Es parte de nuestro empeño reafirmar que nos crecemos en las dificultades. Que a mal tiempo, buena cara. Que pa'lante es que brinca el sapo aunque le puyen los ojos. ¿De dónde viene esa estirpe valiente, esa terquedad para seguir adelante y ese empeño en decirle basta a los saqueadores y falsos demócratas?
Es cierto, esta Revolución Bolivariana, que es latinoamericana y caribeña, nos ha obligado a mirar, revisar, investigar y comprender un pasado común. Poco a poco, paso a paso, es verdad, y no con la velocidad que los tiempos ameritan, nos hemos percatado de la maldad de una legión de falsos profetas que todavía, bajo el manto de un discurso “democrático” y aparentando ser palomitas de la paz, insisten en volver con fórmulas desgastadas, “obsoletas y periclitadas”, como decía su mentor, el difunto Betancourt.
Para millones de venezolanos el panorama está clarísimo. Cada palabra de los opositores desgrana un acérrimo despecho y nostalgia por el nefasto pasado, caracterizado por violaciones de todo tipo. Si no basta toda la maldad cometida por el binomio adeco-copeyano en sus largos y sufridos 40 años de desgobierno, entonces bien vale la pena recordar los atropellos, atrocidades, desmanes y crueldades de los días que nunca olvidaremos: Caracazo, finales de febrero de l989; golpe, abril del 2002 y finales de ese año con la huelga de la tal meritocracia petrolera.
Ciertamente, hay dos propuestas precisas y claras en la mesa: el pasado, cargado de odio, venganza, entrega a las trasnacionales, vasallos y proimperialistas. Los mismos que pretenden borrar de un plumazo todas las conquistas políticas, sociales y entregar nuevamente PDVSA a los consorcios extranjeros. La otra carta es la que nos jugamos todos los días ante la arremetida mediática y la campaña de mentiras. Es la democracia encarnada en el pueblo como protagonista y participante de su devenir. Es la construcción de una Venezuela solidaria y humanista, cuyo epicentro de su acción son todos nuestros ciudadanos. Unidos a nuestro Presidente, coreamos: ¡Viviremos y venceremos! ¡No volverán!