En Venezuela, comparada con el resto de Latinoamérica, se insiste mucho en la delincuencia desatada; el hamponato, los altos índices de robos, secuestros y homicidios que cobran grandes cantidades de víctimas, sobre todo de gente joven, pero, si salimos a la calle a ver las realidades de país, los vicios en la conducta ciudadana están construidos también de alguna manera por un colectivo que no entiende la solidaridad más que el mercantilismo y la pedidera mental, algo que muchos llamaríamos jocosamente en Venezuela “el martillo, tumbe o matraca”.
Cuando uno revisa la publicidad de televisión abundan más los comerciales de zapatos, ropas y chucherías que alimentos o medicinas, esto indica que la alienación televisada impulsa una carga subliminal al consumo de moda. Es evidente cada quien tiene libre albedrío para obtener o adquirir decentemente cualquier insumo de su predilección pero, de manera irónica, el sector más vulnerable económicamente es quien compra la publicidad tanto como el producto.
No es azar entonces que Venezuela sea uno de los países de mayor consumo de “Blackberrys” en el mundo y donde un par de zapatos casi alcanza el mismo sitial de un salario mínimo. La persecución del consumismo de planes telefónicos hacen actualmente de los celulares las piezas más apetecidas por la delincuencia, así como fue en el pasado con los zapatos deportivos de marca.
Pero, la “martilladera” y el “tumbe” se hace praxis de pueblo contra pueblo. Muchos policías y guardias que deberían ser nuestros custodios, los vemos viciados arrancando con la matraca a quien trabaja en la calle honradamente, lo que a su vez, crea un círculo vicioso de quien sufre esta práctica pues, la calcula e incrementa en su producto o servicio que presta creando un costo adicional al consumidor.
Los cochinitos que se colocan desde noviembre en los locales comerciales desde el buhonero de esquina hasta el “chinito” encargado de tiendas comerciales, hace un práctica que esquiva la obligatoriedad de muchos comerciantes para con sus trabajadores en cuanto a pagos de leyes. El redondeo y tumbe de los vueltos sencillos de monedas en las cajas registradoras de pequeños y grandes comercios van dejando buenas sumas diarias de dinero acumuladas para los dueños en algunos casos y para el cajero en otros (si tienen chance). Los buhoneros que disparan exageradamente alguno producto comestible en escasez ante la mirada cómplice de quienes deben hacer cumplir las leyes y ordenanzas, el transporte público que “piratea” y coloca precios exagerados, etc.
En fin, pareciera que tenemos otro tipo de “choros” en la sociedad o quizás nos estamos acostumbrando a ser “matraqueados” y “tumbados”. No con esto cuestiono a todo un pueblo porque sé que aún existen personas honradas capaces de apostar a la solidaridad. Pero si no despierta la conciencia de un colectivo en general para buscar ésta solidaridad en la patria nueva, seguiremos siendo un pueblo que se come asimismo para sobrevivir en el día a día. Mientras esto ocurra, el capitalismo será siendo el viejo que no deja nacer al niño socialista de los nuevos tiempos.
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