Pedregal: pueblo heroico de leyendas de fantasmas para recordar en el Bicentenario

Luego de tener el privilegio de disfrutar  de la hospitalidad y las atenciones de la señora Bernarda, la jefa de los Mavárez Lameda del municipio Dabajuro, estado Falcón, visitamos Pedregal, un pueblo heroico lleno de fantásticos relatos que van desde cuentos de fantasmas hasta de extraterrestres que les relataremos a continuación, pasando por una historia de arrojo y valentía que se ha quedado rezagada en el tiempo y que considero propicio recordar y difundir desde ahora y para siempre con motivo del Bicentenario de Nuestra Independencia.

      En Pedregal, un poblado formado por indígenas de la etnias Ajawas, Jirajara y Chaguas, según algunos historiadores, sonaron los primeros tiros de esa gran gesta, probablemente donde actualmente existe una plaza de árboles frondosos, en frente  de la Iglesia San Nicolás de Tolentino.

      Un grupo de docentes, quienes fueron alumnos del Instituto Pedagógico Rural El Macaros de Dabajuro, en su oportunidad orientados por el docente Darío Mavárez, se ha dedicado a la titánica tarea de iniciar una investigación para reconstruir la historia de ese caserío del municipio Democracia, enclavado en un valle situado a unos 100 kilómetros de Coro, la capital del  estado Falcón. Sobre su fundación se dice que fue en el año 1575, aunque no hay fecha exacta. Es el principal productor caprino de Latinoamérica.

      Pedregal es un pueblo pintoresco, pero descolorido tras la desidia de los gobiernos que han transitado por este país; una comunidad llena de gente luchadora que goza de una rica agricultura e incluso, desde el punto de vista turístico, aparte de sus casas que aún con su avanzado estado de deterioro no pierden su atractivo, cuentan con fiestas tradicionales, una singular gastronomía y un hermoso paisaje natural de cerros y planicie.

      Es además famoso por sus aguas termales que, desde pasadas generaciones, son utilizadas para curar enfermedades de la piel y por sus montañas de piedras de cuarzo las cuales sirven a extraterrestres que bajan en ovnis y se nutren de su energía, de acuerdo con las leyendas que circulan en una población aproximada de  12.286  que ocupa una extensión de 121.829,38 hectáreas.

      Esta comunidad -como canta Alí Primera cuando se refiere al Lago de Maracaibo- tiene una historia bonita aún con lo cruento y lo sangriento de la guerra necesaria para la independencia de Venezuela. En 1810, Pedregal se llena de gloria cuando el capitán Reyes, un caraqueño que por primera vez asistiría a una batalla al comando de una compañía, abre fuego  y en el tiroteo cae herido un sargento primero.

      El coronel Santinelli cuando lo tomó en los brazos, con las manos húmeda de la sangre del sargento se hizo una cruz en la frente y dijo: “Honremos esta preciosa sangre, que es la primera que se derrama por la patria; y que Dios me de vida y salud para hacer lo mismo con la última que a torrentes habrá de correr en lo porvenir, para obtener su libertad.”

      Durante la vida colonial, Coro por su profundo sentimiento religioso y la firme convicción cristiana demostró su fidelidad a los reyes de España, pero no reconoce la autoridad de la Junta Suprema de Gobierno de Carcas que se formó después del 19 de Abril de 1810, que al verse desobedecida apela  a una acción bélica que encarga al general Francisco Rodríguez del Toro,  mejor conocido como El Marqués del Toro, el 28 de julio de 1828.

      El Marqués del Toro con sosegada táctica se detiene cuatro meses en Barquisimeto. Lo acompañan en su estado mayor Miguel Ustáriz, Diego Salón, Tomás Montilla y el coronel Luis Santinelli. El 29 de octubre salió con un gran ejército expedicionario que llegó el 1 de noviembre a Siquisique.

      El Marqués del Toro supo en Siquisique que Pedregal por donde tenía que pasar, estaba ocupado por numerosas columnas comandadas por Miralles.

      Ante tal situación, divide su ejército en tres cuerpos: uno  a la orden del coronel Miguel Contreras, destinado a ocupar San Luis; otro a la orden de Santinelli, para atacar a Pedregal y un tercero lo dejó a sus órdenes.

