Advierto que no demandaré de ella que tenga medidas de 90-60-90 porque esa es una pretensión inaudita, puede ser un milímetro más o menos en cada respectiva medida pero, eso sí, necesariamente tiene que estar loca porque lo que pretendo demostrar es que el amor hace milagros cuando de curar la locura sea.
Le cantaré esa de “El Puma” que dice voy a perder / la cabeza por tu amor y ella deberá cantarme esa de Lila que se llama el moñongo, que es bien buena.
Le diré que ella es bien bonita (aunque sea bizca) y le permitiré que me diga “Mi príncipe” y hasta “Mi Rey”- excepto no podrá decirme “Mi Dios” porque soy ateo-y, en consecuencia habré de someterla en obediencia y respeto hasta que sane y para entonces, la sumaré a las filas del chavismo.
Para entonces, ella habrá de ser como Doña Jimena Díaz de Vivar la mujer del Cid y Gran Señora de todos los deberes.
¡Un bien se le hace a cualquiera!
(Eso sí, todo de manera extrajudicial porque yo no quiero líos con la justicia).
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