Pero
como diría Machado: “Nuestras vidas son los ríos, que van a dar
a la mar, que es el morir”. Ese mar recoge la lucha del pobre latinoamericano
con sus tradiciones, su lenguaje, ritos y costumbres.
Los
pobres por intuición han aprendido a descifrar el metalenguaje
que a través de anécdotas, gestos picaros y complicidades cotidianas,
se expresa en una especie de anagrama, una permanente fuente sagrada
de sabiduría
El chavismo,
se ha convertido en una escuela de enseñanza política, en una
especie de Pedagogía de la libertad humana; donde se aprende los valores
fundamentales para la sobrevivencia.
Los alumnos de este magisterio son los
grandes harapientos y humillados de siempre, ubicados básicamente en
las zonas rurales y en la periferia de las grandes ciudades. Gente con
una sociología claramente definida. Hombres a quienes la burguesía
impuso una simbología del horror para obligarlos a autoexcluirse de
la sociedad
Esos
pobres que sobreviven a inundaciones, que habitan al pie de las grandes
laderas en las llamadas zonas de riesgo, experimentan el miedo
a través de las lecciones propias de la vida. Según Salazar Robinson,
“el miedo aísla a los habitantes de cualquier lugar, fragmenta
las familias, los grupos humanos y comunidades…
ahuyenta la solidaridad y rompe los hilos asociativos de las congregaciones
y agrupaciones sociales”.
Sin duda que el modo de vida de los pobres ha sido investigado, documentado y analizado por el departamento de estado de los EEUU, y la burguesía local.
A lo largo de estos procesos electorales han aprendido que es peligroso e impráctico despertar en los desposeidos temor a perder a Chávez, eso desborda, rompe, destroza, sobrepasa todos los horrores del aislamiento.
Eso explica por qué los dueños de encuestadoras se ven obligados a mostrar la tendencia que hace inminente la victoria de Chávez, y recomiendan no confrontar. El temor de los chavistas a perder lo único que tienen es un motor el dia de las eleciones.
La
burguesía sabe que las provocaciones son inútiles, superfluas y el
resultado es contrario al esperado: un pueblo con miedo a perder a su
líder se moviliza a votar.
Por
el contrario el exceso de confianza induce a la abstención, nos agarra
dormidos e ingenuamente convencido de que al despertar, como el dinosaurio
de Augusto Monterroso, Chávez va a estar allí.
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