"Si no hubiera tiranía, todos fuéramos hermanos".
Importa
poco qué día fue publicada la entrevista. Basta con saber que fue
recientemente. El nombre del entrevistado importa menos aún. Lo clave es
tener clara la tarea: ésta consiste en abonar a la idea de que, en una
eventual derrota de Chávez, el chavismo no tendría nada qué temer.
Simplemente sobrevendría una "transición democrática" y gobernaría la
Unidad.
Tal
idea, por cierto, se funda en un profundo menosprecio: el chavismo sólo
sería capaz de refrendar su apoyo a Chávez y a la revolución bolivariana
si lo hace por miedo. Porque todo chavista tiene un poco de
sinvergüenza y cobarde, de pedigüeño y delincuente. De idiota. Por eso
hay que convencerlo de que todos sus desvaríos igualitaristas de los
últimos años, todas sus afrentas, su revanchismo, su altivez, su
impertinencia, incluso todas sus victorias serán perdonadas. No habrá
castigo. La Unidad será magnánima.
A esta
tarea, decía, se han sumado las mentes más lúcidas del antichavismo. Con
un airecillo a superioridad moral que haría palidecer a los "meritócratas". A uno de esos cerebros le ha dedicado El Universal una página completa, un domingo de estos.
Justo
porque la identidad del personaje es lo de menos, lo que importa es la
autoridad que le confiere la academia, Roberto Giusti juega de entrada a
impresionarnos: "Denso, variado y abigarrado es el currículum de Benigno Alarcón".
Por ahí se va: profesor de la UCAB, "abogado con diversas
especializaciones en campos como la Gerencia Pública, el Derecho
Internacional Económico o los Procedimientos Alternativos de Resolución
de Conflictos". Omite
decir que Alarcón ha sido asesor en Venezuela de transnacionales como
British Petroleum, Citibank, Ford Motors, Coca Cola, Philip Morris,
entre otras. Lo que hay que resaltar ahora es su perfil académico.
Y
Alarcón es un tipo que sabe. Tanto sabe, que no pierde una sola
oportunidad para contarnos sobre todos los libros que se ha leído. Por
ejemplo:
1.- Para demostrar que el venezolano es un "régimen no propiamente democrático", a pesar de que hay elecciones, cita a Larry Diamond. En Venezuela impera el "autoritarismo hegemónico".
2.- Para demostrar que el gobierno venezolano está "perfeccionando" el autoritarismo, aparentando ser democrático, lo que le "permite cierto grado de legitimidad, tanto hacia dentro como hacia afuera", cita a Martin Lipset.
3.- Para demostrar que el "proceso de democratización" en Venezuela dependerá fundamentalmente de lo que hagan "actores internos", cita a Samuel Huntington.
4.- Para demostrar que la oposición no tiene la fuerza suficiente como para derrocar al gobierno de Chávez, pero éste último, a su vez, ha entrado en una fase de decadencia irreversible, y por tanto lo que corresponde es "negociar una transición que les permita (a los salientes) conservar algunos privilegios y evitar el peor de los escenarios", cita a Juan Linz.
5.- Para demostrar que la oposición tiene que salir a la calle a protestar, para que el gobierno reprima (como en Egipto o Yemen), y esto acelere el fin del régimen, cita a Robert Dahl.
1.- Para demostrar que el venezolano es un "régimen no propiamente democrático", a pesar de que hay elecciones, cita a Larry Diamond. En Venezuela impera el "autoritarismo hegemónico".
2.- Para demostrar que el gobierno venezolano está "perfeccionando" el autoritarismo, aparentando ser democrático, lo que le "permite cierto grado de legitimidad, tanto hacia dentro como hacia afuera", cita a Martin Lipset.
3.- Para demostrar que el "proceso de democratización" en Venezuela dependerá fundamentalmente de lo que hagan "actores internos", cita a Samuel Huntington.
4.- Para demostrar que la oposición no tiene la fuerza suficiente como para derrocar al gobierno de Chávez, pero éste último, a su vez, ha entrado en una fase de decadencia irreversible, y por tanto lo que corresponde es "negociar una transición que les permita (a los salientes) conservar algunos privilegios y evitar el peor de los escenarios", cita a Juan Linz.
5.- Para demostrar que la oposición tiene que salir a la calle a protestar, para que el gobierno reprima (como en Egipto o Yemen), y esto acelere el fin del régimen, cita a Robert Dahl.
Casi
parece una alineación de Todos Estrellas: en el jardín central y como
primer bate, el veloz Larry Diamond, el Diamante de Stanford. Lipset
tiene nombre de tercera base, bateador de contacto. Huntington en
primera y tercero en el orden. Por supuesto Juan Linz es el cuarto bate:
hombre de poder. Dahl es quinto y receptor. Ya sabemos quién es el
batequebrao.
¿Tanta
especialización y tanto libro para venir a repetirnos la misma cantinela
sobre el autoritarismo que nos aprendimos de memoria hace muchos años?
Pero cuidado, hay que saber leer entre líneas, separar la abundante paja
del trigo. Alarcón plantea que el antichavismo no puede cometer los
mismos errores, que no hay que inspirar miedo, que es necesario
"negociar".
¿A qué
errores se refiere? Según Alarcón, siguiendo a Robert Dahl, el 11 de
abril de 2002 "el costo de la opresión se volvió demasiado alto para
Chávez y el sector militar dijo que no estaba dispuesto a parar a la
gente a sangre y fuego. Chávez decidió renunciar… Luego vinieron los
errores".
Al bate, Benigno Alarcón. Rolling al picher. El tipo no la conecta con fuerza ni bateando con la puerta de una Iglesia. Qué manera de matar un rally.
Casi
una década después, cuando su concurso activo es de lo más necesario,
cuando más peso tendría que tener la fuerza de las ideas que la idea de
la fuerza (porque es crucial no espantar a los chavistas), un tipo de
currículum "denso, variado y abigarrado", la encarnación del Saber
(sobre el Poder autoritario), nos cuenta que primero fue el golpe de
Estado, y "luego vinieron los errores".
Así
cualquiera resuelve un conflicto de manera alternativa o asesora una
"transición democrática". Así es muy fácil servir de perro guardián del
capital transnacional. Repitiendo lugares comunes y disimulándolos con
la grandilocuencia característica de los charlatanes. Haciendo demagogia
pura y dura en nombre de la Ciencia. ("Una de las grandes discusiones
en el mundo, hoy en día, estriba en plantearse si, en un régimen no
propiamente democrático…"). Es la tiranía de los doctos.
No
es cierto que estaríamos obligados a elegir entre una tiranía de los
doctos y otra de los legos o ignorantes (que sería chavista,
naturalmente). Siempre habrá que elegir luchar contra la tiranía, sea
del signo que sea. El lugar que hoy ocupa en la vida pública este falso
dilema se lo debemos, precisamente, a los partidarios de la primera de
las tiranías: sin los "ignorantes" y "autoritarios" que ellos mismos suscitan con
su discurso, no podrían reclamar su condición de doctos y demócratas.
No podrían erigirse como "solución" al "problema" de la situación
venezolana. Pero el problema es siempre la tiranía.