En todo ese nido de mentiras
en el que anidan los opositores a la revolución bolivariana, donde se lanzan
mordiscos, rodillazos, bofetadas, cabezazos y nalgadas, y “distraídamente”
colocan el pie para que otro se caiga, se abrazan, sueltan sonrisas obligadas
mientras aprietan los dientes, comportándose como jauría que se lanza a la caza
de una presa, lo que hay es una especie de mundo perdido.
Por eso no son para menos
las consideraciones que hace el dirigente blanco Ramos Allup, para quien muchos
de quienes corretean por el ruedo político en su calidad de aspirantes a cargos
como el de presidente, gobernadores y alcaldes, son petrimetes, gente que
carece de creatividad, que repite lugares comunes.
La tragedia que vive ese
extraño grupo que odia junto a sus seguidores - piensa uno- pudiera ser un buen
tema como para que algunos de nuestros compositores musicales -¡que los
tenemos!- le pusieran letra y música a
ese distorsionado actuar de la oposición venezolana.
No debe ser fácil y tampoco
sería, por ejemplo, una sinfonía eufórica, alegre, esperanzadora, sería más
bien algo muy trágico, doloroso, altamente depresivo, que pudiera recibir el
nombre de Sonata al Infierno, con mucha fuerza, dramatismo y tormento, como si
se tratase de la propia interpretación de Nicola Paganini.
Hasta sería un éxito,
mundialmente hablando si tuviese ráfagas de una bien creada, inventada
musicalidad infernal perseguida por los ángeles y hasta sería interesante que
Gustavo Dudamel la dirigiera, aunque sabemos que este notable musical está
identificado con la paz y la ha estado promoviendo. Lo vimos dirigir la 5ta
sinfonía de Gustav Mahler con la orquesta Simón Bolívar y fue apoteósico.
Definitivamente, debemos
decir que Dudamel, con su extraordinaria calidad si puede comprar la alegría,
la soberanía y el amor de un pueblo como el venezolano, pero la oposición es
otra cosa, es totalmente lo contrario a lo que expresa nuestro músico larense.
estacio_conac@yahoo.com
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(Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión)
