La situación se presentó cuando acudí con mi mamá a la Clínica Sierra Maestra, ubicada en el barrio que lleva este mismo nombre del municipio San Francisco, avenida Unión, sector de la urbanización Alhambra. No pude dirigirme a otro centro asistencial; es el más cercano a mi residencia y allí labora el médico de cabecera de mis padres desde hace años, además no había tiempo que perder. Mi madre presentaba un cuadro de salud sumamente crítico.
Antes de continuar también quiero aclarar que no se trata de hacer una denuncia específica en contra de esta clínica en particular, pues la cuestión debe considerarse en toda su extensión, tomando en cuenta que son demasiadas las quejas en este sentido por parte de familiares de pacientes que se dirigen a cualquiera de estos centros privados en el país.
Sin duda estamos al frente de un problema generalizado a través de un sistema en que el derecho a la vida se ha convertido en unos de los negocios quizás más lucrativos, y estas empresas médicas no quieren entrar en cintura a pesar de las exhortaciones del Gobierno bolivariano y del propio presidente Hugo Chávez. Parecieran mantener un desafío permanente en su contra.
Ciertamente la persona al trasladarse a una clínica sabe que ha de pagar, tampoco es que pretenda que la atiendan gratis, pero eso es una cosa y otra que la quieran estafar con el precio de los servicios y de los medicamentos como generalmente sucede.
En mi caso, como ya dije, llevé a mi madre a la emergencia de la Clínica Sierra Maestra el martes cuatro del presente mes a las 7.00 de la mañana y a eso de las 3.00 de la tarde la subieron a una habitación, para dejarla definitivamente hospitalizada. Lleno de desconfianza y recelo al día siguiente pedí temprano un corte de cuenta y se me vino encima otra gran tragedia. La clínica me estaba cobrando 6 millones 240 mil Bs de los viejos o 6 mil 240 BsF tan sólo por 12 horas de oxígeno.
¡Dios! ¡Qué estupidez!, para que estudiar medicina, para que ir a la universidad, lo que hay es que vender oxígeno en las clínicas privadas, cualquier trabajo u otra forma de ganar dinero diferente a esta actividad sería una completa tontería, pensé.
Me quejé y para mi alivio bajaron la cuenta del oxígeno a 2.400 BsF de un solo tirón. No me dieron explicación alguna, y yo ingenuamente todavía atribuí el caso a un error, hasta que continué detallando la factura. Eso es para volverse loco. Cobran hasta por el modo de caminar.
En la emergencia me despojaron de 264 BsF por seis horas de observación, 390 BsF por tres horas de oxígeno que eran aparte a los de hospitalización; 400 BsF por un electrocardiograma, y por si fuera poco, me quitaron 75 BsF por un servicio que se llama derecho de admisión, algo así como el derecho de entrar a la clínica.
Igualmente pagué el derecho a la emergencia, el cual vi que era un derecho a decir: estoy grave; no veo otra explicación, porque si se paga por todas las atenciones y beneficios en esta área, no tiene sentido este cobro, que debería estar incluido en cada uno de los servicios que allí prestan, sin embargo, tuve que cancelar 97 BsF más por este concepto.
Y hay mucho más, como el cobro exorbitante por la estancia del acompañante del paciente, la comida, la habitación, entre otros servicios; de momento voy a dejarlo hasta aquí para no hacer más extenso el cuento y me despido aclarando que eso es lo que se critica, la gente no se queja porque tenga que pagar, sino porque en esta como que en la mayoría de las clínicas, hay un afán terrible por sacarle a la gente el dinero del bolsillo a como dé lugar.
¡Eso no puede ser!, eso no debe permitirlo un Gobierno bolivariano, más después que fijó posición acerca de este flagelo, porque si algo debe hacer la revolución es darse a respetar, demostrar la solidez del Poder Popular, que en Venezuela de verdad manda el pueblo, porque actualmente lo que han habido son signos debilidad del proceso sobre este asunto.
En
las clínicas no recapacitan, no toman conciencia y se siguen saliendo
con la suya; como empresas capitalistas no les importa la salud de la
gente, del pueblo sólo les interesa la plata que le puedan extraer
cuando inevitablemente enferma.