“Sin la masa no hay arepa y quien defiende su arepa debe ser parte de la masa”. ¿En tiempos de revoluciones y cambios cada quien cuidando su arepa individual?...¡Malo, malo si no se cuida la masa para conseguir la arepa del colectivo! Hay un dicho que dice: ¡polvo eres y en polvo te convertirás! En la praxis política de los nuevos tiempos, la dinámica diaria exige atención a los procesos cambiantes y formación ideológica para entenderla más allá de consignas, vestimentas o de loas y bultos de mitin.
La harina no es otra cosa más que polvo menudo pero, si la hidratamos con sus elementos, se hace masa, la misma que alimenta las ideas, el alma y por supuesto la “barriga”. En la calle del pateo diario se escuchan individualidades e intereses de “tornillos” aferrados a cargos y puestos burocráticos como un decir de conducta egoísta: ¡yo defiendo mi arepa! Si las masas no se unen en esa defensa, entonces será una arepa sin relleno en principio, para ir quedando poco a poco en harina que retorne al polvo, camino de las individualidades en tiempos revolucionarios.
La construcción del proceso actual se levanta como semilla capaz de germinar, sin embargo, existe un tumor maligno que se mezcla en el polvo y se multiplica con células desordenadas para convertirse en una estructura anárquica. Si el pensamiento político para llevar adelante una lucha de vanguardia queda en el paliativo del momento, entonces el cáncer lo arropará para consumir las bases que lo sostienen.
Las conspiraciones internas y externas reflejan un escenario que comienza a armar el guión que se induce en los momentos que la masa se confunde. La política venezolana vive tiempos radicales de polos opuestos de lo que fue y lo que es. Nada puede cambiar sin dejar de estudiarse el pasado pues el presente es futuro hoy de lo que se construye, de lo contrario, será harina de otro costal y se acabará la arepa tradicional de nuestro gusto para dar entrada a rellenos extraños.
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