La premisa de no confiar debe estar siempre como un vidrio ante nuestros ojos, algo básico, por más que se diga que en Venezuela hay muchas oportunidades para hacer negocios, no solo con empresarios estadounidenses sino con cualquiera de otras naciones.
La revolución nos viene enseñando acerca de cómo debemos manejarnos con los negocios y de eso debemos hacer todo un sistema, un modelo de cómo relacionarnos económicamente con los demás y siempre con la claridad de no intentar valernos del otro con quien negociamos ni tampoco permitir que se valgan de nosotros, como ha ocurrido en el pasado.
Por allí leímos que el señor Eric Olson, consejero comercial de la embajada de negocios de los Estados Unidos en Venezuela, decía en una entrevista que los estadounidenses “ven oportunidades de negocios aquí”, es decir, en tierras venezolanas.
Es necesario aclarar, que la tierra de Simón Bolívar siempre ha sido generosa, de muchas oportunidades aunque, no solo para los estadounidenses sino para los nacionales de otros países. De hecho, españoles, portugueses, italianos y otros ciudadanos y ciudadanas han hecho grandes riquezas en esta nación, aunque después unos cuantos se muestren malagradecidos y hasta atenten contra esa generosidad y brazos abiertos que ha caracterizado a Venezuela.
¡Una gran verdad!
Pero la revolución nos ha enseñado a estar más identificados con el país, a entender que quienes lucharon en el pasado por alcanzar la independencia, fueron hombres que buscaron tener un país soberano, independiente, solamente manejado por sus habitantes sin la ingerencia de otras naciones, por más que se empeñen en intentar reiterarle a los demás que ellos son poderosos.
Nada más preciado en la existencia de nuestras cortas vida, porque son cortas de verdad, que el sentirse libre, simplemente vinculados con lo que uno se identifica, con lo que uno siente y la mayoría venezolana se siente identificada con la revolución que lidera el Comandante Hugo Chávez porque es un ser con alta sensibilidad hacia la nación y sus habitantes, un hombre que ha recuperado el valor de la palabra empeñada y que hace honor a sus compromisos.
Y volviendo a la enseñanza de la revolución a la ciudadanía, decimos que ahora nos sentamos a negociar con los vecinos y demás naciones como debe ser, es decir, qué necesitas tu de mi y qué yo de ti, qué me aportas y qué te aporto, qué me dejas y qué te dejo.
Entramos entonces, en unas negociaciones de complementariedad y no de explotación, que es lo que siempre existió en el pasado y que generó tanto mal y dolor al país.
Somos un modelo alternativo como país, en el que la premisa de nuestras relaciones es el respeto y no el control ni la dominación por parte de terceros de una vida que de país que costó muchas vidas en la búsqueda de su independencia y que ahora camina hacia su consolidación.
estacio_conac@yahoo.com