Los indignos herederos

Como Simón Bolívar, el Libertador, a su muerte en 1.830 no había dejado mayores bienes de fortuna, los herederos despues de varios años trataban de reclamar privilegios a las Repúblicas por él libertadas, países a los cuales el propio Bolívar había dado muestras de su desprendimiento. Es así como por el hecho de que el Congreso del Perú ofreció al Libertador en 1825, además de los reconocimientos honoríficos,  un millón de pesos como compensación a sus servicios por la reciente libertad de la patria liberada, ésto con la intención de asegurarle al Libertador una vida tranquila y sin apremios. Sin embargo Bolívar  celoso de su gloria y  cuidadoso de empañarla con cosas materiales hace una cortés declinación de ese ofrecimiento, aunque si acepta halagadísimo la oferta de una espada y los títulos que venían adheridos a ella, pero rehúsa rotunda y vehementemente  el dinero y deja constancia de tal decisión en carta que el 23 de febrero de 1825 Bolívar dirige al Congreso del Perú, y en parte de ella dice: “me ha nombrado Padre y Salvador del Perú; me ha decretado los honores de Presidente perpetuo; ha mandado grabar mi busto en una medalla; me ha llamado Libertador y me ha obligado a encargarme del mando del Perú; y después me señala una enorme fortuna. Yo he aceptado todo con gozo, menos lo último; porque las leyes de mi patria y las de mi corazón me lo prohíben” Y concluye: “Sería una inconsecuencia monstruosa si ahora yo recibiese de las manos del Perú lo mismo que había rehusado a mi patria” Pero el Congreso peruano insiste de tal manera,  que el Libertador resolvió aceptar el millón de pesos siempre que se destinase a obras benéficas y de modo alguno en provecho personal.

Pero sucede que en 1851, 21 años después de la muerte del Libertador Simón Bolívar, los herederos de Bolívar reclaman al país hermano del Perú que se hiciera efectiva la entrega del millón de pesos.  Para realizar tal reclamo los herederos  nombran como apoderado al político y periodista Antonio Leocadio Guzmán, quien demuestra un interés inusitado y hace gala de una habilidad para revivir el compromiso contraído  por el gobierno peruano. Leocadio Guzmán en 1853 acepta una misión como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Venezuela ante los gobiernos de Perú, Bolivia, Chile y Argentina y desde esa posición continúa con más ímpetu la reclamación iniciada el año anterior.  Leocadio Guzmán, fundador del Partido Liberal en nuestro país y padre del futuro Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, fue un político polemista, ambicioso  y agitador sin par, reconociéndose en aquellos días como hombre muy dotado para la especulación financiera, por lo que vio en el millón de pesos desdeñado por Bolívar la fortuna con la cual afrontaría los costos que le entraña hacer política; sin embargo las autoridades de Lima en varias oportunidades hicieron ver a Leocadio Guzmán que el Libertador había renunciado al millón de pesos.

Pero Guzmán guardaba un tecnicismo legal y expone al gobierno peruano que Bolívar, acosado por el educador inglés Joseph Lancaster a quien había contratado como asesor en asuntos de instrucción pública, había ordenado pagar los honorarios del consejero, 20.000 pesos, con cargo al millón de la recompensa, y argumentaba Guzmán que  si Bolívar había dispuesto de ese dinero era porque si lo había aceptado y por consiguiente si era suyo; por lo tanto  sus herederos  tenían derecho a heredar el millón de pesos. Sin embargo, despues de que el gobierno peruano se negase varias veces a reconocer la deuda, conviene en pagarla bajo la forma de vales con cargo a deuda interna del país. Enterado la municipalidad de Caracas de tan inesperado botín,  aduce que no puede tocarle a los herederos de Bolívar sino a la municipalidad ya que el propio Bolívar fue muy claro cuando dice que ese dinero se destine a beneficencia pública. Leocadio Guzmán entonces entra en pugna las autoridades municipales y logra acepten  200.000 pesos, renunciando la municipalidad a su posible derecho sobre el millón de pesos.  En fin, todo indica que antes de regresar a Venezuela Guzmán acordó partir el botín con el entonces presidente del Perú, Ramón Rufino Echenique, pero al llegar a Caracas dice que el Perú definitivamente no reconoció ninguna deuda; por lo que nunca pagó nada a los herederos de Bolívar ni a la municipalidad de Caracas.

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José M. Ameliach N.


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