Quienes suelen conformarse con definiciones generales como que la oposición venezolana es monolítica, sin contradicciones antagónicas, porque representa los intereses de la oligarquía y hasta del imperialismo, resuelven fácil toda interrogante. Cualquier discrepancia entre ellos necesariamente será resuelta. Si así vemos las cosas, como lo indica el modelo que armamos antes de entrarle al asunto, ayudamos a que eso suceda. El odio, que no es propiedad exclusiva de una parcela, ciega y fortalece las prédicas u oraciones que fungen de interpretaciones sabias y aproximaciones científicas.
Siendo así la cosa tan sencilla, la oposición toda, con sus diferentes grupos y hasta su significativa votación para reducirlo a lo electoral simplemente como le gusta a muchos, será siempre del mismo tamaño y magnitud pese a lo que podamos hacer. Entre esa gente – se refieren a la multitud – no hay nada qué buscar. Lo malo es que ella si puede buscar entre nosotros. De paso, es una forma como percibir al mundo inmutable.
La reflexión de Fidel Castro, en quienes muchos que de aquella manera piensan gustan apoyar sus opiniones, acerca que no es posible creer que en Venezuela hay cuatro o cinco millones de oligarcas, no parece conciliarse con la idea de la MUD como una roca sólida.
Una cosa son las clases dominantes, aquellas que en una sociedad manejan los medios de producción, acumulan sin cesar, utilizan los medios de comunicación, sus medios, para alienar y sustentar su dominio y otra la multitud de explotados, manipulados que conforman el universo opositor al gobierno. Por su poder de confundir y crear falsas ilusiones suelen ir acompañados por multitudes a quienes alienan, “representan”, explotan y utilizan como carne de cañón.
Porque hay distinciones entre ellos, intereses antagónicos y hasta opiniones opuestas; existen condiciones para que en muchas cosas y en el momento propicio salten esas contradicciones y no haya posibilidad de acuerdos. A lo largo de la pirámide que construyen con agentes ajenos a ellas, hasta mercenarios, existen elementos discrepantes, contradicciones que pueden ser de gran trascendencia y magnitud.
Por eso, al partir de generalizaciones, de esas como verdades impolutas, sin importar tiempo y espacio para aplicarlas a situaciones concretas como la Venezuela de hoy, se corre el riesgo de confundir a la gente.
Decir, como gallito alebrestado en gallera de pueblo, esta es mi madre y aquella la tuya, pretendiendo dividir la gallera en dos mitades, no parece la forma adecuada para enfocar el mundo de contradicciones imbricadas, espacio de infinitos vasos comunicantes, que forman la sociedad y los frentes políticos de la Venezuela actual.
Decir que Fidel tuvo razón en lo que dijo, no es suficiente si lo hacemos como para saludar la bandera, quedar bien con los cubanos o como quienes en la iglesia rezan y arrodillan pretendiendo engatusar a Dios. No lo es porque hace falta que creamos sobre todo en la idea y entandamos que en la oposición existe una importante reserva útil para el cambio, potencialmente aliada del mismo. Por ello, incluso surgen circunstancias que solemos dejar pasar desapercibidas porque no caben o no insertan cómodamente en los análisis ortodoxos, mecánicos o rezos de herejes.
Lo de Didalco e Ismael García, pudiera interpretarse como un sainete que no envuelve nada significativo. Pero demuestran que hay fracturas de diferente índole.*
Pero hay, aparte de lo como anecdótico y hasta burlesco, en la confrontación entre los dos personajes mencionados anteriormente, muchas manifestaciones a las cuales no solemos darle importancia porque no alcanzan nivel de espectáculo.
Por ejemplo, pareciera no importar que haya entre los opositores fundamentos para que alguien como Leopoldo Puchi, dirigente del MAS, partido que forma parte de la MUD, se atreva a criticarla diciendo que “se sigue pensando en el futuro de Venezuela….queriendo copiar un modelo agotado, problemático, causante de las calamidades que observamos a diario, vamos por mal camino.” Y luego agregue “El neoliberalismo no es una alternativa democrática en lo político, ni una opción justa en el terreno social, ni fuente de estabilidad en lo económico.” http://www.aporrea.org/internacionales/n187824.html
Pero hay más. Un sector de la MUD se negó a firmar un documento en el cual ésta fija posición sobre lo de Libia. Los discrepantes, según lo informado por “Últimas Noticias”, sostuvieron que lo principal es la condena al bombardeo: No puede ser que bajo la excusa de imponer la democracia se lancen más de ocho mil bombas y halla más de tres mil muertos.”
Ambas posiciones revelan que las contradicciones son de cierta magnitud, tanto que podrían generarle a la oposición serios problemas. Lo que obliga a los revolucionarios a mirar los acontecimientos desde todos los ángulos, sin negar la realidad porque no se parece a lo que “indican mi sentido común, mis viejas lecciones y el conocimiento que de ellos tengo.”
Hay más de cuatro millones de venezolanos votantes de la derecha, que por condición de clase, son sin duda, potenciales adherentes del discurso anterior que de paso también se expresa en su seno, si anulamos o minimizamos lo que interfiere la comunicación. Desde luego, esto es tan obvio, como que estamos obligados a darle importancia a aquellas manifestaciones. Y esa comunicación empieza por percatarnos de la abundante ineficiencia y desidia de muchos funcionarios. Sin hacer mención a la escasa discreción para ocultar la gripe.
¿Será acaso una pendejada pensar de esta manera? ¿Es más sensato conformarnos con que la MUD, como expresión de las clases dominantes, no sufre de contradicciones antagónicas y los presuntos discrepantes son unos farsantes? ¿La MUD, tiene amarrado todos esos votos “per sécula seculorum? ¿La cabuya que usa para ello es más que anticiclónica, “superanticontradictoria”?
De repente hay por allí algún salmo que aclara nuestra duda.
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