Sin lugar a dudas que, desde cierto punto de vista, poseer una materia prima de elevada demanda mundial, demanda además de carácter inelástico, en un mercado de oferta monopolizada, ha sido un don de la naturaleza que en absoluto tiene que ver con acciones gubernamentales. El petróleo ha estado en nuestro subsuelo durante miles de años, sin que su presencia se deba a la acción humana. Nuestras condiciones de vida han dependido, en casi una centuria, de la existencia y venta de esta materia prima, de este combustible fósil, que se llama petróleo, principal fuente energética mundial.
De allí nace la diferencia entre nuestro país y naciones centroamericanas; la diferencia con los pueblos africanos pobres y con países como Cuba. Si este último tuviera petróleo, su situación económica y social sería muy diferente a la que tiene en el presente. No es igual, desde el punto de vista del ingreso, vender cambures que vender petróleo, aunque sea lo mismo desde el punto de vista del desarrollo. Producir buenos ingresos con productos agrícolas requiera mucho trabajo, mientras que con petróleo se producen ingresos muchísimo mayores con menos trabajo, lo que significa que esa riqueza no es producto del sudor de los venezolanos.
Por otra parte, si bien la venta del crudo genera ingresos abundantes, que pueden ser utilizados en producir bienestar, esa riqueza varía con los precios de los mercados internacionales del oro negro, que al ser muy variables determinan terribles consecuencias, harto conocidas, cuando los mismos se derrumban. Pero hay algo más grave aún, la venta de petróleo sólo como materia prima, impide el desarrollo de los sectores productivos del país, por lo que todo lo que necesitamos, incluyendo la comida, tendremos que adquirirlo en el exterior. Esto significa subdesarrollo y dependencia, independientemente del discurso oficial.
Pues bien, Leopoldo López propone aumentar la venta de petróleo hasta alcanzar 6 millones de barriles diarios. Éste es el mismo objetivo de la PDVSA actual. Ambos quieren seguir haciendo lo que hizo Juan Vicente Gómez hace casi un siglo: Vender materia prima. No se les ocurre desarrollar aguas abajo la industria petrolera, para generar mercancías de mucho mayor valor agregado. ¿Es o no es esto
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