Rómulo Betancourt es uno de los personajes venezolanos que gradualmente se van desdibujando del imaginario colectivo en la medida en que se interpreta su pensamiento más allá de frases emblemáticas como “adeco es adeco hasta que se muere”, “disparen primero y averigüen después”, o “Neruda es un poeta en decadencia”. Su posición ética y convicción ideológica se encuentra en su propio discurso. Este político guatireño es protagonista en dos hechos transcendentales en la historia contemporánea de Venezuela: la candidatura del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa en 1967 y más atrás, el golpe de estado a Isaías Medina Angarita, el 18 de octubre de 1945. El imperialismo estadounidense aprueba la candidatura por el partido Acción Democrática de Gonzalo Barrios y saca del juego electoral al pedagogo margariteño tal y como queda evidenciado en esta cita de Betancourt a finales de1967: “Pero es que Prieto se ha vuelto loco; ¿es que acaso él podría gobernar sin el consentimiento de Washington? Prieto también vive contaminado por la fiebrecita de ese hipócrita izquierdismo, producto no de principios sino de un resentimiento secular, que sudan pero que nunca pasan, quienes se han amamantado en las ubérrimas ubres de la ambición grupal. Él no entiende acaso que quienes determinan el poder no lo quieren para nada: la iglesia lo odia, en las Fuerzas Armadas no lo tragan, en los medios de comunicación lo muestran horriblemente feo, sin ninguna gracia personal, los empresarios lo harían papilla a las primeras de cambio creándole desabastecimiento y una espantosa especulación”, y culmina preguntándose “qué se ha creído, que los americanos lo dejarían gobernar; es que ya me lo han dicho al negro no lo queremos” (José Sant Roz, “El procónsul Rómulo Betancourt. Memorias de la degeneración de un país”, Monte Ávila). En una entrevista publicada en El Universal el 27 de septiembre de 1968 el Maestro Prieto diría “Creo que nunca he sido adeco, si por ello se entiende un hombre que usa el poder para perseguir a la colectividad para su propio beneficio. No soy adeco, si por ello se entiende al político que emplea la fuerza para destruir a sus enemigos. Es la negación de lo que yo he sido y soy”. Más de dos décadas antes Betancourt llegó al poder de mano de una camarilla de jóvenes militares formados en la Escuela de Las Américas bajo supervisión estadounidense que legitimaron el golpe de estado al gobierno de Isaías Medina Angarita pactando con el líder del partido blanco la repartición del Poder. El intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri escribe una carta que publica el periódico La Esfera el 5 de mayo de 1946, seis meses antes de que Betancourt fuese presidente, en la cual dice: “En verdad ha sido trágica la equivocación de los militares en llamarlo a usted para entregarle el Gobierno. Usted nunca ha podido ser otra cosa que un demagogo, y en el ejercicio del poder continúa siéndolo irremediablemente. Con ese pintoresco fárrago de nociones inconexas, que ha acumulado en sus lecturas apresuradas e incompletas empezó a fabricar esa falsa imagen de hombre cultivado y de muchas aptitudes. Sin embargo, lo que hasta ahora se ha visto y ha dicho de política, de economía, de historia, es superficial y muchas veces inexacto. Del gran monumento jurídico y social, de la carrera administrativa, no conoce usted ni la silueta… con el despliegue permanente de esa quincalla verbal y con la audacia inconsciente de que no sabe lo que hace y nada tiene que perder, ha logrado apoderarse del comando efectivo del Gobierno y enrumbarlo por un camino de errores hacia la satisfacción mezquina de sus oscuras pasiones de hombre tarado de complejos”. El análisis del discurso de Rómulo Betancourt conduce a resumir su vida como la del fantoche que cabalgó la deontología con la execración, la felonía y la ingratitud como sus principios. Fue un bufón sumiso y obediente, una marioneta cuyos hilos la movían desde el Departamento de Estado. Rómulo Betancourt murió en Nueva York el 28 de septiembre de 1981. La fecha la recuerdo porque a causa del duelo nacional decretado, Freddy Mercury tuvo que suspender las dos últimas funciones en el Poliedro de Caracas con su emblemático Queen. Venezuela sólo pudo verlo en su noche inaugural. La bohemia se había quedado sin su rapsodia por culpa de un hombre tarado de complejos.
(*)Prof. Dr.
Premio Municipal al Pensamiento Político Gustavo Machado 2011
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