María
Jesús Izquierdo1
Introducción
De
acuerdo con Adriana Cabrera y Neneka Pelayo2 el lenguaje
es el sistema de signos que las personas utilizamos para comunicarnos,
las cuales son una gama numerosa de herramientas que vienen asociadas
a nuestra naturaleza social. De acuerdo a estas mismas autoras, la comunicación,
por su parte, es un proceso mediante el cual se transmite una información
a un destino. Por tanto, existe una fuente de información que es transmitida
a través de un canal por un código a una receptora o receptor que
reconvierte el mensaje mediante una decodificación.
En
otras palabras, cuando dos personas se comunican una de ellas organiza
ideas, las emite a través de un código, puede ser con el verbal (o
no) en una secuencia de palabras o signos con sentido, así la persona
que recibe la información la decodifica y la asocia en su mente desde
la interpretación con que su cerebro ha sido habituado a identificar.
Es por esto que, en este país, de acuerdo a las regiones, las palabras
tienen uno u otro sentido, como es el caso de papagayo que puede ser
una guacamaya, un pez, una flor de navidad o una cometa. O el término
abanico, que en algunas zonas se asocia a un ventilador, pero también
en otras áreas es un instrumento manual para mover el aire en un sentido3.
Es así como determinamos que el lenguaje es un elemento preponderante
en la construcción social.
De
acuerdo con María Jesús Izquierdo4 el lenguaje es utilizado
para dos objetivos, uno de ellos es el que hemos estado mencionando,
la comunicación y el otro referente al pensamiento. En sus mismas palabras
el lenguaje es el que nos lleva a reflexionar el cómo observamos e
interpretamos al mundo. Por otro lado, las Naciones Unidas asevera que
el lenguaje no es una creación arbitraria de la mente humana, sino
un producto social e histórico que influye en la percepción de la
realidad, puesto que transmite socialmente al ser humano las experiencias
acumuladas de generaciones anteriores.5 El lenguaje,
por lo tanto, condiciona el pensamiento de las personas y determina
la visión del mundo de las mismas. Es por esto que no es casualidad
que “abanico” en distintas zonas del país tenga diferentes significados,
es la visión diversa que se tiene de esa realidad.
Luego
de determinada la relevancia que tiene el lenguaje, es menester que
como parte del proceso revolucionario, no se deje de un lado al mismo
como elemento preponderante en la lucha hacia la reconstrucción de
la nación. Entendiendo a través de los argumentos antes mencionados
que esto debe convertirse en una línea transversal de trabajo en el
proceso de reestructuración de la identidad de ser venezolanas y venezolanos,
alejados de los patrones implantados por las “potencias”.
Uno
de esos esquemas heredados en el castellano venezolano es el uso sexista
del mismo. En función de que éste invisibiliza, excluye y discrimina
a las mujeres, de acuerdo con el texto Una visión de país con ojos
de Mujer6 emitido por el Instituto Nacional de
la Mujer, el cual nace desde la perspectiva de proporcionarle su debida
relevancia al cómo nos comunicamos. Esta obra emana como una propuesta
hacia la Asamblea Constituyente con el fin de que se incluyera la visión
de Mujer en la Constitución Bolivariana de Venezuela, propuestas que
fueron en su mayoría aprobadas. Es por ello, que en Venezuela contamos
con una Constitución con un uso no sexista del lenguaje, la cual es
un ejemplo a nivel mundial.
En
este punto es preciso recordar que esa Constitución fue votada por
una gran mayoría del pueblo venezolano, en otras palabras, una importante
suma de personas que conforman esta nación eligieron que el documento
que les define, que les asigna los deberes y derechos, incluyera, visibilizara
y no discriminara a las mujeres. Luego de esto se puede deducir que:
es un mandato del poder popular el uso no sexista del lenguaje.
Asimismo,
en el capítulo VI de los Derechos Culturales y Educativos de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela se establece la obligatoriedad
de la información, con el fin de corregir la desigualdad comunicacional
que frente a nuestra cultura se exigen en los medios de comunicación7.
