Intitulo con una frase que utilicé en los sucesos del 27 de febrero de 1989, fecha que, aparte de como se originaron los hechos y de la falta de conciencia de sus protagonistas, marca el quiebre político del modelo bipartidista adeco-copeyano, que ya había cedido económicamente 6 años antes, el 18 de febrero 1983, el deplorable Viernes Negro del gobierno de Luis Herrera
Me refería a que muchas de las confrontaciones se dieron entre los pobres de la parte alta de los cerros contra los de las partes bajas, un poco menos pobres quizás, pero pobres al fin. La mayoría de los saqueos fue de pequeños negocios comerciales y muy pocos a los supermercados. Las sedes de las organizaciones empresariales no fueron tocadas; tampoco las del Gobierno. La destrucción y quema de vehículos y cauchos, el apedreamiento de vidrieras, era una violencia destructiva general y no dirigida hacia los sectores poderosos o sus gerentes.
No hubo incursiones hacia el Country Club, a pesar de los desórdenes en Chapellín. Recuerdo a la Policía Metropolitana, en los inicios de la revuelta, ayudando en la apertura de las santamarías y ordenando a los saqueadores en fila. Las cosas apretaron con la salida del Ejército, ordenada no precisamente por el general que hoy está imputado de haberlo hecho.
Ni reduzco la importancia política que tuvo esa explosión social, pues ya incluso la señalé, ni libero de culpas a quienes reprimieron; fui testigo presencial del ametrallamiento militar indiscriminado de los barrios de Petare desde la autopista y de muchos otros combates en Caracas. Fui testigo también del vandalismo que se desató y que no obedecía a razones políticas ni a conciencia revolucionaria de ningún tipo. Y no estoy diciendo que los pobres son delincuentes.
Traigo este cuento por los enfrentamientos similares que hoy se producen entre quienes tienen viviendas y quienes quieren invadirlas, como es el caso del sector Negrín de Guaicoco en el municipio Sucre, o de Longaray en El Valle, donde sus pobladores defienden sus propiedades con machetes y palos. Catorce años de supuesta construcción de la patria nueva y a 23 años de la insurgencia de 1989, y los pobres siguen enfrentándose entre sí en su lucha por mejorar su existencia.
Ex rector de la UCV
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