El cantor del pueblo expiró materialmente dentro de su camioneta cerca de Santa Mónica (Dtto Capital) uno de esos días cuando a la naturaleza se le ocurrió quitarle la libreta donde él escribía toda la poesía a su pueblo Latinoamericano. Y ese día millones de ojos humanos hicieron caer la lluvia en los techos de cartón, mientras otros no bajaron del cerro dejando a la mujer preñada sino que lloraron con ella, tratando de descifrar que era lo que quería decir “Ford Motor Company”
Cerca de la quebrada del Yuro porque “sus manos no se la cortaron llorando” Ernesto Guevara de la Serna trató de abrir el viento…”Tus manos, tus manos Che”…, para gritar su dolor entre truenos y relámpagos, pero nada pudo hacer y el “llanero cantó y cabalgó, a Cunaviche adentro, sintiendo el sabor del cafecito colado que Reverón titiritero plasmó sobre su lienzo de luz por Macuto…Bárbaro Rivas caminó dentro de su viejo y sucio paltó por la calle la Línea de Petare…sabía que algún día se encontraría con Alí para preguntarle “¿Por qué no me has escrito nada?”
A los rico no les cantan los poetas, ¿por qué han de hacerlo sin en la piel de ellos no entra la poesía del que sufre, del que canta, del que deja los trozos de pies sobre las ruinas de los caminos andados en busca de que alguien le conteste las preguntas? ¿Cuál poeta va a cantarle a un oligarca, a un aristócrata que se bebe la sangre del esclavo y luego la regurgita en oro para ofrecerla como joya de creación propia? ¿Cuál juglar ha de cantarle a quien no sabe lo que es un beso de niño con sabor a tierra viscosa? ¿Qué vate va a prestarse a cantarle a un esclavista que en noche de quieta luna perfora las paredes de la habitación de quien llama su esclava para beberle su perfume a jabón la llave para robarle su calor de inocencia? Por eso Alí fue nuestro y será nuestro por los siglos de los siglos, hasta que la corriente del Gran Paraná no tenga agua…
Alí no pertenecía a la especie que sueña con balas de plomo, sino con obuses de libertad. No puedo escribir aquí que a Alí alguien pudiera describirlo, porque eso era imposible: Alí era virginal, era de génesis, de cuando todas las manos se entrelazaban y todos los ojos se arropaban de brillo, de cuando los pájaros no sabían lo que significaba jaula, de cuando los hombres se reunían en comuna a repartirse el fruto en equidad…Alí era una sombra que no vigilaba: era una luz que no tenía longitud, era un canto que imantaba, que penetraba por los ojos y salía por los oídos, para que sólo lo entendieran los justos, en la más difícil interrogante imaginada.
A los poetas los dictadores les cortan las manos para que no les escriban la verdad al pueblo y Alí le plasmó su canto a Víctor Jara, en medio de aquel torbellino de un estadio repleto de soñadores, que vieron como el cielo se les vino encima, para arroparlos en la más fastuosa majestad de amor, porque quienes mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Alí no le pertenece a un estado, a una región, Alí es tan universal como el amor que emergía de su creación de poeta, que bailaba en el rasgueo de su guitarra, que vibraba con el trueno de su voz límpida que en oportunidades parecía querer regresarse a la niñez, en un desespero por lo que acontecía, llorando en los brazos de su mama Pancha…a la que no visitaba el “dotol”
Hay un Canto General a Alí Primera. Loe percibimos en las subidas al barrio, en el asiento del “yip” que nos hace volar a las alturas oliendo a café tostado, oliendo a colombianos, a ecuatorianos, a peruanos y al percibirlo, no hacemos más que abrirnos más la hendidura sobre el tórax, para que nuestro poeta, nuestro camarada, nuestro insigne e inolvidable Alí Primera no deje jamás de acompañarnos en estas latitudes de esperanza por una Venezuela como él la soñó, sin niños millonarios de lombrices, sin techos de cartón, sin hombres que no sepan filosofar…
hdiderot@gmail.com