En este mismo capítulo en el artículo 108 se expresa “Los medios
de comunicación social, públicos y privados, deben contribuir a la
formación ciudadana”. En estos enunciados se observa la corresponsabilidad
que tiene en la construcción de la formación del nuevo hombre y de
la nueva mujer cada organización que haga vida dentro del Estado. Y
como ya se ha mencionado, el lenguaje es pieza fundamental en esa formación.
Otro
documento de los colectivos de mujeres que ratifica diez años después
esta postura, estuvo constituido en el congresillo realizado el 24 y
25 de Abril del 2008 en Caracas, donde se dieron cita mujeres de todo
el territorio nacional para discutir las propuestas que habían de ser
entregadas al para entonces Ministerio de Asuntos para la Mujer8
con las funciones y actividades posibles a realizar en el mismo. En
medio de ese congresillo se le dio apertura a una Mesa9 en
la cual se discutieron problemas y propuestas referentes a la Política
Comunicacional de la Nación. Lo más significativo de las problemáticas
que se expusieron en dicho evento son las siguientes:
- La insuficiente información y formación en torno a temas relacionados con el género;
- El inadecuado manejo de la imagen femenina y del lenguaje sexista;
- La discriminación y la falta de control en la gestión de los medios de comunicación.
Qué
es el Uso Sexista del Lenguaje
“La lengua tiene un valor simbólico enorme; lo que no se nombra no existe…”
Eulalia
Lledó Cunill
De
acuerdo con Amador Muñoz, otras y otros10, el sexismo es
el perjuicio con base en el género, el cual asigna los roles y las
responsabilidades definidos como adecuados para las mujeres y los hombres,
incluyendo las relaciones que deban mantenerse entre ellos, es decir,
no se restringe a una actitud negativa hacia las mujeres, sino que delimita
también las relaciones estereotipadas entre los géneros. Por ejemplo,
la expresión “la mujer de” define que una mujer es propiedad de
un hombre.
El castellano no es una lengua sexista, somos las personas que lo utilizamos las y los que les damos la connotación sexista. El castellano posee una gama de términos que podemos manejar, pues existen palabras femeninas, masculinas, neutras y genéricas. A pesar de ello seguimos dejando por fuera a las mujeres en todas las formas del lenguaje y como dice Eulalia Lledó, “lo que no se nombra -o no se ve- no existe”.
Un ejemplo clásico del uso sexista del lenguaje es cuando utilizamos la palabra “TODOS” cuando hay la intención de incluir a mujeres dentro de la misma. El utilizar sólo el masculino, en estos casos, es un reproductor de las desigualdades entre mujeres y hombres, invisibiliza del discurso a las mujeres como sujetas de acción. Pues como bien expresa Marcela Lagarde, el hombre no es ni modelo, ni neutro11. Es así como, todos estos mensajes, sean verbales o imágenes, refuerzan, reproducen y mantienen el sistema patriarcal y androcéntrico12.
Para
demostrar lo antes expuesto sólo tenemos que salir a la calle y observar
las vallas que nos comunican una publicidad o simplemente nos dan una
información, se leen cosas como por ejemplo la palabra “Bienvenido”
en la cual se presupone que se incluye a las mujeres. Aquí está precisamente
la revolución que proponen las corrientes y organizaciones feministas,
dejar de lado las antiguas formas de comunicación y abrirnos a las
nuevas, a éstas que son incluyentes, puesto que, cuando los mensajes
están elaborados desde la visión masculina los hombres comprenden
que están incluidos pero las mujeres tienen que aprenderlo y someterse
a ello. Por eso hay que nombrar las cosas tal y como son, sin ningún
tipo de exclusión o diferencia.
Hace
unos años la palabra escáner, por ejemplo, no hubiese tenido sentido,
sin embargo, hoy la utilizamos con normalidad. Ese ejemplo nos
hace comprender que el castellano es una lengua viva la cual se transforma
de acuerdo con las culturas y el tiempo. Parte entonces de esa revolución
liberadora e igualitaria del lenguaje es aumentar la venezolaneidad
dentro del mismo, procurando que nos forme como una población realmente
socialista al hacer justicia social y mencionar la otra parte de la
población que ha sido invisibilizada desde tiempos pasados. Ésta renacionalización
del castellano con perspectiva de género haría frente a la injerencia
de pueblos extranjeros en la misma.1
Un
ejemplo de los roles y de la invisibilización son los nombres de las
profesiones. Cuando llamamos a: Ingenieros, secretarias, enfermeras,
pilotos, médicos, técnicos, entre otras, invisibilizamos al otro género
que no está explícitamente mencionado. De acuerdo a nuestro espíritu
revolucionario, la Real Academia de la Lengua Española –algunas-
y con mucho más peso, en consonancia con nuestra Constitución ya se
puede mencionar dichas profesiones de las siguientes formas:
- Ingenieras e ingenieros,
- Licenciada, licenciado.
