Líneas Ácidas

Es la Burguesía. No el elector opositor

            La burguesía es una vaina compleja. Para pertenecer a ella no basta con tener dinero. Ni siquiera mucho dinero. Es más, si tú o yo o Freddy el bodeguero tuviéramos la cantidad de real que nos pudiéramos imaginar, incluso más que el de toda la Señora Burguesa junta, no cabe la menor duda, que no podríamos pertenecer a este selecto club, ya que seríamos simplemente la mona que viste de seda.

            ¡Que va! Para ser burgués hay que tener linaje, preferiblemente descender de cualquier español llegado con la compañía Guipuzcoana o miembro de familia colonial. Aunque ese primigenio haya sido un pela bola en el viejo continente, que llegado a estas tierras se enriqueció con el tráfico de esclavos o con el comercio de lo que se robaron y no, de estas tierras. Para lavar el nombre deben pasar no sólo décadas sino centurias.

            Si nosotros poseyéramos real, quizá nos dirigirían la palabra, nos invitarían un buen escocés o fino champagne, claro está, para ver en que le seríamos útiles, como pudieran hacer negocios o sacarle rédito a la relación con un nuevo rico. Eso sí, ojo, si tú quieres codearte con la Sra. Burguesa cuida tu rabo de paja –si lo tienes- pues ésta no perdona porque ante todo es “gente decente” y no dudará en hacerte correr la suerte de Jean Valjean cuando Javert descubrió que tal hombre no era el “Señor” Madeleine (léete los miserables ¡coño!, te das cuenta).

            Pero sobretodo la Burguesía es lo que es, no sólo por tener plata, nombre rimbombante y apellido de abolengo. Es, tal porque tiene poder y obligación para con ella misma de ejercerlo. Por derecho y ejecutoria propia (como en algunos países donde la Presidencia y los poderes los comandan los mismos apellidos) o como en Venezuela donde lo venían haciendo por mampuesto, es decir mediante títeres. Empero ante la ineptitud de los políticos escogidos hasta ahora para la realización de la tarea, se han decidido coger el sartén por el mango como lo dijimos el 13 de febrero del corriente por aquí http://www.aporrea.org/oposicion/a138515.html

            Ahora la Sra. Burguesa ha escogido a uno de los suyos, un delfín bien formado, con linaje pues, porque total, para hacer las cosas bien (entiéndase mantener el poder a toda costa) tiene que hacerlas uno mismo. Pero la Sra. Burguesa no sólo es lista y precavida, además es cínica y desalmada.  Entre otras cosas porque sabe disfrazarse de barricada de los que nunca tuvieron nada (como dice Silvio), pero también porque se defiende como fiera a través de su oligopolio mediático cuando se ve descubierta.

            Como le es supremamente difícil últimamente disimular a su lobo entre corderos, quiere ahora disfrazar a los corderos de lobos. ¿Cómo lo hace? Me explico. Dice ahora mediante sus voceros que la revolución llama burgués a todo aquel que hasta ahora –ciegamente o no- la ha acompañado electoralmente a ella y a los suyos. Resultó pues que la indeseable y miserable Señora dice, que nosotros llamamos burgués a Freddy el bodeguero o a Carmen la costurera. Que nosotros somos enemigos de aquel pueblo al que no hemos podido encausar por la senda de la revolución. No, enfáticamente no. Dicha artimaña debe ser develada nuevamente por los revolucionarios.

            Si Freddy o Carmen, gente noble y buena, que vive de su trabajo honesto, si Carlos o José, profesor y estudiante que laboran arduamente en busca de un mejor mañana, se decantan y han decantado a favor de la Señora de marras por algo será.

            Porque las calles están llenas de huecos, si hay problemas con la luz o el agua, por alguna gestión ministerial, regional o municipal deficiente, por un maltrato en alguna oficina que se supone de los servicios del gobierno y la revolución ora simplemente por desconocimiento, ora por haber caído en la manipulación de la Señora en cuestión, o porque sí vale, por convicción, total, hay gente que sufre de eso que llaman síndrome de Estocolmo y mucho no se puede hacer.

            Lo cierto es que hay que saber diferenciar, estar claro y convencer más que vencer (como dice un amigo mío). Allí el partido tiene una labor fundamental. Además convencer no únicamente con argumentos teóricos y filosóficos que muchas veces no son digeribles sino hacerlo con gestión eficiente y eficaz. Identificar errores y corregir. Asumir la crítica no para jugar a la autoflagelación, asumirla para ver los vicios y fallas que haya. Total no somos Dioses y por algún lado cojeamos.

            Si ya les dimos la bienvenida a la burguesía y a su burgués candidato, vayamos ahora a por ella. Develemos sus misterios, mostremos su plan oculto, desnudémosla hasta los huesos y enseñemos su putrefacción. Desmontemos sus mentiras con nuestras verdades y hagamos el mejor gobierno todos los días, será esta la mejor forma de bajarle su mascarada.

            Pero sobretodo tengamos en cuenta en el fragor de la batalla que la enemiga es ella, la Burguesía y no el elector opositor de a pies.

Wolfgang.rojasj@gmail.com

Twitter: @wolfgang_rojasj



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Wolfgang Rojas


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