Los tres invitados, dos opositores y un simpatizante del gobierno, le daban el habitual “equilibrio” al programa, sin contar que los dos “periodistas” que conducen u orquestan el aquelarre, como de costumbre, se suman sin recato y si con saña a los primeros. Práctica ya demasiada conocida y “cebada”, como hubiese dicho un parroquiano, por lo que uno insiste en decir le asombra haya quienes caen todavía en esas trampas, que sólo contribuyen a tenderle una minúscula hoja de parra al canal de los Camero.
Por cierto, la dama periodista lucía tal como la señora Adams. Digo esto no sólo por toda su vestimenta negra de la mañana.
El juego impuesto a los “invitados”, quienes siempre dieron muestras de hablar de otros asuntos y las posibilidades ganadoras de su correspondiente candidato, es el de moda, llamado el G-4, resultado de una forzosa ausencia deseada y ansiada por un sector opositor, el canal por donde sale el programa y los dos periodistas de marras. Uno no sabe bien el orden de las preferencias, pero sería bueno cerciorarse.
El juego, que es de por sí azaroso, además de cruel y maloliente, parte de la idea, aunque lo oculten malamente, que el presidente está muerto. Por supuesto, es el deseo profundo de quienes lo ofrecen como ejercicio a sus “invitados”. En ese caso estaría ausente en las elecciones del 7-0, por lo cual el Psuv, tendría que optar por otro candidato, lo que llevaría al asunto G-4. Ese es el jueguito, diseñado en los labotarios que producen basura los gringos y sus servidores. La misma saña necrofílica muestran diarios quienes hacen caso omiso a las muestras vitales del presidente e insisten en que está al borde de la tumba o ya está embalsamado.
Los “periodistas”del canal, por supuesto, obligados a fingir de decentes, lo que les luce forzoso, no hablan de muerte sino de ausencia del presidente en la contienda, pese a que por lo que ellos y uno ve y sabe, no hay sustento para tal alternativa.
Los estrategas contra Chávez, viéndole subir en las encuestas cual espuma, mientras su oponente viene en caída libre, lo que los “periodistas” evaden y hasta ocultan, diseñaron el macabro ejercicio para desestimular al chavismo, pensando también que, tanto deseándole la muerte quizás ésta le alcance -¡quién quita!- y generar confrontaciones entre su gente aliada y más cercana, como Elías Jaua, Maduro, Cabello hasta Adán Chávez, quienes serían los cuatro posibles sustitutos que aluden los macabros.
Quienes insisten, desde el ángulo periodístico, en plantear asunto a todas luces artificial, de mala fe, lo hacen porque están integrados a la maniobra. Lo están, porque políticamente no hay razones para ver el asunto de tal manera a menos, que se esté comprometido en una jugada sucia, desear aquel fatal desenlace o las dos cosas a la vez. No es suficiente, no les basta que el presidente de muestras contundentes de su recuperación, porque de lo que se trata es introducir cizaña e intentar generar confrontaciones. Quienes lo hacen, sobre todo desde la función de “periodistas”, están hasta el cuello metidos en la jugada.
Si bien es verdad que a cada quien le asiste el derecho a decir y pensar lo que lo que le venga en gana, también es nuestro el de sentir desprecio y rechazo por gente que no respeta los más elementales principios.
Por lo último insistimos en preguntar, ¿por qué gente respetable y respetuosa del presidente Chávez y el proceso se presta para avalar esas repugnantes jornadas “periodísticas?”
Por lo necrofílico, diabólico y porte de las figuras, al programa deberíamos llamarle de “Los locos Adams”. El periodista es grandote, como el señor Adams, tanto que le falta silla.
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