En otro acto de arrogancia criminal y depredadora, la administración Bush acaba forzar el apoyo del senado estadounidense para iniciar a finales de año las perforaciones petroleras en el Refugio Nacional de Vida Salvaje del Ártico en el noreste de Alaska.
Desde su arribo a la Casa Blanca, el presidente Bush ha maniobrado a favor de la explotación petrolera en el Ártico, y tras un intenso lobby de las grandes empresas petroleras, el senado rechazó - 51 a 49 - eliminar las perforaciones en Alaska del presupuesto del próximo año, abriendo así las puertas a la depredación criminal de especies, medio ambiente y pueblos indígenas.
El refugio de vida salvaje en el Ártico fue creado en 1960 precisamente para proteger las especies y medio ambiente de las exploraciones petroleras que se habían iniciado en 1957 de manera indiscriminada. Sin embargo, la presión de la industria petrolera condujo a que en 1980 el presidente Carter permitiera la exploración de un millón de hectáreas donde se sospechaba la presencia de vastas reservas de petróleo, no sin antes expandir el área de protección del refugio de vida salvaje, lo cual fue aprobado por el congreso en 1995 y vetado inmediatamente por el presidente Clinton. Finalmente, las empresas petroleras lograron que el presidente Bush convirtiera la explotación de petróleo en el Ártico en el eje principal de su política energética, justificada sobre la base de los altos precios del petróleo, su efecto en el comercio y la clase empresarial, y las consecuencias que podría tener el incremento de la demanda de petróleo por parte de China, por lo que acabar con el medio ambiente le permitirá "conseguir reservas adicionales en los libros contables." (The Toronto Star, 17 de Marzo de 2005) Para Bush, el petróleo de Alaska representa un activo estratégico con el que Estados Unidos dependerá menos de las importaciones de petróleo que alcanzan mas de 10 millones de barriles diarios, ya que Alaska podría llegar a producir hasta un millón al día, poco menos de lo que Estados Unidos importa de Arabia Saudita (1.602), Canadá (1.552), México (1.420) y Venezuela (1.349), y el doble de lo que le proporciona Irak, según la Energy Information Administration (Febrero de 2005)
Oponentes a esta política depredadora como el senador y ex candidato presidencial, John Kerry, argumentan que Estados Unidos podría tener mas petróleo si se legislara a favor de la producción de automóviles y tractores mas eficientes en el uso de combustible y que la explotación de petróleo en Alaska seria altamente destructiva.
Efectivamente, el inicio de perforaciones petroleras en el Ártico originará la destrucción del medio ambiente y la desaparición de las culturas mas ancestrales de América del Norte. De acuerdo a la biólogo y activista de Greenpeace, Pam Miller, la zona del Ártico que será afectada por la explotación petrolera ofrece un ecosistema perfecto de suma importancia para la calidad de vida de los pueblos indígenas que allí habitan. El pueblo indígena de Gwitch'in, por ejemplo, que reside en los territorios del Yucón y Noroeste de Canadá, ha dependido por siglos del caribú de puerco espín para producir comida, abrigo, ropa y herramientas, además de formar parte esencial de su cultura y modo de vida. Con el inicio de las perforaciones petroleras, la migración de esta especie que anualmente realiza desde Canadá hacia Alaska y que ha sobrevivido 27 mil años de vida y dos eras glaciares, se verá interrumpida, poniendo así en peligro su existencia.
Por su parte, el gobierno de Canadá ha dejado claro que no aprobará las perforaciones de petróleo en su frontera con Estados Unidos, pudiendo incluso acudir a tribunales internacionales para denunciar un acuerdo bilateral firmado en 1987 en el que ambos países se comprometen a no llevar a cabo acciones que puedan perjudicar a los pueblos indígenas o a los 45 tipos de mamíferos de tierra y agua como ballenas, osos polares y alces, además de unas 180 especies de aves que habitan la región. De esta forma, se agregaría un capitulo mas a las delicadas relaciones bilaterales que se han visto deterioradas por la negativa del gobierno canadiense a apoyar la invasión de Irak y participar en el programa de defensa de misiles estadounidense.
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