Todos saben que no simpatizo con las políticas universitarias de la rectora de la UCV, por lo que los molestos con este escrito pueden ahorrarse la ficción. Mis opiniones tampoco le hacen el juego a la oposición; se lo hacen quienes actúan en las universidades con el mismo vandalismo del pasado adeco copeyano. Fui testigo de las agresiones contra la UCV de los gobiernos de Lusinchi y CAP II. Sus respuestas ante las denuncias ucevistas fueron iguales a las actuales y ayer como hoy las denuncias no fueron investigadas ni condujeron a ningún resultado.
En 1988, un estudiante del MAS arrojó comida podrida en las oficinas del rectorado, sin razón para ello (si es que hay alguna razón para un acto así), pues yo tenía muy pocos días como Rector y no era por lo tanto responsable del mal estado del comedor universitario. No lo sancioné, a pesar de la falta cometida, pues él era sólo un instrumento de su partido político y por lo tanto una víctima. No le guardé ninguna animadversión y lo saludo afectuosamente cada vez que lo veo.
Algunas diferencias con los hechos actuales: Los estudiantes de entonces, en sus protestas, no quemaban vehículos de las universidades, ni dañaban sus instalaciones, ni utilizaban bombas lacrimógenas. Ante los ataques de grupos armados, todos los universitarios de aquel tiempo, incluyendo adecos y copeyanos, se unían en la condena de las acciones delictivas del Gobierno y rechazaban su respuesta de culpar a los ucevistas. Las agresiones actuales son más numerosas, mucho mayores y la impunidad es total.
En las elecciones recientes de la UCV, la fórmula del joven Kevin Ávila quedó entre las últimas, cuando algunos creían que podía llegar de tercero y ser delegado al Consejo Universitario. Este resultado negativo sumado a la pérdida de la Escuela de Sociología y la casi segura derrota en su propia Escuela de Trabajo Social, lo llevaron a actuar como Jalisco, que si no gana arrebata. Ésta es la simple verdad de los hechos.
Los inventos posteriores son creaciones adecas del pasado, cuentos de camino que perjudican a quienes los inventan. Decir que quienes ganaron se sabotearon a sí mismos, no lo cree nadie a menos que se haya perdido todo contacto con la realidad. Una agresión así, además, sólo puede hacerse con complicidad oficial.
Últimas Noticias, pp 40, 14-12-2011, Caracas