No por envidia, porque no es una condición revolucionaria, que veamos como que el “capitalismo” (o sea todo en la Capital) arrope a las provincias. Provocaría que nuestros alcaldes fueran con Jorge Rodríguez; los gobernadores como Jacquelin Farías, y sobre todo que Chávez despachara, aunque sea de cuando en vez, desde cada estado.
Todo lo mejor es para Caracas. La Gran Caracas.
Nos alegra porque es nuestra capital (con su capitalismo), clara expresión para visitantes políticos y turistas de que estamos trabajando para mejorar la vivibilidad en ese hermoso valle con un rescate integral dentro del inicio de un socialismo con el capitalismo (esta vez de capital económico privado) clavado en el mero corazón.
Antes que otras cosas, mencionaré que siendo Venezuela una tierra donde pensamos que todos nos conocemos (metafóricamente) y estamos vinculados por los hechos noticiosos cotidianos que hablan sólo de las cosas fatídicas, las más, no hemos logrado una integración por lo menos permitiendo que todos conozcamos nuestro territorio.
Esto implicaría disfrutar de su extraordinaria gastronomía; de su hermosa gente y sus costumbres y su folklore, entre otras. Cómo será que todavía la música llanera es la que la mayoría conoce como “música venezolana”. Y que más lejos de ello.
Y es por el lado de la música a donde quiero llegar a los sentimientos más profundos.
Hemos criticado (también en otros campos como en el deportivo) aunque sea lógico, que le den preeminencia a los máximos triunfadores. Estimo que habrá que elaborar un método que busque un equilibrio armónico, ya que todos los niños y jóvenes que se encuentran desarrollando actividades extra cátedras y extra hogares son de por sí triunfadores. Son orgullos de sus padres, parientes y amigos.
Son buen ejemplo en sus barrios. También motivo de envidias. Pero más allá de esos predios son ignorados.
En el caso de la música académica, área donde he tenido al honra de ser miembro de la Directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui, con Rosa Banús (presidenta) y el gran maestro director, Yuri Hung, grandes camaradas, de ver el esfuerzo de sus representantes, de sus padres, de llevarlos diariamente a sus clases.
La mayoría de extracción popular, y hacen grandes sacrificios para que sus hijos, sus idolitos, crezcan disciplinadamente, integralmente. Espiritualmente. Y ellos, mientras juegan, aprenden y disfrutan.
A los que partiendo de la Sinfónica Infantil, pasando por la Sinfónica Juvenil han llegado, por ascenso permanente, llegan a la Sinfónica (de adultos) Rosa los ha visto crecer, desarrollarse anatómicamente y como seres especiales.
Es un permanente caminar por la disciplina con amor. Con comprensión y tolerancia.
¿Y fulano? Cuando no vemos alguno de los integrantes, en los diversos niveles: “Fue llamado a Caracas (como decir a la liga profesional). Lo pidió el Maestro Abreu. Son jóvenes que se van destacando y, haciendo cursos superiores, van conformando las grandes orquestas de la… Capital. Y a viajar. A formar masa reconocida y aplaudida pero desconocida. Son instrumentos que se levantan y bailan, coloridas chaquetas tricolores y octoestrelladas a veces van a manos del público a manera de obsequio.
Pero el nombre que se escucha es el de Dudamel, ni siquiera el Gustavo. Y todo gracias al Maestro Abreu. Aunque sea esa la costumbre estimo que más que conformarnos con ver al Director estrellar la mano del concertino deberíamos conocer su nombre y que todos podamos nombrarlos.
Y que vayamos conociendo a todas esas estrellas. Salvo que seas un familiar no sabes quiénes interpretan magistralmente sus instrumentos. Por supuesto que dirigidos súper magistralmente por Gustavo Dudamel.
El asunto es tan estrecho que voy a copiar algo que ustedes medio habrán visto: “El Centro de Arte PDVSA la Estancia en la ciudad de Caracas fue escenario para mostrar al joven músico José Omar Dávila, nacido con Síndrome de Down y único director de orquestas de nuestro país y el Mundo”.
¿Lo conocían? ¿Sí? ¿No?