      Al cabo de dos días, Santinelli avistó el caserío de Pedregal y desplegó en batalla sus fuerzas y cargó sobre el enemigo; Miralles después de una hora de resistencia se retiró y huyó hacia Coro. El capitán Reyes cargó por el flanco izquierdo y se encontró con Santinelli, quien lo abrazó y lo felicitó. Ambos descendieron de sus caballos y recogieron al sargento primero, quien se encontraba herido en el pecho, para meterlo en un rancho y acostarlo en un catre.

      Como lo pueden ver, eso es una ínfima parte de la historia de Pedregal y no menos interesantes son los cuentos y leyendas que circulan por el pueblo. Lean algunos:

      La Llorona: Había una mujer guajira de hermosas facciones, cabello sedoso negro muy largo, con la piel tostada por el sol, que por ser tan bella era deseada por muchos hombres que ella rechazaba, pero uno sentía una pasión enfermiza por su belleza y no quería que fuera de ningún otro. Pero la guajira un día se enamoró de un hombre de muy buena presencia, se casó con él y quedó embarazada. Como era pescador había temporadas que no vivía con ella. Un día se fue de pesca y no regresó jamás. Se sospecha que el hombre rechazado por la guajira sentía odio y lo mató arrojándolo al mar, para que los peces desaparecieran el cadáver.

      El mal hombre un día se emborrachó y fue en busca de la hermosa mujer y como ésta se le negó, quiso violarla, pero los vecinos la ayudaron y no logró su cometido, sin embargo, quedó acechánola y un día la llamó una comadre y la guajira dejó a su hijito un momento mientras la atendía y cuando volvió encontró su casa ardiendo. Su hijo no pudo salir a tiempo y murió.

      La mujer se volvió loca del dolor por la pérdida. Se le veía caminar sin detenerse y sin comer llorando hasta que murió. Luego de muerta su alma seguía caminando en pena dando gritos y llorando por su hijo y el esposo. Y un día se le apareció al hombre que había acabado con su vida y éste huyendo de ella murió al caer por un precipicio. Hoy en día dicen que en tiempos de cuaresma la siguen escuchando llorar en busca de su hijo y de su esposo.

      La muerta: En la vía de Urumaco – Pedregal, se dice que cuando los choferes pasan por un sector denominado Corralito, se les aparece en el carro una mujer vestida de blanco. Los choferes se impresionan y cuando vuelven a mirar para cerciorarse de la aparición no está, pero el susto es grande.

      A veces dicen que está pidiendo cola para Soledad, la montan y siguen, pero cuando llegan a Soledad, no llevan a ningún pasajero. Otros pasan y ven a la mujer pidiendo la cola y cuando se detienen observan que sólo tienen la mitad del rostro.

      La Sirena: Al secarse el rio de Pedregal en el verano, queda el pozo La Sirena con abundante agua y profundidad apreciable. Una muchacha alegre y llena de ilusiones en su tiempo, hacía el recorrido a  pie, saltando vallas a brinco de liebre por la angosta vereda, para llegar más pronto. Daba gusto contemplar y oír como entre gritos y saltos, en la parte más pendiente se fabricaba el resbaladero para deslizarse vertiginosamente; desde el barranco se daban los saltos y volteretas para caer por ambas partes del agua.

      A la vera del pozo, sobre el arenal, crecían los frondosos árboles de aceitunas criollas (olivos), fruto silvestre apetecible, de rico sabor y olor. La muchacha quinceañera alegre y llena de ilusiones al ser contradecida en sus amores, tomó la resolución de quitarse la vida antes de pertenecer a otro hombre como lo deseaban sus mayores.

      Una madrugada silenciosamente tomó el camino del pozo que le habían dicho era muy profundo y llegando a él, dejó la ropa en una mata de aceituna como prueba de su delito, y sin saber nadar, se tiró y desapareció.

      En los días de Semana Santa, dicen contemplar a una mujer bellísima con cuerpo de sirena, peinándose su larga cabellera a la orilla del pozo. Y una laja que se adelanta en la profundidad, cuentan que es la guarida del pez que antes fue mujer y que purga su pena de este modo. Desde entonces, el pozo nunca se ve seco por más verano que reine y lleva el nombre de La Sirena.

      Conocido una parte de Pedregal y escuchado algunas anécdotas y leyendas, regresamos a Dabajuro, otro histórico pueblo de batallas independentistas, para seguir disfrutando de Oswaldo Mavárez, un gran luchador social de este municipio, excelente anfitrión y mejor amigo y de la grata compañía de la señora Bernarda, la jefa de los Mavárez Lameda. ¡Qué honor!

albemor60@hotmail.com



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Alberto Morán


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