Llegué a Caracas, desde Altagracia de Orituco, en el año 1981. Este mes de agosto cumplo 30 años “viviendo en la capital”. Junto a mi hermana María del Valle, “pernocté” en varios apartamentos con habitaciones convertidas en “residencias estudiantiles”. Recién llegada viví en la Calle 14 de la parroquia El Valle. Luego en el sector Longaray de la misma parroquia. De ahí salimos a Parque Central, donde vivimos otra temporada. De ahí recalamos en Las Mercedes, cambiando abruptamente de municipio, donde vivimos en una especie de comuna, casi gratis en un edificio en litigio. “Okupas” de los 80.
De allí fuimos a parar con nuestros macundales a Las Acacias, parroquia San Pedro, a otra residencia. Regresamos más tarde a la Calle 1 de El Valle, donde paramos el trote un tiempo, unos años. Luego recalé en Altagracia, la parroquia. Mi última estación: San Bernardino. Vivo a los pies del Ávila, en un edificio amable de gran valor patrimonial, hecho para la gente, a los pies del Waraira Repano y arrullada mañana y noche por escandalosos conotos (unos pájaros nada agraciados, parecidos a un turpial, pero feos) cuyos graznidos recuerdan más bien a unos cochinos en plena agonía. Con conotos y todo aquí me he quedado.
Dirán ustedes ¿a qué viene tanto cuento? El cuento viene porque desde que vivo en Caracas ahora es cuando vengo a “descubrirla”. En 30 años la Caracas bonita quedaba reducida a la Plaza Bolívar. “Desaparecieron” de la mirada de propios y extraños edificios, plazas y calles de gran valor histórico y patrimonial. Y en los últimos dos años las 25 cuadras fundacionales del casco histórico de la ciudad y espacios públicos emblemáticos como el bulevar de Sabana Grande, paseo Los Próceres, el bulevar César Rengifo, el bulevar Panteón, la Plaza bolívar, plaza Diego Ibarra, plaza Miranda, plaza O’Leary, plaza Alí Primera (antes Henry Clyde), el parque Ezequiel Zamora, los teatros Principal y Nacional, la Casa del Vínculo y decenas de fachadas de edificios con valor patrimonial han emergido, han renacido o se han construido, en perfecta armonía con la arquitectura patrimonial caraqueña.
En los últimos dos años Caracas ha desafiado décadas de abandono, de desprecio, de displicencia por lo nuestro. Está tan bonita Caracas que me hacen decir que sí, que otra capital es posible. Que otra Caracas es posible. En estos últimos meses, gracias a la voluntad del Gobierno bolivariano en su conjunto y de la Alcaldía de Caracas y del Gobierno del Distrito Capital en particular, Caracas ha resurgido bonita, dueña de su historia, orgullosa, querendona, divertida. Es Caracas, la capital de la República Bolivariana de la Venezuela de Independencia Bicentenaria. Te invito a conocerla.
mechacin@gmail.com
@mercedeschacin