La prensa, en su gran mayoría escuálida, aquello que podríamos llamar “la grande”, atendiendo a pura valoración cuantitativa, páginas, palabras y avisos comerciales, ha informado del retiro de precandidaturas de Herman Escarrá, tipo asombrosamente optimista y más empeñoso en meterse pese las desventajas; Oswaldo Álvarez Paz, en gran medida dedicado a mantener el equilibrio y moverse entre permanentes brumas, el gobernador del Táchira, César Pérez Vivas, dirigente de Copei, quien si no es como el anterior se lo parece, porque ahora se bambolea entre su compañero Eduardo Fernández “El Tigre” y el ex adeco, ahora de UNT o de Manuel Rosales, Pablo Pérez. Esos gestos parecen fortalecer la idea populachera de origen mercantil, según la cual “billete mata galán”, que sin duda forma parte del arsenal ideológico y cultural de Pérez Vivas.
Llama poderosamente la atención como aquellas manifestaciones intrascendentes, por no llamarles naderías de tipos que poco o nada significan, no sólo desde la perspectiva de la política sino de diferentes ángulos y sobre todo por la escasa enjundia y fuerza de los roles ciudadanos que han desempeñado, resuenan en los medios.
Los tres, como si fuesen grandes cosas o cacaos, reunieron a la prensa, ¿o se la reunieron?, en distintas fechas y espacios diferentes para anunciar que “habían optado por sacrificarnos por la patria y poner nuestro granito de arena para garantizar el triunfo electoral en el 2012.”
¿Por qué la palabra sacrificarse gusta tantos a políticos de la derecha? ¿Por qué la usan tanto, sabiendo que cada vez que uno de ellos la pronuncia para anticipar que aceptará ser ministro, gobernador, diputado y hasta funcionario del servicio exterior, el común de la gente se ríe a carcajadas? ¿No pueden decir otra vaina más creíble y que no sea un lugar común fuera de serie? ¿No hay otra manera de aderezar la aceptación del cargo largamente esperado, ansiado, sin aquella desacreditada hipocresía? ¿No pueden decir, si acepto ese cargo de embajador en Francia o España porque voy que chuto? Como Cèsar Farìas, al ganarle a Argentina, “desde niño soñé con eso.”
Por supuesto, todo ese zafarrancho, intento de despejar los espacios, comienza por la hecatombe que anuncian las encuestas. Todas ellas, empezando por las ligadas a la oposición, que también son la mayoría, les dijeron lo contrario de lo que esperaban e hizo que se ilusionasen, para el bien de todos con la salida electoral; ¿y qué dijeron las encuestas?, que en los últimos dos o tres meses, Chávez ascendió 14% en la aceptación popular.
¡Qué vaina! Nosotros habíamos creído que la enfermedad acabaría con él en todos los sentidos; con su candidatura y con su vida. ¡Y qué va! Se recupera físicamente y hasta Luis Vicente León, nuestro pana de Datanàlisis, no pudo ocultar que también en la preferencia electoral.
Siendo así, embarcados como estamos en esta línea blanda, por lo menos hasta que nuestros socios del norte cambien la seña, hay que inventar para intentar emparejar las cargas y de paso sacarle ventaja, que no es otra cosa que unos reales en lo inmediato y a futuro a la nueva situación.
¿Y nosotros, Herman Escarrà, César Pérez Vivas y Oswaldo Álvarez Paz, qué podemos hacer para esos nobles fines?
No hay otra alternativa que hacer lo que siempre hemos hecho por el país, ¡sacrificarnos!
Yo, Herman Escarrà, pese mis ventajas que en veces se vuelven contra mí, me sacrifico por la patria. Retiro mi candidatura para apoyar la de Pablo Pérez, porque “puede inyectarle mayor dinamismo a la tarea que nos reúne”.
Eso del “mayor dinamismo” del gobernador del Zulia, reconocido por Escarrà, y en comparación con él, es la más desgarradora verdad de la pre campaña electoral. Lamentablemente comenzó con el lugar común del sacrificio, sabiendo que sus servicios los recompensa bien la Gobernación. Pablo Pérez no pagará a maestros, pero ese noble sacrificio de Escarrà, sí y al brinco rabioso.
Pérez Vivas, también se sacrifica para “contribuir se simplifique el espectro político”. Por “una propuesta lo más unitaria y articulada posible”.
Y el sacrificio de Álvarez Paz, quien tiene encaletado un arrume de cajas de respaldo, por lo mismo que no necesita, quiere ni puede andar en campaña, se debe al deseo “facilitar a los venezolanos la decisión que debemos “tomar” - ¡cómo le encanta el verbo!- “en los próximos meses”.
Por los momentos, los dos últimos no apoyan a nadie hasta que, por sus sacrificios, no les respondan satisfactoriamente la pregunta ritual: “¿Cuánto hay pa` eso?”
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