La noche del viernes 16 en Maracaibo la hija del cónsul chileno en esa ciudad, Karen Vanessa Berendique de 19 años, murió luego de recibir varios disparos durante un extraño suceso en el que supuestamente están involucrados doce funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalística (Cicpc).
Una semana más tarde fue encontrado maniatado, con un disparo en la cabeza y sin vida en la carretera de Filas de Mariche, estado Miranda, el manager de la agrupación musical Caramelos de Cianuro, Libero Iaizzo, quien había sido secuestrado el día anterior.
Sucesos violentos como los descritos anteriormente lamentablemente forman parte de la cotidianidad en Venezuela, a pesar de los grandes esfuerzos que está haciendo el gobierno para mejorar la seguridad.
No obstante, además del dolor, el miedo y la impotencia que estos crimines producen, lo que causa mayor preocupación es que cada día son más comunes y más tenebrosos.
Algunos amigos, por allí en voz baja y sin hacer mayor alharaca, sostienen una hipótesis que realmente resulta escalofriante y macabra. Por más especulativa que parezca la misma no es nada descabellada sobre todo si se consideran las aguas contaminadas y subterráneas en la que se mueven algunos intereses.
Los susurros de cuervos, que cada día son más frecuentes, indican que muchos crímenes pudieran estar siendo provocados de manera sistemática y premeditada con el propósito de generar terror, trauma, paralización psicológica y una paranoia colectiva que a la vez catalice sentimientos de de desasosiego e incertidumbre.
En ocasiones se respira algo pesado y espantoso en el ambiente. Las personas salen temblorosas a la calle, mientras que otros se regodean entre la fotografía de última página, la gota de sangre y un morbo insaciable que flota liviano en el amarillismo.
Ayer vimos en televisión que un hombre tranquilo y honesto había muerto de siete balazos antes de llegar con el mercado a su casa. Hoy que un joven futbolista amaneció esponjado al fondo de una alcantarilla con tres orificios en la espalda. Allan Poe se quedó corto.
El rumor, que es la génesis de la noticia también susurra que en tiempos de elecciones cualquier barbaridad es posible.
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