A raíz de los últimos acontecimientos que involucran la figura del presidente Chávez, retomo nuevamente la tesis del chivo expiatorio, expresión que proviene de un ritual del antiguo pueblo de Israel. En el Día de la Expiación, el Gran Sacerdote escogía dos machos cabríos y al azar elegía uno para ser sacrificado, colocaba sus manos sobre la cabeza del otro y confesaba las iniquidades de los hijos de Israel. Transferidas simbólicamente las culpas al animal, se dejaba en libertad al chivo expiatorio y se lo abandonaba a su propia suerte. Purgados los pecados y libres de culpa, era perseguido a gritos, insultos y pedradas. Así, en el día de la purificación, había tenido lugar la transferencia ritualizada y la expulsión del mal.
El término chivo expiatorio se refiere a cualquier persona o grupo que debe cargar con la responsabilidad real o simbólica de los pecados de otros. Expresa la culpa colectiva que se hace caer sobre alguien en particular, quien de ahora en adelante será depositario de todos los errores, crímenes, sufrimientos y, en general, de todo lo negativo y lo intolerable. La tendencia a buscar chivos expiatorios es el resultado de un proceso psicosocial bastante común de defensa y de negación a través del desplazamiento de la agresión y la culpa hacia blancos "demonizados", ya sean inocentes o no de aquello que se les imputa.
Este fenómeno encuentra fácil cabida en sociedades en conflicto, como la venezolana, confrontada en torno a dos proyectos de país y dividida alrededor de una figura, Chávez, objeto de amor para unos y de odio para otros. Excelente caldo de cultivo para que emerja la hostilidad y la agresión de un grupo que se distrae de una explicación racional del conflicto y dirige sus acusaciones negativas hacia "el otro maligno" contra el cual hay que luchar heroicamente.
Ha sido creado el chivo expiatorio, Chávez, quien de ahora en adelante cargará con la culpa, mientras que los acusadores, por oposición al "maligno", adquieren condición de inocencia y sin responsabilidad alguna por la crisis y los conflictos. La "oposición" canalizada hacia el chivo expiatorio mantiene vivo un alto grado de consenso y una sensación de unidad creciente.
Sólo podrán descansar aliviados una vez que logren desterrar a gritos, insultos y pedradas a la bestia, objetivación del mal que los aqueja.
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