Tal vez, con ese inexorable
transcurrir de los tiempos, jalados al espacio-temporal como un “gran
agujero negro” galáctico, no hemos percibido, realmente, que estamos
en pleno siglo XXI.
Sí, el mismito de las
increíbles narraciones y películas de ficción.
Pero la vida es así,
el tiempo es así, y la relación espacio-tiempo seguirá así.
Los adelantos científicos y tecnológicos, que son muchos, casi nos
parecen de la cotidianidad. Tal vez ocurrió con el uso de la anestesia,
la electricidad, la telefonía sin hilos, etc.
Los lectores de otros
siglos observarán estos procesos, y no con asombro acostumbrados a
las innovaciones. Siempre y cuando no hayamos destruido a nuestra única
nave espacial walter.
Porque, por el camino
que vamos… halados por la locura destructiva del voraz monstruo capitalista,
ese gran king kong jurásico transformer, que desarrollan los
actuales imperialistas y los que lo fueron en los siglos pasados, quedaremos
como desiertos del planeta: el Sahara, el más cálido, o Atacama, el
más árido.
O, peor aún, como los
territorios donde se asientan los pueblos en la miseria que subsisten
en África. Sin agua, sin comida, sin salud, sin esperanzas. Esos ya
fueron de los devorados por los imperialistas de hace muchos años,
y como Haití, olvidados, despreciados.
Nosotros nos salvamos
un poco por la impresionante gesta libertadora de Bolívar y su gran
equipo latinoamericano, hasta que nos cayera la era oligárquica paecista
y la nefanda petrolera.
Cuando menciono que no
nos damos cuenta del transcurrir de los años -solo en lo particular
cuando nos vemos en el espejo-, y que estamos en el XXI, es porque pareciese,
por lo menos en Venezuela, que somos un país de atrasados y nos calamos
las ofertas políticas engañosas.
Por lo menos esa es la
visión y misión oferente de los politiqueros que poseen la devoradora
concepción salvaje del capitalismo.
Es más, creen que todavía
somos unos pendejos. Ni siquiera los que se los calan, mediáticamente
alienados, pero hasta los aplauden por sacar a Chávez.
Y a sabiendas de que
es una de las quejas mayores, lanzan, como gancho para atrapar a los
pendejos: “acabaremos con la inseguridad pública”, de paso, la
que ellos, los devoradores locales y mundiales, por años forjaron por
manipulaciones, descuidos y malas praxis gubernamentales cuartarepublicanas.
Coño, camarada, quisiera
que alguien me explicara cómo evitar un secuestro de cualquier tipo.
Han secuestrado, cuando se deciden, hasta a los que andan muy protegidos.
Y en cualquiera calle,
aun cuando pasen policías, te arrancan un cadenita, un celular, roban
un carro, una casa, etc. Tendría que haber un par de policías por calle,
en todas las calles, asunto imposible.
Habiendo que auto protegernos
lo mejor posible en nuestras viviendas, nuestros automóviles, etc.,
en lo personal sin aspavientos de riqueza en lugares de riesgo, esperar
que nuestro gobierno revolucionario, que sabe lo que está haciendo,
resuelva el problema estructural de la marginalidad y la falta de conciencia
que nos sembraron en la IV y se ha extendido, sin dudas.
Igual con las ofertas
engañosas para resolver el desempleo y mencionaré las más
vacías: montarse en un autobús del progreso ¿?, y todos, toditos,
capitalistas populares, ja, ja. Hábrase visto tamaño engaño. Pero
lo arrecho es que, medievalmente, muchos se lo creen. Y es donde está
el peligro.
O ver a un muchacho ojoéloco
corriendo por una calle de Chacao, saltando obstáculos absurdos colocados
por ellos mismos y sus seguidores de la MUD.
O el borracho mayor prometiendo lo que estamos haciendo.
También los que no tienen
nada que ofrecer como Leyland Arria que deberíamos declarar persona
non grata, despreciarlo públicamente, cacerolearlo donde vaya, abuchearlo,
tirarle tomates -aunque sea una práctica escuálida- porque tiene lo
que le queda de bolas, los pellejos, pues, de querer enjuiciar a nuestro
Líder.
No describiré más
de las ofertas políticas engañosas. Son muchas, hieden, pero, dentro
del marco de las libertades, en ellas la de expresión, deberían tener
un freno. Por lo menos deben estar sustancias y bien sustentadas.
Todavía persisten las
ofertas engañosas de la mala concepción espiritual de algunos orientadores
religiosos, en varias vertientes, que no describiré ya que nuestros
jefes de Aporrea no permiten que se toquen esos temas. Así como de
la homosexualidad. Que respetamos pero no compartimos porque estamos
en tiempos de debates. Sin ofender.
Ojalá, algún día,
y con el debido respeto, hasta con los muy fanáticos, debatamos sobre
ese importante aspecto espiritual. Hasta en lo dogmático de cada una.
A, coño, y me disculpan
el coño, pero lo más destructivo, por ello lo más capitalista, casi
lo salvaje de las políticas monetarias, son las cotidianas ofertas
engañosas comerciales. Y mire que se les ha tratado de frenar.
Parte desde los centros
comerciales, aquellos diseñados para que no veas nada desde afuera
obligándote a entrar y enamorarte con luces y colores para vender,
que no importaría, sino especulando. Más en los “trapos”, como
los llamaba mi padre, y que nadie entiende cómo una tela, una camisa,
por ejemplo, pueda ser tan costosa comparada a con artefactos eléctricos
que hasta motor traen.