- Secretarias y secretarios,
- Enfermeras y enfermeros,
- Médicas y médicos,
- Técnicas y técnicos,
- Entre otras.
Asimismo
ya se utilizan los cargos con mención al género de la persona que
la lleva a cabo como se puede notar a continuación:
- Gerentas y gerentes,
- Coordinadoras y coordinadores,
- Fiscala y fiscal,
- Jefa y jefe,
- Entre otros.
Como
se puede leer, el lenguaje de uso no sexista es integrador, incluyente
e inclusivo. Este tipo de uso del lenguaje nos acerca más a la realidad,
puesto que no nos confunde con un mensaje impreciso, sino que nos aclara
más específicamente de la sujeta o sujeto de las y los que se está
hablando. Por ejemplo, la constitución, como ya se ha mencionado, posee
un lenguaje de uso no sexista o un lenguaje dentro de una democracia
efectiva, puesto que incluye a los géneros y utiliza los neutros dentro
del mismo.13 Se lee dentro de ella palabras como: venezolanas,
presidenta, vicepresidenta, magistradas, procuradora, contralora, defensora,
ministras, gobernadoras, alcaldesas. También utiliza otros términos
como ciudadanía o persona.
Mencionemos
el ejemplo más clásico para facilitar la visión de género dentro
de las comunicaciones. Si se les menciona que elaboren una ensalada,
¿Qué ingredientes colocarían?, si se habla con más puntualidad
de una ensalada de frutas, ¿qué frutas colocarían?, cada una de las
personas que leen este párrafo realizarán la ensalada de distintas
maneras en su mente, entonces, no es mejor que se les diga que se tiene
que elaborar una ensalada de frutas que contenga mango, cambur, lechosa
y Patilla. Este punto es al que se hace referencia cuando se habla
de precisión; si hay mujeres y hombres dentro del mensaje que se quiere
emitir, es necesario mencionarlas y mencionarlos.
Una
forma efectiva para determinar si estamos utilizando un lenguaje sexista
es colocándole el otro género a la frase o texto. Por ejemplo, si
decimos: las enfermeras visten de blanco y le cambiamos el género diría
lo siguiente: los enfermeros visten de blanco. Si en el grupo que se
está mencionando existen hombres o mujeres de acuerdo al caso, se está
incurriendo en un uso sexista del lenguaje. Este ejemplo visibiliza
la estigmatización que se tiene de las profesiones de acuerdo a los
roles estereotipados por género. Asimismo, se desmonta el uso del masculino
como genérico, lo cual identifica lo androcéntrico del uso del lenguaje
castellano.
Cierre y
recomendaciones
En
consonancia con lo antes expuesto, se hace un humilde llamado a todas
la ciudadanía, organizaciones, instituciones, colectivos en general
a cumplir con el mandato del Poder Popular al unirse a la trinchera
que busca la construcción de la Independencia, la Patria Socialista
con justicia social y del buen vivir de las personas que hacen vida
en República Bolivariana de Venezuela, con la puesta en marcha de acciones
concretas que revisen, rectifiquen y reimpulsen las comunicaciones y
el lenguaje que se utilizan dentro del diario accionar de las mismas.
Como
alternativas para encaminar dicha propuesta se encuentran las realizadas
por el prenombrado congresillo en donde se definieron tres acciones
para encaminarse a un uso democrático de las comunicaciones las cuales
son:
- Realizar reuniones y talleres de formación para sensibilizar con las políticas de género;
- Crear un manual sobre el manejo adecuado de la comunicación;
- Capacitar con respecto a los contenidos y a los estereotipos sexuales que generan los medios de comunicación y los textos escolares, entre otras.
Magístera en Bienestar Social
Experta en Género