El caso de la compatriota Olga quien inexplicablemente, después de haber sido sometida por casi un año a un vía crucis, inaceptable en cualquier gobierno pero imperdonable en uno revolucionario y sobre todo cuando éste es presidido por un hombre excepcional, fuera de serie, quien es ejemplo de humanismo, consideración y solidaridad con su pueblo pobre, en el que se incluye la mayoría de los pensionados del IVSS, como lo ha expresado en múltiples ocasiones el Presidente Chávez, es un caso que no es el único, se repite en numerosos compatriotas a lo largo y ancho del país y que aunado a la perversa medida del llamado “BARRIDO”, que sólo se puede comparar con la famosa frase del inefable mal llamado “padre de la democracia”: “Disparen primero y averigüen después” y quizá peor, porque no averiguan y dejan desvalidos por tiempo indefinido a quienes con medidas propias de mentes retorcidas y seguramente sin un ápice de humanidad, que debe se virtud propia de los revolucionarios, incurren en acciones, desastrosas no sólo para las víctimas, sino para el proceso revolucionario, es un caso digno de la solidaridad de todos los que en esta ventana de la verdad, este ejemplo de buena prensa que es Aporrea, emitimos nuestras opiniones, apoyamos el Proceso Revolucionario, lo amamos, le hacemos criticas constructivas, denunciamos a quienes desde posiciones de poder pareciera que lo que hacen es obstaculizar la gestión, para crear descontento y animadversión de quienes como la compatriota Olga, sufre las consecuencias de las acciones que no pueden ser sino de infiltrados al servicio de la contrarrevolución.
Como ella bien lo dice es un derecho adquirido que no le puede ser violado y que si por alguna razón como ella asoma, es un problema del sistema, surge la pregunta, ¿cuál es la razón para que pasado casi un año, no se le haya dado solución?.
Este caso y el de las famosas e inexplicables BARRIDAS, deben desterrarse de una institución que como su nombre lo indica es para ofrecer seguridad social y no todo lo contrario, que es lo que sucede con los miles de casos, como el de la compatriota Olga y las víctimas del barrido, pues es muy fácil a éstos últimos pedirle que de forma perentoria demuestren que siguen vivos y de inmediato reponerle el dinero sustraído y no lo que ahora sucede, que así demuestre que no es difunto, pasan meses y hasta años y el dinero no regresa a su cuenta de pensión.
Estoy seguro que de esto no sabe el Comandante pues de saberlo ya hubiese acabado, como en otras cuestiones, con esta aberrante práctica, que quien sabe a qué mente perversa, por supuesto enemiga del proceso se le ocurrió en mala hora.
Ojala y si el Coronel Rotondaro lee Aporrea, debería hacerlo, emita una respuesta a la compatriota Olga y a todos y todas quienes como ella, estan pasando por este trance.
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