con seguridad y firmeza que nos rebotaron en el inconsciente desde entonces en nuestros reales pensares cuasi-cotidianos. Sabíamos que la Patria necesitaba despertar, necesitaba encontrarse a si misma, de caminar por caminos diferentes a los previos, los tiempos globales eran diferentes, eran tiempos que se desarrollaban hacia cambios, el propio sistema capitalista se encontraba como aquel que decían que no cabía en su cuero, venían tiempos reales de crisis; ya habían pasados los momentos de los nuevos cuadros, los tiempos de aquel movimiento popular que se aglutinó alrededor de José Vicente Rangel, los tiempos de la “nueva paz”, los tiempos donde las crisis en el campo de las ideas obligaban a nuevas tesis ante las “nuevas fuerzas productivas” y las crisis de la etapa del Imperialismo que buscaba su agotamiento después de más de 100 años y caminando hacia la Globalización; eran tiempos de pacientes cambios pero ¿cómo alcanzar el Gobierno por nuevas vías?
Se decía que las conversas del Comandante con aquel comandante en franca decadencia eran “de alto voltaje”; parece ser que las modernidades, las post-modernidades y el neo-marxismo no lograban cuadrarse con las nuevas realidades de la “democracia representativa criolla” en franca decadencia y profunda evolución hacia la “neo-dependencia globalizada”; se dice que las discusiones sobre las reales participaciones de “todos los estamentos” de la sociedad venezolana, lo que hoy podríamos calificar como “Polo Patriótico”, no alcanzaban su real importancia y, quizás, por ello, las contradicciones de aquel febrero; pero lo fundamental era que el “nuevo ideario” revolucionario estaba superando la “etapa post-pacificación”; era la etapa donde la “bulla de las armas” era superada por las participaciones de las reales angustias de los sectores sociales que eran “invisibilizados”; eran tiempos de la “democracia en la calle” en una expresión primaria de “democracia participativa y protagónica” pero sin capacidades de influir, mucho menos, controlar, los Poderes públicos; la enseñanza mostraba la necesidad de alcanzar Miraflores por los propios medios representativos; en fin, en última instancia, eran tiempos de las contradicciones entre “lo real y lo utópico”; eran tiempos cuando la praxis obligaba a su propia objetividad.
Seguía su comentario, mi amigo, proponiéndome saltar al triunfo electoral; aprovechamos el descanso para comentarle sobre “un comentario” de una otra amistad que, en su análisis, había concluido y comunicado a los más altos responsables de la “industria petrolera” sobre el muy seguro triunfo del Comandante en aquellas elecciones siendo la reacción de aquellos la de rechazar el triunfo del “militarcito ese” que además era “zambo”. Mi amigo reflexionó comentando que era la típica reacción del concepto en praxis de la “lucha de clases”; y dale con el marxismo.
El Comandante había ganado las elecciones de la “democracia representativa”. Mi amigo y nos, aquella noche nos fuimos al Ateneo “a ver que pasaba” y en voz muy baja nos dijimos: “ésto y éste son Revolución”, a empargatarse. Sensaciones curiosas por que nos seguíamos pensando en aquello de la “Tercera vía” y conociendo muy bien a los ingleses no me convencía que hubiera tranquilidad a futuro y así se lo comenté a David Nieves, tiempos a posteriori, en los pasillos de la sede de aquel Congreso y hoy Asamblea. Las contradicciones conjuntamente con la futuras realidades objetivadas nos llevaban a pensar de la figura de Kerenski a las decisiones de Lenin; eran tiempos cuando aún no entendíamos, globalmente, aquellos pensares de llanero-andino del llanero aunque si percibíamos que ganar elecciones era, relativamente, menos complejo que estar en Miraflores y enfrentarse a los poderes internos aupados por los intereses externos. Lo que si percibíamos eran las profundas diferencias entre los conceptos tradicionales confrontados con las nuevas realidades ambos revolucionarios; es decir, el asalto al zaguán de la Revolución era una realidad, el Poder del capitalismo, la Presidencia de la República, estaban ocupados por la esperanza de los socialmente más desfavorecidos; sabíamos que las verdaderas contradicciones entre las realidades y las propuestas se iban a agudizar profundamente lo cual comenzamos a percibirlo por aquellas manifestaciones en los “medios de comunicación”; objetivamente, se acercaban tiempos de definiciones, se iban a templar las voluntades revolucionarias y contrarrevolucionarias, era la objetiva realidad y era inevitable la confrontación que estaba en puertas siendo preferible acelerarla que retardarla si es que estábamos en Revolución.
Quizás, nos dice nuestro amigo, en el 11 de abril se definió la primera etapa del proceso revolucionario a lo interno mientras que con el “Paro petrolero” se definieron las fuerzas de la Revolución vis a vis la contrarrevolución internacional. Interesante tesis. Nos dice que sería interesante conocer de propias palabras del Comandante cuando “colgó la 3ra vía” y porqué de ese “salto adelante”. Regresemos! le solicité porque tiende a desviarse en sus propios pensamientos. Considera que ese “punto de inflexión” fue el “catalizador” para que el Comandante conociera, de primera mano, las realidades del significado que representa el Poder de Miraflores, su simbología objetiva, conociera que la praxis es obligante, que las relaciones entre la estructura y la superestructura van de la mano, que era necesario “romper paradigmas” capitalistas. En estos momentos, quien comenzó a divagar fue nos. La propuesta teórica, en blanco y negro, siempre es sugerente, es decir, la propuesta marxista ha sido, es y seguirá siendo, “la propuesta”. Regresemos al Comandante, me obligó que es de quien estamos especulando. ¿Especulando, pensamos?
Mi amigo me mira fijamente
diciéndome si no había percibido la relación entre las leyes aprobadas
y el concepto de “fuerzas productivas”. Observando mi perplejidad,
toma un libro leyéndome el concepto: “…por fuerzas productivas
hay que entender el arsenal de conocimiento, capacidades e instrumental
que han logrado los seres humanos para conseguir bienes a partir del
mundo natural en que han surgido…”
(Capella, Juan Ramón. “Los ciudadanos siervos”. Ed. Trotta, Madrid,
2005, pág. 153; capítulo: “Leer el Manifiesto Comunista
hoy”, pp. 149-195). El Comandante aplica la teoría en la realidad
criolla sin necesidad de “adjetivarla” con los manidos conceptos
que se han repetido desde la III Internacional. Mi perplejidad continúa
obligándome a reflexionar sobre el significado de las Misiones. Tiene
razón. Pero como somos perseverante aprovecho “una laguna” en su
discurso y tomo por asalto su debilidad comentándole que percibo debilidades
en la “conciencia revolucionaria” pensando que había triunfado.
Retoma su vanguardia y sin mostrar duda alguna, nos comenta que por
esas “cosillas” del destino, la operación del Comandante en tiempos
de Bicentenario fundacional catalizó el “salto adelante” hacia
la nueva etapa en “revolución cultural”. Cuando le iba a rebatir
esa propuesta política me propuso que siguiéramos nuestra “pajita
dialéctica” en otra ocasión. Ni modo, quien manda, manda y punto.