“Dávila estuvo al frente de los 125 niños y niñas de la Orquesta Sinfónica Núcleo La Rinconada. José Omar es calificado como un ícono de superación, a los 4 años de edad ingresó al Programa Educativo Experimental para niños con necesidades especiales y de desarrollo normal, (1986-1988), perteneciente a la Asociación Merideña de Padres y Amigos de Niños Excepcionales (AMEPANE)”.
“Al cierre de su presentación el talentoso merideño comentó que su pieza favorita es la quinta sinfonía de Beethoven. Además manifestó su admiración por los directores criollos José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel”
“En 2003 se unió a la Orquesta Juvenil e Infantil Núcleo Mérida, donde cursó estudios de metalófono, percusión y dirección, participando en varios recitales del Programa de Educación Especial. También, formó parte del Ensamble de Percusión de la Cátedra de Educación Especial.
Además, participó como director en la inauguración del Meeting International Special Olympics Figueres 2010, realizado en España, y cuya elección fue hecha directamente por la propia organización.
Cabe destacar que es el único director de orquesta con Síndrome de Down, y suele matizar la interpretación académica con toques de música tradicional venezolana”.
Pregunto, camaradas, ¿a esta maravilla de niño, de músico, no debería todo el país conocerlo tan igual que a Dudamel?
¿No debería a acompañar a la Simón Bolívar en alguna de sus giras y que dirija una obra o algún fragmento?
El título de este artículo (me disculpan que el tema no lo haya profundizado para que superase cualquier crítica pero… asunto de tiempo) lo hice con profundo dolor. Les aseguro que salvo en la zona norte de Anzoátegui, y al que le haya caído algún periódico regional, con la infausta noticia de la desaparición instrumental de dos grandes músicos de nuestra Sinfónica anzoatiguense.
Un hecho horroroso como es la pérdida de unos jóvenes, se magnifica en dolor cuando son parte excepcional de la cotidianidad.
Oscar Oropeza y Adriana Acosta. Desconocidos nacionales. Formados en la orquesta desde carajitos, en diferentes épocas, volaron cual bellas notas al cielo provinciano de Anzoátegui.
Una falla por descuido en mantenimiento en un Hotel en Maturín produjo una fuga de gas que acabó con sus vidas. ¿Dónde están las revisiones de bomberos y de otros organismos para evitar situaciones tan dolorosas?
Todavía lloran los ángeles, abandonando sus liras ante el oboe y el cello. El cielo está pleno de dulzura melódica. La tierra está triste, también llora. Y en la Capital, salvo el Maestro Abreu, y seguro que muchos músicos, conocen sus nombres.
Oscar se inició en el sistema de orquestas a los 8 años, bien formado paso por las diferentes etapas y cursos, a los 38 se desempeñaba como Director de la Sinfónica Infantil. Por lo pronto deja montones de huérfanos musicales.
Su madre, Morelba, en su profundo dolor, junto con el de todos, le decía a Rosa Banús: “tu lo tuviste más tiempo que yo”. Se refería al tiempo de enseñanza, de giras, de viajes. Porque en Anzoátegui la enseñanza académica es de amor con responsabilidad total.
Lo malo es que ningún gobernador le ha puesto real empeño en hacerle una sede propia. Estudian y ensayan en un edificito alquilado.
Y los conciertos, además de los que damos en los barrios populares, en las canchas deportivas, donde el pueblo se regocija, se cuenta con la Sala Cultural de Pdvsa (espacio para exposiciones en planta baja del edificio principal) donde siempre ha habido la mejor disposición para disfrute del público selecto.
También con el Hotel Venetur Mare Mares y el Hotel Venetur Puerto La Cruz. Ah, en muchas oportunidades no hay recursos para imprimir el programa. Y en otros viene chucuto ya que para bajar costos de impresión, aun cuando son 4 hojas, se elimina, nada menos, que la lista de los músicos. Más desconocidos.
Pedimos una seria investigación ante la falta de mantenimiento en el hotel, aunque sea después de ocurrida la fatalidad.
Los padres e hijos seguirán llorando. Los compañeros músicos y el Director Yuri también. Y Rosa. Y todos.
Sin embargo, la música debe continuar.
¡Paz a sus almas!
PS. Soy emocionado admirador de Dudamel, ojo.
edopasev@hotmail.com