Cuando leo el “Háblanos majunche”, escrito por Alfredo Oliva, un artículo tan sencillo como certero, nos damos cuenta de “las cosas más sencillas” de las que hablaba Nazoa, pues nada más claro que hablar como hablan los demás, pero llenos de una gran sabiduría.
Recuerdo las palabras sencillas con las que Don Simón Rodríguez se refería a la educación del ser humano, a la necesidad que tenía el ser de aprender las cosas más elementales. Decía Rodríguez, como lo expresa nuestro fallecido profesor Alfonso Rumazo González en su trabajo “Simón Rodríguez y la educación”, Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga.
En el análisis sobre lo que dice Rodríguez, que hace el profesor Rumazo González, hay asuntos tan elementales pero que no hay duda de que tiene una altísima razón. Ya desde aquella época decía “Los estudiantes nunca leerán demasiado. Sepan que los que les han precedido han estudiado mucho; consulten a esos hombres estimables, y les oirán decir que para instruirse han tenido que perder una gran parte de su tiempo leyendo lo que ya sabían, por aprovechar de ciertas miras que les faltaban en su colección; que así han enriquecido el repertorio de sus conocimientos, y que su merito no consiste tanto en lo que han aprendido, cuanto en el trabajo que les ha costado saber algo”.
Por eso, al escribir Oliva “Háblanos majunche de: historia y geografía de Venezuela, de América, háblanos majunche de economía, demografía, de petróleo, de sistemas de transportes, ganadería, educación”. Entendemos que son pocas cosas lo que tienen que decir algunos ignorantes de la oposición al resto de los venezolanos como el actual candidato de la denominada mesa de unidad democrática, MUD, simple y llanamente, porque están mal preparados. Fueron a las universidades a repetir lo que les dictaban otros profesores, que vendían un mundo al revés y que nada de lo que les decían a los estudiantes pasaba por sus conciencias y nada tenían que ver con lo social, por eso, al escucharlos, solo oímos lugares comunes que podrían ser escuchados hasta en la Patagonia.
El Maestro del Libertador era muy claro cuando decía que a un niño no había que mandarle a hacer nada “que no lleve su “porque” al pie: “Haz esto, porque” y si hay tiempo, empiécese por el “porque”. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón, respaldando las ordenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: ¿Por qué? Con hombres que hacen esta pregunta se puede emprender lo que se quiera, con tal que el porque sea bueno”.
La cuestión es que la oposición no ha logrado, todavía, decir cuál es el por qué razonado de su rechazo a la revolución bolivariana. Simplemente nada quieren saber de ella, no dan razones, aunque la mayoría si lo sabemos.
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