La premisa de quien maneja la información, maneja el poder es una ”verdad” realmente paradójica, pues muchas veces se consolida vulnerando a la verdad, esa que no lleva comillas y que nunca tiene un llamado a pie de página advirtiendo que debe ser tratada con cuidado, como el cristal más fino o el tóxico más corrosivo. Y es que es continuando la premisa que inició esta reflexión, esa “verdad” es frágil y muchas veces erigida sobre bases inestables, que intentan equilibrarse sobre otras “verdades”, en un mosaico fractal. A la vez, puede ser venenosa, en especial porque puede terminar siendo una construcción hecha a la medida de los intereses de quien la maneja, que generalmente poco o nada tiene que ver con intereses sociales y aún más –si, puede ser peor-, con la verdad misma.
En el proceso, quienes gustan de manejar la información y practicar el viejo arte de entrecomillar la verdad con una tipografía invisible golpean, vilipendian y hacen sufrir a la verdad real, proceso en el que todas y todos terminamos siendo víctimas. Leí y escuché a Ignacio Ramonet señalar que la verdad es lo que la radio dice, la TV confirma y el periódico publica. Y me permito agregar: los titulares de ese mismo periódico al siguiente día son leídos por radio y TV y multiplicados al infinito por la web, comenzando otro ciclo de nunca acabar. Otro día, otra pesada roca que se le va cuesta abajo a Sísifo.
Sólo comprendiendo esto se percibe en su justa proporción porque, a propósito de la presunta contaminación de embalses y plantas de agua potable, es necesario que intervenga la Fiscalía General de la República y solicite a un tribunal de control medidas cautelares que obliguen a los medios de comunicación a cumplir lo que es su función obvia: velar por que informen de manera responsable a la población. O en el sentido que venimos escribiendo, que su “verdad” pierda las comillas y que la verdad gane para el beneficio colectivo. En medio una vez más, la gran discusión de cómo algunos ejercen la libertad de expresión cuando, comillas invisibles de por medio, siguen premeditadamente su penoso camino al libertinaje.