Ah, es la llamada “oferta
y demanda”.
Pero donde más se percibe
la venta engañosa es en los supermercados. La concepción capitalista
es engañosa donde no especifican -ahora un poquito-, la ubicación
de las cosas y, aun ahora que todos -algunos, mejor dicho- y habiendo
aprendido a comprar lo necesario, hacemos una listica, debemos recorrer
anaqueles llenos de variedades hogareñas y, con la idea de la venta
por impacto de los supermercados de la ideologización consumista, las
echamos en el carrito, generalmente con las ruedas pegadas o patulecas.
El carrito, claro.
Vemos que los vegetales
ahora son humedecidos para resaltar una frescura. Que no están frescos.
Vimos uno nuevo en USA, en internet, ojo, que cuando la persona se acerca
escucha sonido de lluvia y goticas que las mojan. A los vegetales, claro.
Ah… y cuando pasan
por donde venden huevos, escuchan gallinas cacareando. Vacas mugiendo
cerca de la leche, etc. Se dirá que son prácticas de mercadeo.
Pero en nuestra patria
muchas veces la leche está a un día de vencer, o yogures y salsas
y jugos vencidos, como les he observado a los expendedores para que
no los multen o dañen a quienes los compran. Y los vegetales secos
como mencioné.
Como destaqué en
un artículo, hace un tiempo, de las vainas difíciles de comprar es
el papel toilet. Párese usted frente a las torres de paquetes y trate
de escoger el que le conviene.
Y, como una nueva práctica,
con contadas excepciones, nunca coinciden los papelitos de los precios
debajo de los productos, o no los tienen, y debes comparar los códigos
de barras para ubicar los correctos. Justifican esa mala práctica
invitándote a llevarlos a las maquinitas comprobadoras de precios.
Pienso, estimo, que los
ministros y funcionarios de altos niveles -incluso más frecuente los de Indepabis, que en los de chinos ni aparecen
¿?- y gobernadores y alcaldes deberían comprar también.
Tiempo les queda. Y verán
las arrecheras y escucharán los comentarios contra nuestro gobierno,
contra Chávez.
Y las maldiciones: ¡qué
vaina es ésta de que uno tiene que andar “zanqueando” pa´lla y
pa´cá pa´ conseguir café, aceite, leche¡ (Desde en polvo hasta
las pasterizadas, salvo las más costosas de larga duración)
No sé
cómo iremos a resolver esta gravísima
vaina que en las clases medias y populares independientes
afecta “burda” la imagen del gobierno. La de C H
Á V E Z, ¡ok!
Lo que nos hace pensar
que algunos altos funcionarios, no de mala fe sino para cuidar sus puestos,
tienen engañado al Presidente con este desabastecimiento.
¡OJO PELAO, por ahí
se van los votos!
Siguiendo con las ofertas
engañosas que hay que prohibir, o controlar, o reducir, que les he
mencionado en otros artículos, vienen las propagandas de TV,
y muy en especial las dirigidas a los niños para que los padres les
compren.
Recuerden el chichón,
la presión que nos mete, y el llanto de un niño que quiere algo que
vio. O la estupidez de muchos, parte de la ideologización capitalista,
que los hijos deben estar a la par de otros usando productos de marca,
o que salen en TV.
Todo el que lleva un
niño de compras a una panadería o a un supermercado, mínimo le compra
una chuchería, y saben por qué, ah… porque las exhiben en estantes
a la altura de los niños. Uno los ve pegaditos al vidrio y comienza
la exigencia, nosotros tenemos siempre que inclinarnos para verlas y,
aunque te pongas duro, le compras alguna así le dañen los dientes
y le fortalezcas su tendencia, muy capitalistamente humana, a los caprichos.
Hablamos de propagandas
de incitación al estatus social y al gasto, en ropitas, zapatos, de
sandalias, de juguetes, etc. que no los voy a describir, háganlo ustedes
y si no me lo cuentan, coméntenlo entre ustedes.
Y cuidado porque con
las ilusiones de los niños, por más pequeñas que sean, una chupeta,
un carrito, una muñequita, no se puede jugar y es donde más se manipula.
Debemos controlar eso, pienso.
Les recuerdo que estas
son mis apreciaciones, mis opiniones.
Para finalizar con las
ofertas engañosas les pregunto, aunque yo no compró más en esos espacios,
pero muchísimos sí. Vaya a un Mac Donald´s, pida una hamburguesa
como las mostradas en las imágenes, con la carne gorda saliendo del
perímetro del grueso pan junto con el queso y la lechuga y compárela
con la que le entregan.
Un pancito que al abrirlo
encontrará una escuálida carnita -escuálida en el buen sentido del término- reposando sobre unas sombras
de lechuga y transparencias de pepinillos.
Lo que ocurre es que
nadie ha exigido, y que le paren, que la que está pagando sea exactamente
como la que ofertan en las transparencias luminosas. Ni el INDEPABIS.
Igual con las otras marcas de hamburguesas y sanduches submarinos.
Y, parece mentira, muy
distinto a los súpersanduches en expendios no franquicias. De empresitas
pequeñas, pues.
¡Patria, sin engaños, viviremos felices!
edopasev@hotmail.com